En momentos de profunda crisis política, social y económica, la responsabilidad del líder opositor adquiere una importancia vital, pues de sus decisiones y acciones depende en gran medida el destino de toda una nación. ¿Pero qué es exactamente un liderazgo opositor responsable? Es aquel que, ante la fragmentación y la discordia dentro de las fuerzas opositoras, es capaz de unificar, conciliar y tender puentes entre las diferentes facciones. No se trata simplemente de buscar el consenso a cualquier precio, sino de articular una visión común que pueda representar los intereses y aspiraciones de la mayoría de la población. Eso pasa porque la señora Machado, quien ocupa el liderazgo opositor sin disputa alguna, no puede reducirse a hablarle solamente a su público, a la gente que votó por ella el 22 de octubre. Debe sobre todo persuadir y convencer a quienes no lo hicieron, se necesitan esos votos para ganarle a Maduro. Un líder opositor responsable comprende la complejidad de la situación política y social en la que se encuentra inmerso y actúa con prudencia y sensatez. No cae en la trampa de la demagogia o la radicalización, de ofrecer lo imposible como, todo el mundo coincide, asegurar que será habilitada “porque el pueblo habló”, sino que busca el diálogo y el entendimiento como herramientas fundamentales para superar las diferencias y avanzar hacia soluciones constructivas.
En tiempos de crisis, la tentación de la confrontación y la polarización puede ser abrumadora, pero un líder opositor responsable se mantiene firme en su compromiso con la democracia y el Estado de derecho. Defiende sus ideales con convicción, pero siempre dentro de los márgenes de la legalidad y el respeto por los derechos humanos. Además, un liderazgo opositor responsable es transparente y honesto en su comunicación con la ciudadanía. No promete soluciones fáciles o populistas, sino que reconoce la complejidad de los problemas y trabaja incansablemente en la búsqueda de soluciones realistas y viables. Será Josué quien cruce el Jordán, no Moisés Un liderazgo opositor responsable es aquel que ejerce su influencia con sabiduría y mesura, guiando a su país por el camino de la reconciliación, la justicia y el progreso.
En tiempos de división y crisis, su voz se convierte en un faro de esperanza y un llamado a la unidad y la responsabilidad cívica. Esa creo es la aspiración de la doctora Gioconda San Blas, a quien a sus ochenta años de edad y con una trayectoria académica impecable, que la ha llevado a ocupar la presidencia de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela desde 2011 y ser investigadora emérita del IVIC, resulta difícil adjudicarle la etiqueta de “traidora” o “enemiga del cambio”, cuando escribe, iniciando febrero, un memorable párrafo que ha dejado una marca imborrable con una analogía que solo aquel que se niega a entenderla puede ignorar. En un texto digno de ser citado en su totalidad, San Blas traza un paralelismo entre el relato bíblico de Moisés y la situación política actual, con una maestría digna de la mesura de su criterio. “En su discurso del 23 de enero -escribe- MCM aludió a Moisés el personaje bíblico elegido por Yahvé para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto y llevarlo a la tierra de leche y miel que esperaba por ellos, a donde finalmente llegarán tras cuarenta años de vagar por el desierto. Sin embargo y como castigo divino por las rebeliones de un pueblo cansado de errar, Yavhé al final le niega a Moisés el privilegio de conducir el último trecho al destino final, la tierra prometida. Será Josué quien cruce el Jordán y derribe los muros de Jericó al sonar de trompetas y cuernos de carnero, marcando así el inicio de una nueva era para el pueblo elegido.” Rebelión en la granja Esa retahíla de opiniones que amenaza con crecer es la que ha llevado, con su característica ironía, a Kico Bautista, un crítico persistente de la señora Machado, por tanto merecedor de la “quinta paila” del averno, según sus