Medellín, que fue durante una década la ciudad más peligrosa del mundo por la violencia del narcotráfico de Pablo Escobar, vive una transformación urbana, social y cultural para librarse de ese lastre sin olvidar su pasado ni las heridas de su etapa más turbulenta.
Esta ciudad, la segunda de Colombia, que experimentó en la década de los 80 y comienzos de los 90 el terror de Escobar, comenzó tras la muerte del capo, el 2 de diciembre de 1993, un proceso de modernización que le ha permitido apartarse del estigma del narcotráfico y ser un referente regional.
Era tal el poder del narcotráfico que en abril de 1988 el entonces alcalde de Nueva York, Edward Koch, propuso “bombardear Medellín”, ciudad que en 1991 llegó a ser conocida como la urbe más violenta del mundo, con casi 400 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Según un estudio de Jorge Giraldo Ramírez, doctor en Filosofía de la Universidad Eafit, los descensos “más pronunciados” en la tasa de homicidios de la ciudad tienen como “precisos puntos de partida” la desarticulación del Cartel de Medellín y la muerte de Pablo Escobar.
“Ser ciudadano de Medellín en esa época no fue nada fácil. Se marcó una guerra entre el Estado y el Cartel de Medellín, y la sociedad civil quedó en medio de las balas y las bombas. Muchos de nuestros amigos fueron víctimas de esa barbarie sin hacer parte del conflicto”, aseguró a EFE el expolicía Edison Vanegas Álvarez.
Vanegas, ahora director de cine, es autor del libro ‘Pablo: secretos de la cacería contra Escobar’ con testimonios inéditos de miembros del Bloque de Búsqueda, la unidad especial de élite creada por el Gobierno de entonces para acabar con el capo.
Inicios de la transformación
Tras los años del terror, la metamorfosis empezó para la ciudad con proyectos de infraestructura público-privada como el Metro de Medellín, inaugurado en 1995; el Metrocable (2004), un teleférico que conecta los barrios con el centro urbano; un tranvía y el sistema de bicicletas públicas EnCicla.
Otros símbolos de la transformación son las escaleras eléctricas para subir las cuestas de la Comuna 13, uno de los barrios más violentos en la época de Escobar; los parques biblioteca y las intervenciones barriales conocidas como Unidades de Vida Articulada (UVA).
La ciudad abrió además la Plaza Botero, una galería a cielo abierto con esculturas del artista Fernando Botero, y Ruta N, un centro de innovación y negocios que ha facilitado el asentamiento de compañías extranjeras y el fortalecimiento del tejido empresarial.
Para el arquitecto Jorge Alberto Pérez, director del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín entre 2012 y 2015, una ciudad “prácticamente inviable” se convirtió en una urbe para la vida con un proceso de superación de crisis de la mano de la infraestructura, la planificación, el urbanismo y “una inmensa capacidad de resiliencia colectiva”.
Esa regeneración urbana hizo que Medellín fuera catalogada en 2013 como la ciudad más innovadora del mundo en el concurso “City of the Year”, que organizan The Wall Street Journal y Citigroup.
Memoria, arte y turismo
El subdirector del Museo Casa de la Memoria, Rafael Núñez Rodríguez, pondera la fortaleza de organizaciones sociales, defensores de derechos humanos, colectivos de víctimas y académicos para documentar lo sucedido y construir memoria, un terreno en el que “todavía falta mucho” en relación al propio Escobar como sujeto, al narcotráfico, el sicariato y “otros contextos favorables para el crimen”.
“Medellín es una ciudad fuerte, pero no solo en el sentido pujante, sino en una resistencia hacia la violencia del narcotráfico, del Estado y de actores como las milicias urbanas”, dijo a EFE Núñez.
El experto asegura que la mayoría de visitantes del museo son extranjeros que buscan saber más sobre Escobar, pero se encuentran con un espacio de reparación de víctimas que muestra a una Medellín “resiliente, que ha querido salir adelante y que tiene verdaderos luchadores sociales”.
Pese a que 30 años después de la muerte de Escobar su imagen se sigue vendiendo en ‘souvenirs’ o atrae turistas a los llamados “narcotours”, Medellín se ha transformado en un destino de viaje y de agitación cultural con eventos como la Feria de las Flores, Colombiamoda y una nutrida agenda de conciertos, principalmente de reguetón.
Según el Sistema de Inteligencia Turística (SIT), en la temporada que comienza este 1 de diciembre y concluye en la segunda semana de enero de 2024, Medellín recibirá más de 200.000 visitantes para disfrutar de sus alumbrados navideños y del festival de la cantante Karol G.
“Medellín ha pasado del miedo a la esperanza. Sin desconocer lo que hemos vivido, se muestra que Medellín también puede transformarse”, resume el cineasta Vanegas. EFE