Alfredo Maldonado: La batalla que no se puede perder

Alfredo Maldonado: La batalla que no se puede perder

Y que es, justamente, la que están perdiendo los políticos venezolanos. Los del régimen, porque las grandes masas están hartas de ellos, de que roben pero nada resuelven. Los de la variada oposición, porque son gritones en el vacío. Los que rodean a María Corina Machado porque los electores ni siquiera saben quiénes son ni que hacen allí aparte de aferrarse, como siempre han hecho, a un bote salvavidas que marcha mas lento por ese peso muerto. Los que andan dando vueltas por ahí llenando espacios de radio, de televisió y de internet todos en más o en menos parecidos, ansiosos de decir en su estilo lo que ya dijeron siempre mejor los profesionales –aunque algunos de estos también caen en payaserías, no se puede ser original en información y opinión día tras día.

La tragedia venezolana es que llevamos décadas en lo mismo, partidos, políticos y gobernantes en decadencia, país en disminución y no puede asegurarse que los venezolanos sean bobos, saben ganarse la vida cuando migran, luego tenemos que culpar, responsabilizar, a quienes tratan de guiarlos o, más bien, de “sígueme a mi, que te ayudo a soñar prometiéndote lo que quieres pero no te complico la vida exigiéndote lo que soy incapa de enseñarte”.

Es lo mismo que ha pasado con todas las revoluciones, los de arriba porque son seguidos y viven bien aunque con riesgos, los de abajo que siguen y esperan. Los pobres de Caracas siguieron a los ricos y Emparan no tuvo cojones suficientes, los pat’en el suelo de los Llano siguieron a Boves hasta que un lanzazo lo dejó seco y entonces se fueron a buscar la misma ferocidad y las ruindades de los saqueos detrás de Páez, de un pelirrojo a un catire y si el catire decidió que su propio caudillo era Bolívar pues a él lo siguieron hasta Colombia y más allá. Pero Páez miraba y aprendía y entendíó que su poder no estaba en Bogotá sino en Caracas y los ingleses entendieron que una Gran Colombia unida no sería tan fácil de manejar comercialmente y ahí se jodió la América unida que Bolívar soñó, no olvidemos aunque mucho los queramos que los estadounidenses han sido los únicos ingleses que aprendieron the good lessons y decidieron aplicarlas por su cuenta y América era su verdadesa área de influencia comenzando por el limítrofe Mar Caribe, formaron una flota y desarrollaron una filosofía de poder que japoneses, alemanes y rusos ayudaron a expandir al mundo. Y la tecnología, la libertad y la oportunidad de la iniciativa de cada uno, ésa sigue siendo la diferencia.





Hoy Nicolás Maduro anda pajareando por ahí sin acertar dianas y vaciando calles que trata de hacer creer que están llenas, y María Corina Machado anda pajareando por ahí llenando calles y proclamando que con ella todos estaremos bien, pero todos estamos mal porque no tenemos ni la formación para levantar un gran país que siempre otros nos han dicho que nos merecemos y que Dios es venezolano.

Pero no, no lo es, Dios no tiene nacionalidad, ésta la hacen los nacionales a su aire, con su empeño, con sus riesgos., con sus derrotas y triunfos. Por eso hay que entenderlos y hablarles en su lenguaje. Todo político, como todo emprendedor, debe mantener y entender y saber cuándo y con quienes usar, tres lenguajes que no necesariamente se parecen aunque cada uno pueda explicar a los otros.. El rudimentario generador de sueños que logra que sus inferiores lo entiendan y lo admiren. el que hace que sus iguales est{en de acuerdo con él y el que consiga que sus superiores bajen la mirada sin sentirse mal y sientan que el a su lado será una ayuda en beneficio propio.

Pero no todos los dirigentes son trilingües.