En el departamento del Cauca, las Farc tienen una república independiente, una especie de zona de distensión que funciona ante los ojos de un Gobierno que perdió completamente el control. Los criminales dominan todo y desde ese rincón del país les declararon la guerra a los colombianos.
Los habitantes describen lo que están viviendo como una dictadura del horror que secuestra, asesina, destierra, obliga a los ciudadanos a transitar carnetizados y hasta los someten a sembrar coca y marihuana. Es un ‘Estado’ aparte, donde los violentos tienen aterrorizados a decenas de miles de civiles inocentes.
Es tanto el poder de las disidencias de las Farc en el Cauca que en menos de diez días activaron carros bomba en la vía Panamericana y en el municipio de Miranda. También atacaron con fusil a la policía de Corinto y Caloto en pleno casco urbano. A diario realizan retenes en carreteras principales y tienen oficinas de expedición de carnets de circulación para poder transitar sin problema en los horarios establecidos por los criminales.
Un equipo periodístico de SEMANA se internó por varios días en el corazón de la barbarie, en los municipios de Corinto, Caloto, Miranda, Toribío, Buenos Aires, Suárez, Santander de Quilichao, Cajibío, Caldono, Balboa, Bolívar y Argelia, el principal centro criminal de las disidencias de las Farc y del temido Mordisco. Allí, los reporteros tuvieron que sortear varios retenes de milicianos de las estructuras Dagoberto Ramos, Jaime Martínez y Carlos Patiño, y en algunos momentos fueron intimidados y obligados a salir de la zona.
En estos municipios hay “manuales de convivencia” diseñados por las autodenominadas Farc-EP, en los que se prohíbe la circulación de motociclistas con casco y carros con vidrios arriba.
La velocidad por encima de los 40 kilómetros por hora está vedada, así como transitar después de las ocho de la noche, entre otras medidas restrictivas que se deben cumplir a rajatabla para evitar multas de 5 millones de pesos o secuestros que terminan con días de trabajos indignos y pesados, a sol y agua, en carreteras que estos criminales están abriendo en medio de la selva para conectar el área montañosa con el Pacífico caucano.
Más detalles en la REVISTA SEMANA