Desvergüenza y esperanza, por @ArmandoMartini

Desvergüenza y esperanza, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

En tiempos de menos zozobra, ascendidos por la fe ciega de fervorosos y producto de infames componendas, una oportunidad quedo sepultada en la miseria. Seleccionados por comunistas y feligresías socialistas, títeres autoritarios presumían pavoneos de representación procurando una imagen democrática. Sin embargo, el tiempo revela su naturaleza: son peones sin convicciones, rehenes de ambiciones y cómplices de la desolación que azota.

Períodos vencen, tiranías cambian de cuentas y atuendo. Un pasado que condena, un presente que avergüenza. La desfachatez quebró el frágil vínculo entre el ciudadano y la política. La confianza fue traicionada y el idealismo marchitado. El cuento benevolente se derrumbó y la cruda realidad emergió, se vendió la libertad a cambio del comunismo socialista. Palabras, otrora encendidas por promesas de mejoría, resuenan como ecos vacíos en medio del clamor de una patria que agoniza. Negociaciones a la sombra de la opresión y en la penumbra de la politiquería extorsionan conciliábulos, se desgajan en pedazos y planifican su venganza, pelean por botellas vacías y adjudicaciones bribonas en procesos de compra y venta mientras el país se hunde en la indigencia, e indiferentes buscan levantar sanciones a costa de perpetuar la dictadura.

Envueltos en lo viscoso de la política lombricera, melancólicos de entrevistas pasadas declaran en favor del engaño con beneficio. Antes, valedores de libertad y democracia, hoy, paladines ilegítimos, plagados de falacias que buscan confundir a una población exhausta. 

Fraude enrevesado de suspicacias y trajines. Son más los presos políticos, que cuando tenían el interés público de lo que hablaban. La dictadura estruja para sentirse poderosa. La ciudadanía huye despavorida en degradación y esclavitud, optan por separase de sus familias, ser explotados por el tráfico humano, tratantes de blancas y comercio de estupefacientes, para lograr una mejor calidad de vida, con alguna opción de prosperidad y libertad.

Defienden la despótica y abusiva ilegitimidad, para alabarse legitimidades que no tienen, usurpan representación, para negociar arreglos que permitan resistir con menos tenebrosidades. Brotan del sigilo mequetrefes para concebir garantías y argumentar justificaciones a lo inmoral; y como tontos útiles, establecen posiciones que alivien las penas oficiales, y de ruines destructores que hacen creer, no han arruinado tanto, y que la destrucción es pecado en revisión.

Defraudadores que confunden delitos con regreso del bienestar. Aliados de asociaciones denigrantes, se asoman escurridizos, exponiendo su estulta colaboración, cooperadora en una estafa, propician como purgante para que cuando duela no lloriqueen. Endulzando bembas como pretexto de expectativas falsas, a cuenta de ingenuos que acuden a sus prédicas, para presionar botones del fraude.

Recordando épocas remuneradas y sueños tergiversados, la irresponsabilidad se entretiene y deleita con su mirada torcida. La oportunidad miserable del oportunista, cuando sin rubor ni pudor exclama: que haya exiliados, presos e inhabilitados no es razón para enojarse. Despachando al carajo a enfermos y hambrientos, familias de torturados y asesinados, peor, olvidando denuncias ante la Corte Penal Internacional, delitos de Lesa Humanidad y violaciones a los Derechos Humanos; guardan silencio encubridor, sobre invasiones pacíficas por autorizadas, delincuencia y narcotráfico. Así piensan alimañas y sabandijas. Nunca tan nítida y diáfana la pequeñez. Se disfrazan de corderos mientras ahogan al pueblo en la desesperanza. La calle afligida, corrobora la ruptura de la relación. 

Un país digno, honorable, rechaza lo incivil. La confesión forzosa, es desvergüenza impuesta y la ciudadanía decente lo repudia. El desahogo de complicidad con la tiranía es afrenta al honor nacional. Y, por ello, exige un cambio del sistema socialista, a un rumbo liberal que conduzca a la verdadera libertad y democracia. Es hora de reconstruir sobre la base de la honestidad, transparencia y compromiso genuino.

A pesar de la desolación, la esperanza no se extingue. La lucha continúa, impulsada por la valentía y determinación de quienes se niegan a vivir bajo el yugo de la opresión, anhelando un mañana donde la libertad impere, la democracia florezca y el bienestar ciudadano sean prioridad. Rechazar la procacidad y abrazar la esperanza, para que el impudor no quede impune, es un grito de dignidad. La ciudadanía, alza su voz contra la arrogante autocracia y pone fin a la pesadilla.

@ArmandoMartini

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