El párroco José Luis Lofrano Maturi cuestionó el pasado domingo la fuerte presencia policial y militar desplegada por Nicolás Maduro en la capital venezolana, a pocos días de que intente aferrarse al palacio de Miraflores.
lapatilla.1eye.us
“Por ahí en los finales del año 80, la tesis doctoral exigía aprender un idioma más, y se me ocurrió el alemán. Y bueno, fuimos invitados por el Senado de Berlín a aprender durante tres meses allá en Rede, se llamaba el pueblo. Fue entrar en otra cultura, pero había cosas que llamaban poderosamente la atención. Teníamos que cruzar la famosa Alemania Democrática. Y digo famosa porque ni era democrática ni era Alemania, pero había sido invadida por los rusos y por lo tanto una zona comunista. El autobús no se podía parar por el camino, pero tuvimos que pararnos pues, había que ir hacer nuestras necesidades. Y recuerdo que nos escoltaron desde el autobús hasta uno de estos restaurantes, que era zona neutral. Llegamos allí, interesante, yo que tenía el pasaporte venezolano, fui el único que no fue cacheado”, comentó Lofrano durante su homilía en la iglesia María Auxiliadora de Boleíta, estado Miranda.
“Cuando nos tocó visitar la Berlín Oriental, te paraban en un sitio donde había un espejo arriba, un espejo abajo, unos espejos a los lados. No se te ocurriese jamás llevar libros dentro del morral. Podías pasar un solo día allí y había que gastar 32 marcos al precio de los marcos de los otros alemanes. ¿Por qué cuento esto? Porque es horrible venir hasta acá y encontrar la calle full de soldados, de encapuchados, que tienen pasamontañas negros. Es horrible sentir que regresé a la Alemania Oriental. Y eso lo digo con conocimiento de causa, porque la desgracia de un ser humano es toda su historia. La va a cargar siempre, nadie la puede quitar, ni siquiera el Alzheimer te la quita, porque uno recuerda exactamente lo viejo y no lo contemporáneo”, explicó el padre.
“Y digo esto porque estamos celebrando el segundo domingo del tiempo de Navidad y nos han lanzado aquel evangelio que se recitaba todos los días en todas las eucaristías. Al final, lo llamaban el ‘segundo evangelio’ y era tan fuerte que lo aprendíamos de memoria, porque cada palabra aquí tiene un peso específico. ‘Él no nos lanzó al mundo. Él puso su carpa, su tienda entre nosotros. Se hizo uno de nosotros. Él, que era la gracia de Dios, nos inyectó en cada uno de nosotros la gracia. Nos abrió los ojos, nos dio horizontes, nos hizo soñar con lo que verdaderamente vale y es único y exclusivo'”, agregó Lofrano.
“Por eso, un domingo como este, que se acerca a aquel día tan fuerte, es un domingo que nos tiene que levantar los ojos hacia más allá. Esta no es la realidad que Dios quiere, ni la zozobra, ni la angustia, ni el dolor, ni esa sensación trágica de caminar como que ‘cállate, porque lo que sea dicho será puesto en tu contra’. No, la verdadera vida es la del Hijo de Dios. Y Él no vino para salvarnos con palabras bonitas. Él vino y dio su vida. Nosotros somos seguidores de alguien que tuvo la esperanza en sus manos y podía haber evitado todo lo que sufrió. No, lo asumió. Por eso, asumamos, como decimos en criollo, nuestro ‘gallo muerto’, y tenemos que echar hacia adelante porque sólo de esa manera se hace la esperanza hasta el final”, concluyó el párroco.