Isabel Díaz Ayuso, la aguerrida presidenta de la Comunidad de Madrid, ha dicho que “le gusta la fruta”. Como reseña El País de España “Nada de pedir disculpas, ni de pedir perdón. Todo lo contrario. Ni un paso atrás. Ha mantenido en la Asamblea de Madrid el desplante que lanzó contra el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez Pérez-Castejón […] mientras asistía al debate para su investidura en el Congreso. Según la versión de su equipo, habría dicho en vez de ‘otra cosa’…: “me gusta la fruta”.
Hay que tener sumo cuidado con el uso de la palabra en la política y en la comunicación humana. El discurso y la expresión hablada lo son todo alertan Sartori y Descartes. El orden en la política es el respeto y la empatía que es buen comportamiento, porque el punto de partida es el discurso, “que se relaciona a la sociedad y las cogniciones sociales” [Teun A. Van Dijik/ Análisis del Discurso]. Entonces el discurso es reflejo de quienes somos y como somos.
Ante la ofensa y el improperio, la respuesta debe ser creativa, cáustica y desenfadada, para que se haga elegante y derramada. Me dicen Chiripa y me hago chiripero o me recuerdan a mi madre y doy la vida por tu derecho a llegar a quererla y conocerla…Me tildas de felón, bellaco o chaquetero y os respondo con señorío y bien trajeado, me tratas de avista y me hago miel, de espina y me convierto en un jardín de rosas o de HDP a sí, me gusta la fruta…
Cuando la indignidad llega a tope, cualquier cosa se puede escapar del alma de un espíritu herido y fogoso. Entonces el desafío es mayor. Es controlar la ofensa para sintiéndose ofendido, eludir con sutiliza. Y esa sutileza edulcorada, el gusto de la fruta, puede ser demoledora…
A una provocación ácida, una “respuesta azucarada”
El secretario general de los socialistas [PSOE/Sánchez] había hablado de “un posible caso de corrupción relacionado con la Presidenta de la Comunidad de Madrid”, en referencia a la polémica que rodeó a Tomás Díaz Ayuso, hermano de la dirigente del partido popular. En un juego de las palabras y dobles sentidos, Díaz Ayuso ha respondido con sobreentendidos: “A mí, desde luego, me gusta la fruta”.
Cito: “El presidente, con todo el abuso del poder, utilizó la tribuna de oradores y aprovechó su intervención para difamar a un presidente autonómico, a mí, y a mi familia”, ha arrancado Díaz Ayuso. “A lo mejor ustedes, que ya tragan con todo, harían otra cosa, pero yo, para mis adentros, sí, lo dije: ‘Me gusta la fruta” […] “Y créame, si yo en esta tribuna de oradores aprovecho e insultó a su familia, lo mínimo es que usted diga por abajo, al menos, ‘me gusta la fruta […[. Con sátira agregó: “La señora García, hace poco, dijo mongola, y yo no dije nada, porque pensé que dijo: ‘Me mola’[…] El señor Padilla [diputado de Más Madrid] dijo facha, y yo entendí, ‘qué pacha”[…]. Y ha rematado: “Puedo decir lo que me da la gana. Si pretende que yo le haga la rosca a quien está hundiendo España, se equivoca, a mí desde luego, me gusta la fruta”.
Ya lo dijo alguna vez Teodoro Roosevelt: “Si hablas con suavidad y llevas un buen garrote, llegarás lejos”. Y Ayuso llegará lejos…No degustando frutas, sino andando sin apaciguamiento…Con el mismo garrote con el cual tratan a la gente y a las instituciones los precursores de un socialismo intemperante y tumultuario, responde Ayuso, sofisticadamente. En España aplican la misma dosis que en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia o Argentina. El insulto y la descalificación bajo excusa de reforma. Echar a los leones y a las gradas al adversario, como interpretación “republicana” del servicio público, o recurrir a pactos ilegítimos de vocación anárquica, para disolver el Estado de derecho, la constitución y la democracia.
Me gusta la respuesta “azucarada” de Ayuso que no le da rosca a la maledicencia, ni la deja impune. Son muy hábiles los cargadores de la dialéctica de igualdad de género, soberanía populista, separatismo irredento o lucha de clases, clamando respeto a sus señorías…para que disculpen a su “majestad” jefe de gobierno o se retracten su le gusta la fruta. Pero no predican con el ejemplo. Desde sus tribunas profanan mausoleos, reviven viejos rencores y superadas rencillas, complotan contra el estado constitucional y se saltan a la torera la ley. Como sucedió en Venezuela, criminalizan la justicia cuando se sienten ofendidos y decretan inmunidades prêt a porte, esto es, amnistías, indultos o sobreseimientos.
