Con una plétora de investigaciones, Alexandre de Moraes ha sido implacable contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro. Ahora, en su cruzada contra la desinformación en línea, el juez de la corte suprema se ganó otro adversario, el magnate Elon Musk.
De semblante adusto en las audiencias, pero con fama de humorista tras bambalinas, el magistrado, de 55 años, libra una pugna con el propietario estadounidense de X, Tesla y SpaceX.
Musk, que no esconde sus ideas conservadoras, amenazó este mes con desobedecer las órdenes del magistrado de bloquear cuentas de usuarios en X – muchas de aliados de Bolsonaro – y lo llamó “dictador”.
En respuesta, “Xandao”, como se le conoce, lo incluyó en una investigación por “instrumentalización criminal” de las redes sociales.
La extrema derecha aprovechó para pedir de nuevo la destitución del magistrado, a quien ve como un villano, símbolo de una supuesta censura y de abuso del poder judicial.
Pero en un Brasil polarizado, muchos también ven a este hombre calvo, que además preside el Tribunal Superior Electoral (TSE), como un héroe que salvó la democracia de los arrebatos del bolsonarismo contra las instituciones.
“Animal político”
Su ascenso como némesis de los conservadores no era el destino más esperado para este abogado constitucionalista y profesor de Derecho de la Universidad de Sao Paulo (USP), que escaló en la política de mano de organizaciones de centroderecha y derecha.
Fue secretario de Seguridad del estado de Sao Paulo, donde fue acusado de mano dura en la represión de movimientos sociales.
Al Supremo Tribunal Federal (STF) llegó en 2017, indicado por el expresidente conservador Michel Temer (2016-2018), de quien había sido ministro de Justicia.
“Aunque su carrera meteórica tiene un lado jurista, lo que lo puso en el STF, y el 99% de su carrera, es la política. Es un animal político”, dice a la AFP el experto constitucional Antonio Carlos de Freitas.
Y “navega bien por varios ambientes, incluyendo las fuerzas armadas”, asegura a la AFP una funcionaria del TSE.
“Canalla”
Entre los pleitos de Bolsonaro (2019-2022), Moraes está al frente del mayor dolor de cabeza para el expresidente: una investigación sobre su participación en una supuesta trama golpista para evitar el regreso al poder del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
También lo investiga como presunto instigador del asalto a las sedes de poder en enero de 2023 en Brasilia por parte de seguidores suyos, disconformes con la victoria electoral de Lula.
Durante el agitado mandato de Bolsonaro, el juez ordenó además la apertura de investigaciones contra aliados y su actuación crispó tanto al entonces presidente, que este lo tildó de “canalla”.
“El bolsonarismo halló en Moraes un enemigo, en la medida en que le impuso las mayores derrotas en el STF”, dijo Freitas.
El año pasado Bolsonaro fue inhabilitado por ocho años por mentir sobre el sistema electoral.
Muchos no se sorprenden de que el supuesto plan golpista del expresidente previera la captura de Moraes, según la policía.
Contra la desinformación
Moraes, cuya tesis para el puesto de profesor en Derecho Electoral de la USP tituló “El nuevo populismo digital extremista”, también se hizo omnipresente durante las presidenciales de 2022, especialmente en la contención de la desinformación electoral.
Desde entonces, ordenó el bloqueo de cuentas de figuras influyentes de la derecha y ultraderecha en las redes sociales, restricciones que Musk amenazó con levantar al tacharlas de “censura”.
Pero Musk debió retroceder a juzgar por X Brasil, que aseguró que la empresa cumplirá con las órdenes del supremo, en una carta dirigida al juez y obtenida el martes por la AFP.
Si la pugna llegara a un combate real – lo que muchos internautas se divierten en pedir al recordar la frustrada idea del estadounidense de pelear en una jaula con el cofundador de Facebook Mark Zuckerberg-, no sería algo tan descabellado para el brasileño, que ya practicó “muay thai” o boxeo tailandés.
¿Presidente?
Poco dado a entrevistas o a escribir en su cuenta de X, “@Alexandre”, con un millón de seguidores, recurre a menudo al púlpito de la corte para posicionarse.
“La libertad de expresión no es libertad de agresión, para la proliferación del odio, el racismo, la misoginia y la homofobia. La libertad de expresión no es libertad de defensa de la tiranía”, dijo.
En la cima del poder judicial puede quedarse al menos por ley hasta los 75 años, pero el magistrado, casado y con tres hijos, “aún tiene pretensiones políticas”, dice a la AFP una fuente allegada.
Por ejemplo, asegura, “ser presidente” de Brasil, si bien Moraes no lo ha mencionado públicamente.
AFP