La abogada mexicana y presidenta del Servicio Jesuita de Refugiados en México, Karen Pérez, advierte de que existen “más retos que logros” en cuanto a la protección de derechos de los refugiados en México, con una cronificación de la crisis migratoria en el país.
En una entrevista con EFE con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra este jueves, Pérez remarca que es un desafío “pensar en acciones puntuales que permitan a estas personas tener un espacio digno y seguro” en México y habla de “un futuro nada alentador” en el país, al que cada día llegan entre 6.000 y 8.000 personas en busca de refugio.
“Atraviesan miles de kilómetros, países completos, e incluso continentes, para solicitar protección internacional en México”, asegura Pérez, que asevera que el país no está preparado para absorber semejante flujo de desplazados.
A su llegada a México, muchos se encuentran con la dificultad de no ser reconocidas como refugiadas y quedan en situación irregular, sin acceso a derechos básicos como recibir educación o tratamientos médicos, o adquirir una casa.
“El desplazamiento, la movilidad, la migración, el refugio es algo que va a ir en aumento”, detalla la activista, que lamenta la falta de disposición y de recursos para garantizar los derechos de los refugiados.
Gran parte de estos migrantes que llegan a México lo hacen desde Honduras, Guatemala, Venezuela, Haití y otras naciones del Caribe y Centroamérica.
Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la llegada de personas de otras nacionalidades debido a la proliferación de redes de trata.
“Tenemos personas de Uzbekistán, Kazajistán, Pakistán, Irán, Bangladesh, Mauritania, que incluso se mueven con el tráfico de personas”, comenta la abogada, que incide en que presentan una mayor vulnerabilidad.
La migración o “el negocio más amplio de México”, como la define Pérez, involucra a muchas partes que se lucran a partir de este fenómeno, por lo que insta a México a comprender su propia historia de migración y mirar a los refugiados desde un espacio de “reconciliación” y “hospitalidad”.
“Escuela refugio”: La educación como fuente de integración
El Servicio Jesuita de Refugiados ha lanzado la campaña “Escuela Refugio” con la que pretende concienciar acerca del derecho vulnerado de 72 millones de niños desplazados para acceder a una educación de calidad.
Pérez remarca que la educación es la vía por la que los niños y adultos refugiados pueden reintegrarse en los países que los acogen.
“Hemos visto a familias que han podido establecerse en una comunidad, integrarse a ella misma, ser miembro activo de la comunidad”, comenta Pérez con respecto a los beneficios de que niños y adultos vayan a la escuela en un entorno seguro.
La organización ofrece cursos de enseñanza para todas las edades a través de escuelas particulares y proporciona el acceso a becas para que los adultos puedan aprender un oficio.
“Hay escuelas en donde ya vemos muchos más niños y niñas que están en diferentes grados y nos decían los profesores que son niños felices, que no se sienten distintos a los demás”, dice Pérez, que incide en que existe una notoria diferencia en la integración entre aquellos niños que van a la escuela y los que no.
Las trabas burocráticas y la falta de voluntad a nivel nacional, no obstante, impiden que muchos refugiados accedan al sistema educativo mexicano: “Nosotros sí tenemos voluntad, pero el sistema educativo en México no la tiene”.
EFE