Hoy 4 de julio inicia formalmente la campaña electoral, pero que comenzó desde que Edmundo González y Maria Corina Machado hicieron llave para liderar el cambio en Venezuela.
En esta campaña electoral, hemos visto confluir lo más hermoso de la entrega de un pueblo que anhela desesperadamente un cambio y lo más nefasto de un régimen que, con sus trampas y persecuciones, intenta en vano detener ese deseo ardiente.
La valentía y la determinación de los venezolanos brillan más fuerte que nunca, enfrentándose a la adversidad con esperanza, solidaridad, dolor y alegría. Todo junto. A pesar de los esfuerzos del régimen por socavar este proceso de liberación, el pueblo permanece inquebrantable, cada vez más decidido a mostrarle que ya decidió.
Este 28 de julio representa la sexta elección presidencial desde que llegó al poder Hugo Chávez. Y me quiero detener en el mensaje que transmite ese número.
El número seis a menudo simboliza armonía, equilibrio y orden. Esta sexta elección podría representar la oportunidad para un nuevo comienzo en Venezuela, un renacimiento que traiga equilibrio y estabilidad después de años de turbulencia.
Tras años de polarización. podría ser el punto de inflexión hacia el rescate de la democracia y para que los venezolanos restablezcan su fe en el proceso electoral y en la importancia de sus instituciones.
Con cinco elecciones previas desde que inició este régimen, el país ha pasado por experiencias frustrantes. Esta sexta elección representa la madurez política de la ciudadanía, habiendo aprendido de los errores del pasado y estando preparada para la decisión más importante: reconstruir el país y reunir a la familia venezolana.
Y, sobre todo, esta elección podría simbolizar un llamado a la transparencia y a un proceso electoral limpio y justo, donde la voluntad del pueblo se respete. Una oportunidad para reafirmar el compromiso del país con los derechos humanos y las libertades fundamentales para vivir en paz.
Sin embargo, debemos ser conscientes de los riesgos que enfrentamos si no logramos cumplir con estos buenos propósitos.
Si no aprovechamos esta oportunidad histórica para renovar nuestra democracia y trabajar juntos hacia un futuro mejor, corremos el peligro de caer aún más en la desesperación y el caos.
La acción perversa de algunos podría llevar a una profundización de la crisis económica, una mayor erosión de las instituciones y una mayor violación de los derechos humanos.
El destino de Venezuela está en nuestras manos, y es crucial que actuemos con determinación y esperanza para evitar un futuro sombrío y asegurar un país próspero y justo para todos.
Este 28 de julio no se trata solo de una elección; se trata de nuestro futuro, el futuro de nuestros hijos y el futuro de Venezuela. ¡Este es el momento de hacer historia!
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