
“Yo soy venezolano. Tengo miedo de que puedan venir por mí y decir que tengo tatuajes”, dice Daniel González.
Por CNN
Como él, muchos inmigrantes venezolanos en EE.UU. viven con la incertidumbre de ser señalados injustamente, en medio de una política que ha puesto en la mira a quienes tienen tatuajes o características que podrían vincularlos —sin pruebas— con el crimen organizado.
“No son tatuajes de pandillas ni nada… (…) Pero sí estoy bastante preocupado porque tengo muchas personas buenas acá que tienen el mismo miedo y que, incluso, tienen aquí hasta 15 o 20 años, y nunca había tenido tanto pavor o tanto terror a lo que está sucediendo hoy en día”. dice.
Hace siete años que Daniel González llegó a Estados Unidos desde Venezuela, y es beneficiario de un Estatus de Protección Temporal (TPS). Cuenta que, desde hace meses, a cada lugar al que va lleva su permiso de trabajo y otros documentos por si se enfrenta a un operativo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Pese a tener estatus legal en EE.UU., teme que por su nacionalidad y tener tatuajes — uno de los argumentos del Gobierno del presidente Donald Trump para deportar a migrantes venezolanos a El Salvador— pueda ser visto como un posible delincuente asociado a la banda Tren de Aragua.
“Debo tener la mayor cantidad de información posible para que no digan que ‘tú estás aquí ilegal o ya tienes algún cargo penal’ o algo”, dice a CNN.
El 16 de marzo, Estados Unidos deportó a El Salvador a 238 venezolanos, presuntos miembros del Tren de Aragua, a quienes el presidente Nayib Bukele envió al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) como parte un acuerdo vigente con Washington. El Gobierno de Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros para acelerar las deportaciones pese a un fallo judicial que detuvo la medida. Los detenidos no han sido identificados oficialmente y tampoco han sido sometidos a proceso penal alguno. Se espera que el caso llegue incluso a la Corte Suprema de EE.UU.
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