La receta que convirtió a Aaron Mendoza en el rey del pan venezolano en Houston

La receta que convirtió a Aaron Mendoza en el rey del pan venezolano en Houston

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Es imposible hablar del pan en Houston sin mencionar a Aaron Mendoza, un verdadero maestro de delicias típicas venezolanas que ha sabido amasar y hornear su éxito a fuego lento. Se convirtió en un referente para los aficionados de un buen cachito y los mejores golfeados de la ciudad. Pero si tienes dudas, hasta Miguel Cabrera lo puede confirmar.

Luego de su paso por MasterChef Latino, un huracán cambió sus planes y aunque su sueño parecía truncado, apenas era inicio de una aventura culinaria que lo impulsaría a diseñar una innovadora experiencia llamada “Panaaron”. Conoce al oriundo de “Caracas Downtown” que creó su propia receta del pan de jamón más famoso en los Farmers Markets y tiendas locales de Texas.





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La vida de Aaron parecía tomar un rumbo en el mundo del comercio internacional, tras estudiar en prestigiosas universidades venezolanas como la Simón Bolívar y la Marítima del Caribe. No obstante, las vueltas del destino lo llevaron a migrar a Estados Unidos en 2016 para buscar nuevos horizontes. 

“Siempre he tenido amor y pasión por la cocina”, dijo Aaron a La Patilla, al recordar cómo los olores de la sazón de su madre en Caracas lo marcaron desde pequeño.

“Mi pasión por la cocina nació en casa. Mi padre fue cocinero en varios restaurantes en Caracas. Adicional a eso, él le enseñó a cocinar a mi madre y la primera influencia de cocina y olores que tengo es gracias a ella. Fue tanto el tiempo que pasé con ella en la cocina que sin dudar me quedó ese amor por el arte culinario”, agregó. 

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Fue en Miami donde comenzó a despertar su interés por la panadería, aunque la migración estuvo marcada por un proceso de adaptación importante de cuatro años que lo definiría más adelante.

“Elegí Miami porque ese es el puerto de entrada para todos los latinos en Estados Unidos (…) lo primero que debes aprender es que las responsabilidades económicas son importantes y se debe buscar la manera de tenerlas siempre al día. Entonces, en esos momentos cuando tienes tantas responsabilidades económicas, toca salir a la calle a lidiar con cualquier trabajo u oficio que te permita cubrir esos gastos”

Vientos de cambio

Casualmente, su primera aventura culinaria la experimentó en el programa MasterChef Latino, sin embargo, su participación se vio frustrada por una tormenta que le impidió continuar. 

“Desafortunadamente o afortunadamente llegó un huracán a Miami y en esa temporada que sucedió el huracán todas las comunicaciones se cayeron. Fue un verdadero problema poder estar comunicado debido al paso del huracán y no se pudieron comunicar conmigo para continuar en el proceso”, contó con una sonrisa, al aceptar que ese obstáculo, lejos de desilusionarlo, lo llevó a descubrir su verdadera pasión: el arte de hacer pan de jamón.

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El pan de jamón, una de las tradiciones navideñas más queridas en Venezuela, fue el punto de partida. Aaron decidió aventurarse en su elaboración casi por accidente, pero el resultado fue revelador. “Realicé esta receta 100 % manual. No tenía para ese momento una amasadora, una batidora y el resultado fue fenomenal. La verdad quedé súper satisfecho por el resultado que obtuve a pesar de no tener conocimiento. Simplemente seguí una receta paso a paso”, relató.

Lo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en un emprendimiento. Ese diciembre, vendió veinte panes de jamón, tras la idea de un amigo, y todos quedaron encantados con su sabor. Fue entonces cuando supo que había encontrado su camino.

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Sin conocimientos previos en panadería, Aaron decidió que era hora de aprender. Y lo hizo de una manera poco convencional: a través de Skype. Su maestro fue Julio Díaz, un panadero venezolano que aceptó el desafío de enseñar sin poder probar una sola de sus creaciones. 

