La espía que usaba la cama para conseguir información de los nazis: “No me avergüenzo, así salvé miles de vidas”

La espía que usaba la cama para conseguir información de los nazis: “No me avergüenzo, así salvé miles de vidas”

Amy Elizabeth Thorpe era su verdadero nombre, pero en los años de la guerra se la conoció por muchos otros: Betty Pack, Amy Pack, Amy Thorpe, Elizabeth Thorpe, Elizabeth Pack – como la identificaba su legajo en el FBI – y Elizabeth Thomas, de profesión periodista

 

Años después de la guerra, en su castillo medieval de Castelnou, en los Pirineos franceses, la señora Amy Elizabeth Thorpe ni siquiera se inmutó cuando un periodista británico se atrevió a preguntarle si no se avergonzaba de los métodos que había utilizado para cumplir sus misiones de espionaje. “¿Avergonzada? En absoluto. Mis superiores me contaron luego que como resultado de mi labor se pudo salvar la vida a miles de británicos y americanos. Mi trabajo me llevó a involucrarme en situaciones ante las cuales las mujeres respetables retroceden, pero mi compromiso era total. Las guerras no se ganan con métodos respetables”, respondió.

Por infobae.com





Para entonces, la señora Thorpe Brousse – un segundo apellido que agregó luego de casarse con su último marido – era una leyenda en el mundo del espionaje de la Segunda Guerra Mundial, donde supo combinar de manera casi novelesca el trabajo con el placer. Por eso se la solía comparar con su colega en el MI6, el serbio Dusko Popov, un hombre que también había hecho del espionaje una fuente de placer, y también – si se buscaba un personaje de ficción – con el James Bond de las novelas escritas por otro antiguo espía llamado Ian Fleming.

Amy Elizabeth Thorpe era su verdadero nombre, pero en los años de la guerra se la conoció por muchos otros: Betty Pack, Amy Pack, Amy Thorpe, Elizabeth Thorpe, Elizabeth Pack – como la identificaba su legajo en el FBI – y Elizabeth Thomas, de profesión periodista. Fue William Stephenson, su jefe en el MI6 – el servicio de espionaje exterior británico –, quien le dio el nombre en clave que solo se pudo asociar a su verdadera identidad después de la victoria de los Aliados: “Cynthia”.

Si bien durante la guerra, el MI6 incorporó muchas agentes mujeres, su distribución era desigual: la mayoría – algunas de ellas en cargos de importancia – estaba dedicada a tareas de organización y descifrado de claves en Londres, mientras que muy pocas fueron asignadas a las riesgosas misiones de campo en territorio enemigo o en las capitales de países de interés. Cynthia fue, desde el principio, una de ellas.

La pregunta del periodista británico que la entrevistó en su castillo francés tenía su fundamento y se refería a eso. Porque para cumplir con sus encargos, Amy Thorpe no vaciló en utilizar de manera audaz su belleza para seducir a cuanto hombre – diplomático o espía enemigo – para sacarle información. Así pudo acceder a las embajadas de Japón y de Italia en Washington antes de que los Estados Unidos entraran en la guerra, conseguir en Varsovia, en 1938, información sobre los planes de Adolf Hitler sobre Polonia y Checoslovaquia, y obtener en 1941 – con un plan de película – una copia de los cifrados navales franceses guardados en una caja fuerte de la representación de Vichy ante el gobierno estadounidense.

Una chica sin prejuicios

Amy Elizabeth Thorpe – Betty para la familia y los amigos – nació el 10 de noviembre de 1910 en Minneapolis. Su padre, George Cyrus Thorpe era un oficial de la Marina y abogado que, una vez que dejó las filas, cumplió destinos en las embajadas de varios países europeos. Su madre, Cora Wells Thorpe, graduada con honores en la Universidad de Michigan y con estudios en la Sorbona y en la Universidad de Múnich

La futura espía conoció desde chica el mundo de la diplomacia y la política bajo la influencia de su padre, y se educó escuelas privadas europeas destinadas a los hijos de las elites. Al terminar el secundario, estudió en la Sorbona y después, de regreso en los Estados Unidos, en la Universidad de Columbia. Antes de cumplir los 20 años se reveló como una escritora precoz con la publicación de “Fiorella”.

Para entonces, Betty ya sabía – y mucho – de romances. Algunos biógrafos aseguran que tenía amantes desde la adolescencia, pero el único dato comprobable es que quedó embarazada a los 19 años, lo que la llevó a casarse con Arthur Pack, un diplomático británico veinte años mayor que ella, que no era el padre de la criatura. El matrimonio le dio a Amy la doble nacionalidad británico-estadounidense; al hijo, un varón que nació cinco meses después de la boda, lo dieron en adopción.

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