Alberto Vollmer recuerda la frase que su papá le dijo cuando tenía 13 años y lo estaba entregando a la Valley Forge Military Academy, en Wayne, Pensilvania, donde aprendió inglés, a montar a caballo y la disciplina militar: «No trates de ganarle al sistema; si tratas de ganarle, el sistema te va a ganar a ti; escucha, aprende». Aquel adolescente al que no le gustaba estud Biar convertido ahora en presidente ejecutivo de Ron Santa Teresa -pujante empresa en tiempos de calamidad- y presidente también del Consejo Nacional de Promoción de Inversiones – ente surgido durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez– ha seguido al pie en cada una de sus letras el consejo paterno. «Fue excelente», le confió a Shirley Varnagy en un programa radial del día del padre del año pasado.
LA GRAN ALDEA
Vollmer es el apellido más lustroso y de mayor prosapia de quienes asistieron el lunes 5 de febrero a la convocatoria de Jorge Rodríguez, una de las cabezas líderes del sistema político devenido régimen, para organizar el cronograma de las elecciones presidenciales de 2024. La imagen que trascendió fue la de Rodríguez dando la mano a una fila de representantes empresariales -también asistieron en jornadas alternas religiosos y una cuerda de políticos que se han ganado a pulso el mote de colaboracionistas- hasta toparse con Vollmer, a quien le hace un comentario que éste responde y ríe a mandíbula batiente. No deja de ser curioso que días antes de estos fraternales encuentros, líderes chavistas hayan despotricado contra «la dictadura de los apellidos». Se confirma que el rencor es solo contra uno.
Quinta generación de la saga que comenzaron Francisca Ribas y Palacios -tía de Simón Bolívar – y Gustav Julius Vollmer, llegado a estas tierras desde Hamburgo en 1826, el aún muy joven Alberto Vollmer -nació el 27 de julio de 1968, víspera del cumpleaños 14 de Hugo Chávez- sucedió a su padre al frente de la empresa destiladora de rones, en situación crítica entonces, a finales del siglo pasado cuando ascendía al poder la “revolución bolivariana”. A lo largo de estos 25 años de régimen -o sistema, según se prefiera- ha compartido jornadas de trabajo tanto con el presidente ya fallecido, como con Nicolás Maduro. «Chávez era un gran comunicador. Maduro tiende a ser más negociador», le dijo a la revista Climax en una entrevista años atrás.
Más de una vez Vollmer fue puesto como modelo de empresario por líderes del proceso bolivariano. Alabaron sus condiciones de pacífico negociador cuando pudo llegar a acuerdos con quienes invadieron las tierras de la Hacienda Santa Teresa, en El Consejo, estado Aragua, en febrero del año 2000, y vieron redención en el muy publicitado impacto del Proyecto Alcatraz en el que participan «bandas de jóvenes, que deciden tomar la oportunidad de cambiar sus vidas y de transformar su liderazgo violento en un liderazgo virtuoso», como se lee en el sitio en línea de la Fundación Santa Teresa.
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