“Cancelado nuestro tour por Venezuela. Gracias a todos los involucrados por intentarlo. Así es como nos despedimos de nuestro país hasta nuevo aviso. Nuestra música no está hecha para dividir… Paz… Cambio y fuera”. La banda venezolana de rock/reggae Rawayana, liderada por el popular Beto Montenegro, decidió dar un paso a un lado y suspender la esperadísima serie de conciertos por su país. Las amenazas de Nicolás Maduro y su ministro policial, Diosdado Cabello, así lo aconsejaron, pese a la expectación despertada por la gira mundial ¿Quién trae las cornetas? y tras el Latin Grammy -el tercero- que ganó hace unas semanas a la Mejor Canción Pop del año por Feriado.
Por: El Mundo
En el plan terror puesto en marcha por la revolución bolivariana para impedir el regreso de la democracia al país petrolero (el “cambio y fuera” al que se refiere con sarcasmo Rawayana) no hay espacio ni siquiera para la música libre. Dos de las víctimas de esta represión postelectoral son los jóvenes raperos Ulises Vergara (Aka Odiseo) y Luis Rodríguez (Aka Sobredosis), ambos de 18 años, encarcelados tras el 28 de julio.
Fue el propio Guerrero de la paz, como denomina la propaganda bolivariana a Maduro, quien atacó con saña la canción Veneka, interpretada por los Rawa y el rapero Akapellah. Veneco es la denominación peyorativa que se ha extendido por buena parte de Sudamérica junto a la diáspora venezolana, más de seis millones de emigrantes en la región. En Perú, unos músicos compusieron una canción xenófoba, en la que se insultaba sin tapujos a las emigrantes venezolanas.
“¡A las mujeres de Venezuela se les dice dignidad, se les dice respeto y se les dice venezolanas, no son venecas! Salgamos en defensa de la identidad de la mujer venezolana, tratan de desfigurar nuestra identidad. ¿Lo sabrá la gente que hizo esa canción? Esa canción tan insultante, tan horrible, no la embarró, la puso [en referencia a un excremento]”, vociferó Maduro fuera de sí en uno de sus múltiples actos políticos.
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