La vida es un viaje lleno de sorpresas, y para Edimar Piña de Herrera y José Herrera Dudamel, su historia de amor y emprendimiento comenzó con un simple “hola” después de 20 años de distanciamiento.
En #SoyVenezolano @nandasalas nos cuenta cómo lo que parecía un saludo casual se convirtió en el punto de partida de un destino lleno de momentos románticos, sacrificios y trabajo arduo, todo impulsado por la pasión por la cocina y el sueño de crear algo juntos @codigo58bk
Con tan solo 16 años, Edimar conoció a José, quien tenía 24, a través de un vínculo común: él era amigo de la familia de su ex pareja. En ese entonces, ninguno de los dos imaginaba que sus vidas se cruzarían nuevamente años más tarde. Edimar emigró a Ecuador, mientras José se fue a Estados Unidos, y el tiempo pasó sin que se cruzaran.
El reencuentro se produjo de una manera inesperada: el hijo de Edimar decidió saludar a José con un “hola”. Este pequeño gesto fue el principio de una nueva etapa para ambos. Decidieron intercambiar números de teléfono y comenzaron a comunicarse virtualmente. De esta manera, se forjó una relación que, a pesar de la distancia, floreció con llamadas diarias, videollamadas, y celebraciones de cumpleaños y fechas especiales. Fue entonces cuando José decidió viajar a Ecuador para compartir con Edimar en persona.
Sin embargo, las autoridades migratorias no le permitieron ingresar a Ecuador. En lugar de rendirse, José y Edimar tomaron una valiente decisión: volar a Venezuela, sin imaginar que el destino los reuniría en el mismo vuelo. Al llegar a Venezuela, después de 20 años sin verse físicamente, José no dudó y le pidió matrimonio a Edimar.
El amor había pasado la prueba del tiempo y de la distancia, y en su nueva vida como pareja, no se conformaron con solo compartir su amor. Decidieron emprender un negocio juntos, con la esperanza de alcanzar sus sueños. Sin embargo, los desafíos no tardaron en llegar. Al principio, la pareja no tenía suficiente dinero y se endeudó para financiar su proyecto.
La suerte parecía no estar de su lado. Tras un año de esfuerzo y sacrificios, la incertidumbre estaba al borde de su vida empresarial: cerrar o continuar. Fue en ese momento que decidieron hacer un último intento, pidiendo ayuda al artista digital @neurokiller y del youtuber @esmanudominguez, quienes les dieron visibilidad en redes sociales. La respuesta fue abrumadora. Los pedidos comenzaron a llegar de todas partes y, para su sorpresa, su negocio fue incluido en Google Maps. Así nació Código 58 @codigo58bk, un restaurante de comida venezolana en Nueva York que conecta a los inmigrantes con su país natal, ofreciendo platos como arepas y música típica.
En este proceso de consolidación, la pareja no solo se enfrentó a los desafíos de la vida empresarial, sino que también vivió una importante evolución personal. Lo que comenzó como un sueño compartido de amor y emprendimiento se convirtió en un símbolo de perseverancia, fe y unión. “Código 58” no solo se trata de comida, sino también de crear un espacio donde los venezolanos y latinoamericanos puedan conectarse con su país y su cultura a través de la gastronomía.
Hoy, Código 58 no solo es un símbolo del amor que cruzó fronteras, sino también un testimonio de la perseverancia y la importancia de no rendirse nunca. Con su restaurante, Edimar y José no solo venden comida, sino que venden su historia, su esfuerzo y su corazón. La historia de esta pareja es una inspiración para todos aquellos que sueñan con un futuro mejor, pero también para aquellos que creen que el amor, más allá de las fronteras físicas, puede superar cualquier obstáculo.
“El amor sí existe, y las oportunidades también”, aseguran, reafirmando que, aunque las fronteras físicas pueden separarnos, el amor y el emprendimiento pueden unirnos en formas sorprendentes.
Redacción: @careduescobar
Edición: @rebecafloresl