El alcalde Carlos Fernando Galán lleva un mes y medio en el cargo y le ha sido imposible frenar la escalada de atracos en Bogotá que la exalcaldesa Claudia López le dejó como herencia de su polémica gestión.
Por Semana
En solo seis semanas, los delincuentes han robado con armas de fuego o traumáticas en por lo menos diez establecimientos comerciales. En la capital hay miedo. Los testimonios de las víctimas son aterradores, mientras los dueños y administradores de los negocios se sienten desprotegidos. Aquí reina la impunidad. Solo hay investigaciones en curso y, hasta ahora, ni una sola captura. Es necesario que Galán y su equipo pongan en marcha un plan de choque contundente que permita enfrentar esta ola de inseguridad. No puede ser que algo tan cotidiano como ir a un restaurante se haya convertido en una actividad de alto riesgo.
“Siento pavor de volver a salir a la calle. Estoy aterrorizado, lleno de miedo, sin ganas de salir de mi casa, asustado de ponerme en riesgo y perder la vida en un segundo a manos de unos delincuentes que hacen lo que se les da la gana en Bogotá, sin que las autoridades hagan nada al respecto”.
Este es el desgarrador testimonio de Sebastián Gómez, un joven abogado de tan solo 27 años de edad, quien estuvo a punto de perder la vida cuando un delincuente le apuntó a la cabeza con una pistola y lo amenazó “si insistía en hacerse el héroe”, en medio de un atraco masivo en una cervecería.
Su angustia es la misma que viven millones de personas en Bogotá, producto de la ola delincuencial. Los criminales ya no solo están haciendo de las suyas en las calles y en estaciones o buses de TransMilenio, sino que ahora están entrando como Pedro por su casa a restaurantes y gastrobares a atracar a sus anchas, sin temor alguno. Aterrorizan con pistolas traumáticas o armas de fuego para lograr su objetivo y en todos los casos han podido huir con un millonario botín.
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