“Fui su primer alumno online y la verdad fue un verdadero reto, pero todo resultó muy satisfactorio porque logramos sacar ese curso de panadería profesional en aproximadamente tres meses”, comentó. 

Un “pana” en Houston

Así, en 2017, nació “Panaaron”, una fusión entre su nombre y la palabra “pan”, que refleja tanto su esencia como su misión. “Resultó un nombre super jocoso y pegajoso porque puede tener tres significados. ‘El pana Aaron’, ‘el pan Aaron’ o ‘los panes de Aaron’. Entonces ahí fue el momento en que decidí que de este oficio iba a ser el resto de mis siguientes años”. 

Guiado por su espíritu inquieto, se dedicó a perfeccionar la receta del pan de jamón que ahora es el corazón de su negocio. “Lo hice a través de la práctica. Logré llegar a ese punto de la masa suave y esponjosa con mucho sabor y que resistiera la cantidad de humedad que tiene el relleno. La mejoré luego de los años de haber recibido el curso de panadería y seguir estudiando por mi cuenta todo este mundo de panadería que es infinito”, acotó.

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El criollo también se propuso el reto de permanecer fiel a las recetas tradicionales de su país mientras se adaptaba a los gustos del mercado estadounidense. Esta combinación le permitió conectar con su historia y los recuerdos de las personas que consumían sus productos. Al mismo tiempo, le brindó la oportunidad de enseñarle a los turistas “a qué sabe Venezuela”.

Y precisamente en este punto, recordó uno de los momentos más gratificantes de su trayectoria, que ocurrió cuando se convirtió en proveedor de una agencia de festejos en Miami, al elaborar aproximadamente 250 panes de jamón para sus celebraciones. “Fue algo muy satisfactorio y que se conectaran con las nostalgias, ya que de alguna u otra forma en el proceso migratorio uno siempre queda amarrado a los recuerdos y el haber logrado eso, me dio una razón más para mantener el sabor de nuestros productos vivos”.

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Paralelamente, “Panaaron” encontró su hogar en los Farmers Market de Houston, donde ha compartido la magia de la gastronomía venezolana con un 98% de los clientes de la ciudad. “He estado muy al pendiente de poder replicar los sabores de nuestros productos con ingredientes locales (…) personas que no tenían ni la más mínima idea de qué era un pan de jamón, un cachito, un golfeado con queso, un pan andino, se enamoraron y se volvieron clientes. Inclusive son amistades que hoy en día mantengo”, afirmó.

“El pan de jamón fue prácticamente el que me abrió las puertas a esos Farmers Market”, detalló Aaron. Pero su éxito no se quedó solo en el sabor; fue su habilidad para conectar con las comunidades lo que hizo que su negocio creciera como la masa en el horno.

La vitrina del éxito

Las redes sociales fueron su primer trampolín para darse a conocer, pero los Farmers Market se convirtieron en su verdadera plataforma de expansión. Aaron, además de ofrecer panes, introdujo un trozo de Venezuela en cada bocado. 

“Me concentré en ubicar los Farmers Market más importantes alrededor de la ciudad y nunca dejé de realizar el pan de jamón porque a través de esos canales de venta también logré posicionar los cachitos, golfeados con queso de mano y panes andinos”, explicó. 

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Su dedicación lo posicionó como un referente también para otros emprendedores venezolanos. “Los he apoyado desde mi conocimiento y experiencia para que estas personas también sigan adelante con sus negocios. Entonces el aporte no solamente ha sido para el cliente local, sino también para estos emprendedores que de una u otra forma han deseado abrir sus negocios y seguir mis pasos”.

La apuesta por mantener la autenticidad de sus productos, más allá de otorgarle el reconocimiento, logró que sus panes se convirtieran en protagonistas de momentos importantes. En Texas, una festividad tan arraigada como el Día de Acción de Gracias el pan de jamón de “Panaaron” fue adoptado como parte del menú. 

