
El 9 de junio de 2013, la vida de Emma Carey dio un giro inesperado. En los imponentes Alpes Suizos, Emma y su amiga Jemma Mrdak decidieron vivir una experiencia llena de adrenalina: saltar desde un paracaídas a 4,200 metros de altura.
Por: El Diario NY
Emma, entusiasta y decidida, fue quien propuso la aventura, mientras que Jemma, algo reticente, aceptó acompañarla. Sin embargo, lo que prometía ser un emocionante recuerdo, se convirtió en un capítulo aterrador que marcó sus vidas para siempre.
El salto se realizó en tándem con instructores experimentados. Emma, acompañada de un experto en salto, se lanzó al vacío. Pero algo salió terriblemente mal. El paracaídas principal falló, y el de emergencia tampoco se desplegó correctamente, dejando a Emma y a su instructor atrapados en una caída libre sin control. En cuestión de segundos, la joven se enfrentó a lo impensable.
“Mis piernas no se movían. Mi alma se desplomó. El tiempo se congeló”, recordó Emma en una entrevista con The Guardian, 10 años después del accidente. Su cuerpo impactó contra un campo en Suiza, dejándola con fracturas en el esternón, la pelvis, el sacro y las vértebras, además de una lesión en la médula espinal que afectó su movilidad. Lo que siguió fue una lucha por la vida y, eventualmente, una historia de resiliencia que inspira a miles.
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