detractores, a dejar caer una advertencia en varios chats que apuran el título de mi columna de hoy: “el dique se está rompiendo y el barco está haciendo aguas”, insinuando una “rebelión en la granja” del mariacorinismo, que por ahora ha sido sofocada con la mano dura de la línea “ni un paso atrás”. “Nada de reconocer cualquier argumento que debilite la consigna base; ‘Hasta el final'”. Bautista se apoya en informaciones que dice poseer sobre el maremágnum del mariacorinismo, donde habría gente opuesta a la irracionalidad del “Hasta el final”, como en las críticas de reconocidos analistas y líderes políticos (Ricardo Sucre, John Magdaleno, Luis Vicente León y líderes políticos como Felipe Mujica y Henry Ramos Allup, entre muchos otros), quienes en los últimos días han cuestionado la tozudez de Machado y su asesor principal, Carlos Blanco, en mantener su intransigencia política y rechazar cualquier consideración sobre un candidato “sustituto”. El dato del pertinaz Kico viene a cuento porque un par de días después, si no es que alguien filtró el escrito y le llegó a la señora, o ella por cuenta propia aterrizó en las mismas conclusiones que el famoso provocador y entrevistador para decidir salir directamente a apagar la candela con un mensaje que refleja clara y contundentemente que la cosa esta que arde, que parece confirmar lo del “dique agrietado”: “No estén escuchando a esos sectores de Caracas que yo ya no sé ni para quién trabajan, analistas políticos, encuestadoras y dueños de medios, allá ellos que no entienden nada”. Es una declaración que denota una firmeza inquebrantable, pero también una cierta cerrazón ante las opiniones divergentes. Es evidente que tanto Bautista como Machado están leyendo las mismas encuestas, según las cuales el desastre de la caída estaría oscilando entre 8 % y 15% números que deben producir un escalofrío en la escultural figura de la señora. Son datos que muy probablemente hayan alimentado a los analistas que perturban el sueño de la señora al salir a quebrar lanzas por el candidato sustituto antes de que la sangre llegue al río y regalemos seis años más, como en 2018, a Nicolás Maduro y a pedir sensatez y foco en el interés nacional, no personal. Las advertencias se multiplican por doquier:
Luis Vicente León ha dicho que “No se trata de una persona, se trata del país, que no merece ser castrado de esperanzas …, otra vez”. Magdaleno insiste en que el Gobierno no va a hacerse un “harakiri” permitiendo la postulación de la señora por lo que “la oposición tendría que haber estado discutiendo el procedimiento de sustitución de la candidatura de María Corina por otra, desde hace tiempo ya”. Y Ricardo Sucre, tras titular su acostumbrada y extensa columna con la inquisidora pregunta “¿Será que la oposición dejará todo para última hora? ha celebrado en X que “Cada vez más politólogos y analistas expresan sus opiniones sin atender al chantaje de cierta oposición, que quiere una coreografía porque “estamos en guerra”. Era hora. Algunos lo hacen con elegancia, sensatos, serios, y otros -como mi caso- nos gusta hacerlo con picante.”
No se puede decir que las cartas están echadas, todavía hay juego y posibilidades de enderezar el rumbo, un gigantesco espacio para un liderazgo responsable, pero si la señora y sus fieles siguen como van nos llevarán de nuevo al abismo. Aquí nada ni nadie puede ser impedimento ni limitante para alcanzar un cambio que los venezolanos han decidido, sea con la señora Machado o quien sea. En el 2018 se postergó el cambio porque a un pequeño grupo no le dio la gana de ponerse de acuerdo en torno a un candidato y prefirieron prolongar seis años la tragedia. Todo el mundo sabe quiénes fueron y los repudias. En esta ocasión no es un grupito, les una sola persona en cuyas manos, por ahora, está esa decisión. A ella y a nadie más le sale ejercer un liderazgo responsable para no cargar con la culpa de lo que suceda. Y no olvidemos: “solo la abstención salva al Gobierno”, y eso la gente lo sabe.