
El Mundo
“Cualquier santero te dice que tiene un don divino. Hacen de intermediarios entre los dioses y el hombre. Es gracioso porque han crecido sin ese don pero, la mayoría de los que he conocido, en un mes lo consiguen. Eso es tener una suerte bárbara”. La presencia que tenía el catolicismo en España ha dejado de ser dominante durante las últimas décadas. La migración y la llegada de nuevas culturas han traído consigo creencias y costumbres, algunas ancestrales, que ya están más que asentadas en nuestro país. Un ejemplo es la santería, cuyas prácticas, siempre controvertidas, empiezan a ejecutarse en menores de edad. Y en ocasiones, tal y como ha podido comprobar este diario, también con recién nacidos. Algo que esconde, más allá del frecuente maltrato animal, manipulación y conductas coercitivas por parte de algunos progenitores.
Por: El Mundo
Esto lo conoce bien, para su desgracia, Marina -nombre ficticio por temor a revelar su identidad-. Cuenta que se separó de su ex marido cuando su hija tenía un año y medio. Que tiempo después él comenzó a salir con una nueva novia, de Guatemala. Y antes de pasar a relatar su historia, advierte: “Él jamás, pero jamás, mostró interés por ninguna religión ni fue nunca a la iglesia”.
Lo menciona porque, cuando su hija tenía nueve años, empezó a apreciar indicios de que algo no encajaba. Pequeños comportamientos “extraños” pero “puntuales” que terminaba pasando por alto. Como el olor a flores con el que siempre regresaba la niña de casa de su padre y que nunca supo identificar. Y a las preguntas de su madre, ella callaba.
Por entonces, la menor ya lucía la pulsera que acabó desvelándolo todo. “Una amiga me dijo, al vérsela, que era la mano de Orula… Yo no sabía de qué me hablaba. Para mí era una pulsera de bolas con la bandera de Brasil… Hasta me enfadé con ella por las cosas que decía”, evoca.
Pero esta amiga, nacida en Venezuela y relacionada con estas prácticas en su pasado, sabía bien lo que había visto. Marina la terminó pidiendo perdón meses más tarde tras comprobar con sus propios ojos cómo su ex pareja se había convertido en santero. Ahora lucía un nuevo look: vestía totalmente de blanco y con collares por todos los lados. “Recuerdo el día en que me la devolvió y le vi con esas ropas… Di un beso a mi hija, nos dimos la vuelta y ella se adelantó un poco. Yo me iba bebiendo las lágrimas. Pensé que me moría en ese trayecto”.
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