“Ha sido algo maravilloso porque normalmente celebran esta festividad comiendo pavo, pero adicional han incluido el pan de jamón”, mencionó emocionado. Para el caraqueño visionario, esto es más que un logro comercial; es una manera de hacer que la cultura venezolana se sienta en cada mesa del sur de Estados Unidos.

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Uno de los mayores retos para Aaron fue educar a los clientes estadounidenses sobre estos sabores únicos. Al principio, muchos llamaban al pan de jamón “ham bread”, pero Aaron decidió defender la esencia de sus productos. “Logré que los clientes llamaran los productos por su nombre”, señaló. Aunque el verdadero desafío vino con el cachito, ya que a menudo se confundía con el popular kolache texano.

“Acá en Texas los kolaches son muy populares, pero pensé: ‘Sí, al taco le llaman taco, a las pupusas le llaman pupusas, ¿por qué le van a llamar a los cachitos kolaches?’. Entonces, me centré mucho en mantener el nombre original del producto y logré que las personas le llamaran cachito”. 

Expansión sin límites

El cachito de jamón y queso, un clásico que siempre se roba los aplausos, es solo el comienzo. Mendoza consiguió que otros productos tradicionales, como el pan andino y los golfeados con queso de mano, crucen fronteras.

“Posicioné los panes andinos en cinco sabores: pan de guayaba, de arequipe, de queso, de guayaba con queso y el tipo camaleón”, declaró. Estas creaciones, que empezaron en su cocina, ahora forman parte de vitrinas en distintos puntos de Texas y otros estados como Colorado y Atlanta.

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En poco tiempo, “Panaaron” conquistó a los paladares más exigentes y llegó a mercados que inicialmente parecían inalcanzables. “Las personas se dieron cuenta de la calidad del producto y del servicio que ofrecemos”, destacó “el rey del pan venezolano”, al resaltar la confianza que los consumidores depositaron en su marca.

Actualmente, los productos de “Panaaron” pueden encontrarse en diez puntos de venta alrededor de Houston, pero eso es solo una parte del alcance. Mendoza trasladó su marca a otras urbes como Corpus Christi, San Antonio, Austin y Dallas. “Próximamente estaremos presentes en otros estados como Florida”, reveló con una visión que parece no tener límites.

Futuro en el horno

El sueño de Aaron aún no se materializa por completo, pues dejó claro que espera crecer aún más en la industria del pan, incorporar nuevos productos y expandir su marca en cada rincón de Estados Unidos. “De momento, estamos concentrados en sacar unas líneas congeladas también, porque la clientela lo ha pedido. De alguna forma han hecho de mis productos partes de su día a día. Los cachitos siempre se han movido muchísimo y la gente los pide porque es un desayuno rápido, rico, nutritivo y económico”.

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Asimismo, el modelo de negocio de “Panaaron” se mantiene centrado en la venta al mayor. Sin embargo, Mendoza trabaja para llevar la experiencia al siguiente nivel. “Queremos expandirnos hacia tiendas más grandes o cadenas de supermercados”, aseveró sin dejar de mencionar que ya visualiza la posibilidad de abrir una tienda al detal: “Algo tipo café, donde la gente pueda pasar y comerse un producto recién horneado también. Eso está en proyecto”.

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Por otra parte, Aaron no descartó la idea de llevar su emprendimiento a otras latitudes. “He tenido conversaciones con personas fuera de Estados Unidos que les ha gustado mi modelo de negocio porque la comunidad lo necesita y para que otras nacionalidades prueben a qué sabe nuestra tierra”.

A pesar de sus éxitos y aspiraciones, Aaron nunca olvida sus raíces. “Lo que más extraño de Venezuela es su gente, las playas, las montañas”, dijo con un toque de nostalgia. Habló del Ávila como un símbolo de conexión, ese lugar que, aunque ya no puede visitar, sigue presente en su memoria. “Ese calor humano que nos distingue a los venezolanos en el mundo (…) Definitivamente, Venezuela como tal es algo maravilloso que solamente se puede vivir en el país propiamente”.