Hace veinte años, el dron era una rareza en los conflictos. En 2003, el primer año de su guerra en Irak, Estados Unidos contaba con unos míseros 163 drones, alrededor del 1% de toda su flota de aviones. Ahora han pasado a dominar el campo de batalla y se han extendido por todo el mundo. Tanto Rusia como Ucrania dependen de los drones para detectar objetivos o destruirlos directamente. Se trata de aparatos pequeños y baratos que pueden fabricarse en grandes cantidades: el batallón ucraniano medio consume 3.000 al mes, afirma Jahara Matisek, profesor de la Escuela Naval de Guerra de Estados Unidos. Pero un artículo que publicará próximamente el Centro para una Nueva Seguridad Americana (CNAS), un grupo de reflexión de Washington D.C., muestra por qué una guerra de aviones no tripulados en Taiwán sería muy distinta de la que se ha desarrollado en Ucrania.
Hace una década, los drones dominantes eran las grandes versiones de ala fija, como los estadounidenses Predator y Reaper, que desempeñaron un papel importante en las campañas antiterroristas de Estados Unidos en todo el mundo. En los últimos años han cobrado importancia las municiones merodeadoras, a veces llamadas drones kamikaze. Taiwán podría utilizar drones kamikaze, como los de tipo carrera con visión en primera persona (fpv) empleados en Ucrania, para abatir una fuerza de desembarco china en las playas. Estados Unidos también podría “inundar el espacio aéreo” con miles de drones kamikaze de mayor tamaño para atacar cualquier barco a la vista, afirman Stacie Pettyjohn, Hannah Dennis y Molly Campbell, autoras del trabajo. Ambas partes también utilizarían drones para labores de inteligencia y vigilancia.
El problema es el alcance. La mayoría de los pequeños cuadricópteros utilizados en Ucrania sólo pueden recorrer unos pocos kilómetros. Incluso el Bayraktar TB2 de ala fija, que transporta misiles, sólo puede recorrer unos 300 km. La base estadounidense más cercana a Taiwán, en la isla japonesa de Okinawa, está a más de 800 km del estrecho de Taiwán.
Estados Unidos podría utilizar naves nodriza más grandes para transportar flotas de drones más cerca de sus objetivos, pero la flota de aviones de transporte y bombarderos del país ya está “muy solicitada y… sobrecargada”, señalan los autores. Una alternativa sería colocar drones en Taiwán con antelación, aunque al Pentágono podría ponerle nervioso la reacción hostil de China ante cualquier medida de este tipo. Así pues, el estudio del CNAS recomienda que Estados Unidos desarrolle no sólo una amplia gama de aviones no tripulados, sino también una clase “mucho mayor” de aparatos sin tripulación que los que han destacado en Ucrania y otras zonas de guerra recientes.
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