Hubo un tiempo en que nadie hizo más millones en pantalones cortos que él al menos hasta que el fútbol se convirtió en un negocio global.
Era 1919. Charles Chaplin ya se había convertido en una celebridad gracias a sus cortos cómicos. Estaba por cumplir 30 años. Deseaba profundizar su búsqueda artística. Había creado a The Tramp, ese vagabundo con bombín, bigote, algo despistado y muy ingenuo, que caminaba de una manera peculiar. Su vida personal era caótica. Estaba envuelto en un matrimonio no deseado y no encontraba sosiego. Una tarde ingresó al teatro a ver un espectáculo de variedades. Más que nada quería apagar los pensamientos de su cabeza. En el escenario había un hombre de mediana edad bailando. Lo hacía bien. Al terminar la música el público lo aplaudió con ganas. En ese momento, según cuenta en sus memorias, Chaplin pensó que tal vez no había sido mala idea ir al teatro, que era posible que se distrajera un par de horas. Mientras el hombre agradecía los aplausos, un chico de cuatro años ingresó a escena. Era el hijo del bailarín. El nene comenzó a bailar con gracia y encanto. La audiencia enloqueció. Al finalizar la canción, el nene saludó y salió corriendo con la cara iluminada por una sonrisa. La ovación fue tan grande que debió regresar a escena. Y bailó de nuevo. Una canción diferente. Aunque el efecto fue el mismo. El público se paró a vivarlo.
Por infobae.com
Descubriendo al pibe
Charles Chaplin dejó su asiento y pidió pasar a los camarines. Quería conocer a ese chico. Apenas se presentó a sus padres, les ofreció un contrato cinematográfico y les hizo una promesa: “Su hijo será una estrella”. La profecía se cumplió.
Algo más de un año después, Charles Chaplin estrenaba su primer largometraje como director El Pibe (The Kid), la película que escribió pensando en Jackie Coogan, ese chico que descubrió bailando sobre el escenario de un teatro de variedades.
El Pibe fue un éxito colosal. No sólo consagró definitivamente a Chaplin como genio cómico y como director, sino que lanzó a Coogan al estrellato. Se convirtió en la primera gran estrella infantil de Hollywood.
Los padres de Jackie eran artistas de variedades. Él pisó un escenario por primera vez al año y medio de vida. Creció frente al público que celebraba sus gracias. Después de actuar con Chaplin, a los 7 años, pasó a ser uno de los actores con mejor salario de Hollywood y que concitaba mayor atención.
En El Pibe trabajó por 75 dólares a la semana y, en el momento del estreno, Chaplin le pagó un bono de 5.000. Para la siguiente película ya estaba cobrando 1.000 a la semana. Fue el primer actor infantil de Hollywood en firmar un contrato por un millón de dólares. Además, como sin duda se había convertido en la atracción principal de los proyectos en los que participaba, como la gente se desesperaba por sacar entradas para sus películas, se llevaba también entre el 30 y el 60 por ciento de los beneficios de cada film.
Para comprender la magnitud de su fama sirve recordar una respuesta suya en la vejez. Contó que en medio del momento de mayor intensidad de su éxito, en una visita a Nueva York debió suspender una rueda de prensa porque tenía fiebre. La noticia de su enfermedad ocupó los títulos principales de los medios más importantes: “Era tan famoso que por una gripe desplacé al presidente del país de la tapa de los diarios”, dijo. También solía vanagloriarse de que mientras todos los chicos querían ver a Babe Ruth –el deportista más importante de su tiempo-, Babe Ruth pedía conocerlo a él.
La vida de una estrella infantil
Viajaba por el mundo para presentar sus películas. Su presencia provocaba una conmoción en cada lugar. Recibía las llaves de las ciudades, 100.000 personas iban al puerto a recibir su llegada, debía salir al balcón de la suite más importante de los hoteles que ocupaba para saludar al público que lo vivaba en las veredas, tenía audiencias privadas con presidentes y hasta con el Papa.
El viaje a Nueva York de la enfermedad no fue una excepción. Viviendo en Los Ángeles a los 14 años ya había ido una veintena de veces a la Gran Manzana. Casi nunca a descansar, siempre por trabajo. Eso sí viajaba en su propio vagón de tren.
Los lujos de Jackie
Cuando cumplió 7 años no se sabe qué regalos recibió, pero se conoce cuál fue el regalo que Jackie le hizo a su familia: una mansión en uno de los barrios más caros de Los Ángeles. Fue de las primeras estrellas cinematográficas en tener su propia pileta de natación.
Estrenó la pileta con su profesor de natación, Duke Kahanamoku. Este hawaiano estaba sobrecalificado para la tarea: para el momento en que se convirtió en profesor de Jackie ya había ganado 5 medallas en natación en 3 Juegos Olímpicos diferentes (después Duke se convirtió en el gran impulsor del surf). La fama imanta y une irremediablemente a las celebridades.
No sólo vivía del cine. Fue el primer actor infantil en participar en publicidades y tener una especie de precario merchandising propio. Era una pequeña máquina de facturar.
Sus películas llevaban multitudes. Su corte de pelo pareció obligar a todos los padres del mundo a que sus hijos varones lucieran igual que él, con el pelo redondeado cubriendo la cabeza y un largo flequillo sobre la frente. Influencer del cine mudo. Y una de las películas de su periodo dorado puede ser considerada precursora de los realitys, un proto reality. Porque en Johnny Get Your Hair Cut, a Jackie le cortaban el pelo frente a las cámaras, lo despojaban de su peinado característico, provocando una conmoción en su público.
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