William Anseume: ¿Se acata? ¿Se cumple?

William Anseume: ¿Se acata? ¿Se cumple?

Cuando niños, y algunos adultos no del todo rebelados, las únicas órdenes que se cumplían eran las de mamá. Aunque las órdenes de papa eran órdenes superiores, en algunos hogares faltaba o terminaban curiosamente en un entente simpático con uno. Incluyendo picada de ojo, gritos para que mamá oyera a lo lejos y sonrisa pícara de permiso para el niño que uno era.

Luego viene ese hermoso proceso de rebeldía, de enfrentamiento, el no me da la gana, característico de la adolescencia. El yo hago lo que quiero tan transformador, la búsqueda de la propia personalidad en un mundo chocante con el desenvolvimiento del ser. Allí todo es enfrentamiento. Y casi no hay orden que se cumpla, ni la de comer en familia a la hora, ni la de evitar salir a altas horas de la noche, a riesgo de todo, ni la de no consumir lo que provoque, asi sea por llevar la contraria.

Una frase de mamá seguramente retumba en todos, por ser de esas palabras icónicas en esas relaciones padres/hijos, de la heredad cultural y familiar tan nuestra. De aquellas épocas cuando todavía había familia y la desesperación no había cortado por la distancia de la huida, en búsqueda de refugio, la cercana relación familiar: ¿y si tus amigos se lanzan por un barranco tu lo vas a hacer?





La respuesta del rebelde siempre era y será un pues sí, aunque sea inaudible. Porque se trata también de la vida en conjunto, del disfrute de la vida común, del sufrimiento compartido también. Los convenios con la autoridad del padre y la madre se rompían muchas veces, horas de llegada, juntas malas, relaciones inaceptadas, embarazos indeseados, asistencia al liceo, qué comer y qué no, cuándo y qué beber, qué consumir en medio de lo prohibido.

En Venezuela, seguramente de época colonial, deviene una frase de esas culturales, pero con matiz político: se acata, pero no se cumple. Muestra de rebeldía que da cuenta de la contradicción abierta entre la palabra y la acción. Propia de quienes carecen de poder fáctico, pero que detentan un poder maravilloso, el poder de la realización en sus manos. Es una transformación del femenino no, pero abre las piernas, es una manera de expresar, muy venezolana a mi parecer, ese yo hago lo que se me dé la gana. No cumplo órdenes con las que no estoy de acuerdo. Pronto deberá sufrir una modificación más firme, para expresar: ni se acata ni se cumple. Aunque se produzca el directo enfrentamiento que la otra frase elude. ¿Será?