Nuevo boom de la ketamina en EEUU: así avanza el consumo del fármaco que acabó con la vida de Matthew Perry

Nuevo boom de la ketamina en EEUU: así avanza el consumo del fármaco que acabó con la vida de Matthew Perry

Manos de un doctor sosteniendo un vial de ketamina en la Clínica MindPeace.GETTY IMAGE

 

El consumo de ketamina está en auge en Estados Unidos, espoleado por ricos y famosos en busca de otro tipo de droga recreativa y por clínicas médicas que se están enriqueciendo con los tratamientos para tratar la depresión y la ansiedad. El caso de la muerte de Matthew Perry en octubre del año pasado, además, ha puesto más atención que nunca sobre un mercado negro donde se mueven gran cantidad de dosis por fuertes sumas de dinero.

Por El Mundo

Perry, que falleció por los efectos del anestésico en su casa de Los Ángeles, llegó a pagar hasta 55.000 dólares a una red formada por narcotraficantes y médicos que sabían de su adicción y la explotaron al máximo en los últimos meses de su vida. Solo el año pasado, las autoridades fronterizas incautaron más de 4.000 kilos de ketamina y el anterior 7.000 kilos, señal inequívoca de la demanda que existe en la primera potencia mundial.

El mismo presidente de la Asociación de Médicos de Ketamina de EEUU, David Mahjoubi, reconocía en una entrevista con la BBC que conseguir el medicamento “es súper fácil. Yo tengo celebridades que reciben una prescripción mía. No es nada difícil”. La influencia de determinados nombres conocidos hace más fácil que muchos galenos bajen la guardia y obvien la ética que se le presupone al colectivo médico.

Es un tema que lleva coleando desde mucho antes de la muerte de Perry. Steven Siegel, profesor y presidente de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de California (USC), explica a El Mundo que el uso de ketamina “no es nada nuevo. Es un tratamiento que se ha usado para combatir la depresión profunda durante varios años, más de una década, de hecho”.

Aclara, además, que no solo no es peligroso “si se administra dentro de un marco profesional”, sino que “en pequeñas dosis es increíblemente efectivo para tratar depresiones severas, de acuerdo con estudios muy bien documentados”.

El problema, explica, es que al no estar aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) para paliar la depresión, se han disparado los tratamientos en clínicas como las de Mahjoubi y páginas web que cobran cifras disparatadas por un medicamento que puede costar dos dólares o menos por dosis. “Es el mercado el que está dictando el precio, no los seguros médicos, y por esos los márgenes de ganancia son astronómicos para esos centros”, explica Siegel. Se pagan hasta 1000 dólares por inyección.

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