Una frontera en llamas: Petro y el chavismo se lanzan acusaciones por un conflicto con miles de desplazados

Una frontera en llamas: Petro y el chavismo se lanzan acusaciones por un conflicto con miles de desplazados

Fotografía de la fachada de la Central de Transportes de Tibu este miércoles, en Tibú (Colombia). Las calles de Tibú, un pueblo petrolero del departamento colombiano de Norte de Santander, han vuelto a ser escenario del éxodo de miles de personas que buscan refugiarse de la violencia entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y una de las disidencias de la FARC. EFE/ Mario Caicedo

 

Gustavo Petro sostenía este miércoles el atril con las dos manos. La voz nasal se debía a una gripe mal curada. Se preguntó, ante una audiencia en silencio, cómo la guerrilla del ELN había reunido esta semana una cantidad tan grande de combatientes en la frontera sin que nadie los hubiera detectado. ¿A pie? Imposible, tardarían meses en cruzar las montañas. ¿En vehículos? La gente los habría visto cruzando los pueblos. En realidad, el presidente se hacía el inocente. No hay ningún misterio sobre la manera en la que los guerrilleros se congregaron en el reino de la hoja de coca para masacrar a sus enemigos. Lo sabían los servicios de inteligencia, lo sabía el presidente, por supuesto. Habían tomado el camino más recto para ir de un punto a otro: Venezuela.

Por Juan Diego Quesada / elpais.com





El Gobierno de Colombia sabe desde hace mucho tiempo que el ejército chavista convive con el ELN en la zona fronteriza, según fuentes oficiales consultadas. La guerrilla realiza operaciones en su suelo colombiano y controla parte de algunas regiones, pero sus mandos se esconden en Venezuela. Esa cohabitación se convirtió, al menos en una ocasión, en una alianza militar. En 2021, las fuerzas armadas bolivarianas lanzaron una ofensiva brutal contra las disidencias de las FARC, hasta prácticamente erradicarlas de su territorio. También acabaron con la presencia de un grupo paramilitar proveniente de Cali, que hacía negocios con el trasiego de droga.

Nicolás Maduro acabó así con una obsesión que le quitaba el sueño también a la gente de su alrededor. El presidente sospechaba que Iván Duque, el presidente anterior a Petro, preparaba una invasión con paramilitares colombianos para derrocarlo, siempre con la colaboración de Estados Unidos. El ELN, en un escenario como ese, sería un aliado del chavismo. Los dirigentes de esa guerrilla han abandonado la idea de tomarse el poder por medio de las armas, saben que no hay manera de conseguirlo a estas alturas, pero justifican su lucha asegurando que lo hacen en defensa de lo que llaman el “sur global”. Consiste en defender a pueblos amenazados como el palestino, el kurdo y, por supuesto, el venezolano, o mejor dicho el chavismo en un sentido amplio.

La matanza que ha llevado a cabo el ELN estos días en el Catatumbo, en la frontera, ha colocado a Petro y a Maduro en una situación incómoda. Un aire apocalíptico envuelve la línea divisoria entre las dos naciones. A los combates del ELN contra una de las disidencias de las extintas FARC se han unido el despliegue de tropas de Colombia y las operaciones de defensa de Venezuela, con helicópteros y cazas sobrevolando el cielo. Maduro ha enviado hasta allí al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, que ha reportado al minuto al autoproclamado presidente por un teléfono móvil negro que enseñó en público. Petro ha anunciado el estado de excepción ante lo que considera una amenaza grave para la Nación. Los asesinatos con un tiro en la frente y los intercambios de fuego se han sucedido estos días. Los muertos han sido transportados en carretillas.

Petro ha sido pretendidamente ambiguo a la hora de hablar sobre lo que está ocurriendo, pero la insinuación de que Caracas patrocina a la guerrilla ha sido casi explícita. “Las acciones del ELN no son acciones que se deben solamente al conflicto armado interno. Es una estrategia mortal que pone en peligro la soberanía nacional”, ha dicho al tratar el asunto este miércoles. Y añadido: “El poder actual del ELN no es conseguido internamente. El debilitamiento del ELN y el empoderamiento de la población del Catatumbo es esencial para mantener nuestra soberanía”.

En el chavismo han recibido como una ofensa las palabras del presidente. “Ese señor es un zombie, ha echado por tierra todo su prestigio. Ya no queda nada de aquella persona de izquierdas que fue”, dice a EL PAÍS una fuente del alto mando chavista. El entorno de Maduro asegura que a Petro “lo quebraron”, que tiene “miedo” a Estados Unidos. Estas acusaciones forman parte del arsenal habitual del chavismo a la hora de referirse a cualquiera que consideren un enemigo momentáneo. Las críticas no solo se han hecho en WhatsApp por privado. El propio fiscal, Tarek William Saab, al que Maduro le ha encomendado liderar una reforma a la Constitución, ha salido a encararse con Petro de forma indirecta. “Hemos descubierto cómo muchos de estos sujetos (del Tren de Aragua, una banda criminal venezolana que se ha expandido por toda Latinoamérica) se han refugiado en Colombia, donde pareciera que los organismos policiales no miran, no ven lo que ocurre a su alrededor”.

Nadie contaba con este giro de los acontecimientos. Petro se había enfocado en frenar la violencia en el Catatumbo, donde se cuentan decenas de muertos ?un número todavía imposible de concretar? y más de 25.000 desplazados, en lo que las organizaciones sociales consideran ya una catástrofe humanitaria. Y de repente se encuentra en un enfrentamiento con el chavismo, con quien la relación es tensa desde que Colombia no reconociera la victoria de Maduro en las urnas y solo enviara al embajador en la autoproclamación del líder chavista. Ofendida, la plana mayor venezolana asegura en privado que Colombia es “un Estado fallido” y que su presidente no tiene legitimidad para reclamarle nada a ellos. En medio de esta crisis diplomática, un conflicto armado de grandes proporciones. La frontera continúa en llamas.