El estadounidense Noah Lyles, con su oro en los 100 metros con marca personal (9.79), y la ucraniana Yaroslava Mahuchikh, vencedora en salto de altura, pusieron en pie al Estadio de Francia con dos actuaciones sobresalientes que les valieron para entrar en el olimpo de los grandes campeones olímpicos.
Lyles, al igual que hizo el año pasado en los Mundiales de Budapest, volvió a demostrar que es el hombre más rápido del mundo. En esta ocasión puso en pie a los asistentes a una de las finales olímpicas más esperadas y que se adjudicó por solo cinco milésimas sobre el joven velocista jamaicano Kishane Thompson, que se ilusionó con arrebatar el trono a su rival, igual que su compatriota, el también estadounidense Fred Kerley, tercero.
El velocista de Florida, de 27 años, afrontó la final consciente de que los casi 80.000 espectadores que abarrotaron el Estadio de Francia estaban pendientes de él y él respondió montando un ‘show’ antes de la carrera, alentando al público, dándose golpes en el pecho y haciendo gestos de complicidad con la grada.
La otra gran protagonista de la jornada fue Yaroslava Mahuchikh, que siempre estará unida a París. El 7 de julio de este 2024 batió en el estadio Charlety, en la Liga Diamante, el récord del mundo de salto de altura que estaba vigente desde hace 37 años, desde 1987, cuando la búlgara Stefka Kostadinova llegó en Roma a los 2,09 metros. Un mes después, al otro lado de la ciudad, al norte, la ucraniana se coronó en el Estadio de Francia campeona olímpica con una marca más discreta, dos metros.
En esta ocasión la marca no era importante, la clave era salir de la competición con el oro colgado y eso es lo que hizo la ucraniana, que, pese a tener la victoria ya asegurada con los dos metros, buscó rebasar el listón en 2,04 metros, algo que no consiguió.
EFE