Frans Timmermans-Primer VP Comisión Europea-sentenció: “No podemos utilizar la democracia para aniquilar el estado derecho. La mayoría no puede ignorar a las minorías ni el respeto de la ley y la constitución”. Si desean usar su mayoría para cambiar la constitución, bien háganlo, legalmente. Pero mientras esté vigente el poder político no pueden disolver el poder institucional del estado. Frans Timmermans, le dice: Si, me gusta la fruta…
Las elecciones pueden matar una democracia…
La frase la acuñó el citado sociólogo y politólogo italiano Giovanni Sartori. Y agregaba: ¿Debe consentir una democracia la propia destrucción democrática? Es decir, ¿debe consentir que sus ciudadanos voten a favor de un dictador? A Sartori le gusta la fruta…Sobre todo cuando observa que modelos autoritarios de fachada demócratas recurren al voto [no necesariamente justo y transparente] para asegurar su hegemonía y aparente hermandad socialista.
El sistema parlamentarista Europeo-que también modela España-produce inmensas contradicciones y desbalances. El Junts de Puigdemont, obtuvo 226.000 votos y ECR 356.000 votos [en Cataluña], en un universo electoral de 25 millones de españoles. Es decir, el 1% y el 1.4% de lo votado respectivamente, que sumado es un 2.4%. El destino de una nación no debería quedar en manos de minorías separatistas que atentan contra el carácter nacional, unitario e integral del estado español.
Alberto Núñez Feijóo, en su turno de réplica a Pedro Sánchez, ha dejado algunas frases para retratar el pacto de investidura que llevó al presidente del Gobierno a La Moncloa: «[Un pacto que] viene a esta Cámara investido desde Waterloo» […] «Este proceso de investidura es redundante» […] «La investidura ya se ha producido, lejos de esta Cámara, fuera de España…pura normalidad democrática». A Feijóo, por lo visto, también se le oye decir, “si, me gusta la fruta”. Y enciende las alarmas en España a cuenta de una investidura con separatistas que compromete la unidad nacional española. Expresa el artículo 2 de la Carta Magna española: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”
De historias de ‘perdones’, sobreseimientos [Chávez 1994], legalizaciones de constituyentes no previstas en nuestra constitución de 1.961 [Referéndum Constituyente venezolano 1999], impunidad y desmontaje constitucional tenemos mucha tela, mucha fruta…La mala noticia fue que tuvimos que tragarnos esas manzanas venenosas, de consecuencias peligrosas y previsibles. Cuanto se burlaron del Dr. Luis Alberto Machado ex Ministro de Desarrollo de la Inteligencia cuando afirmó que sería un grave despropósito permitir la candidatura de HCHF y votarle. “Un hombre levantado en armas contra la Constitución no puede aspirar a la Presidencia de la República”. El Dr. Machado-hombre inteligente y elegante- respondía con suavidad pero con garrote, “si, me gusta la fruta…Y por no escucharle llegamos muy lejos, en reculada…
Más tarde lo diría un arrepentido Jorge Olavarría en su discurso de orden el 5/07/1999: “Si los venezolanos nos dejamos alucinar por un demagogo dotado del talento de despertar odios y atizar atavismos de violencia, con un discurso embriagador de denuncias de corruptelas presentes y heroicidades pasadas, El año entrante Venezuela no entrará en el siglo XXI, se quedará rezagada en lo peor del siglo XX. O retornará a lo peor del siglo XIX”. Olavarría reivindicó su gusto por las frutas…
Comer frutas sin lavarlas… hace daño.
Grandes hombres y estadistas de la historia han respondido, “me gustan las frutas”. pero adoptando un buen discurso, que es ajustarse cognitivamente al sentimiento social y colectivo. Así lo hizo Rómulo Betancourt contra Fidel Castro cuando intentó invadir Venezuela: “Dígale a Fidel Castro que cuando Venezuela necesito libertadores, no los importó, los parió”… A Bentancourt, si, le gustaba la fruta. Franklin Roosevelt respondió al Emperador Hirohito con su discurso contra la infamia a raíz del ataque a Pearl Harbor [1/12/1941…A Roosvelt si, le gustaba la fruta…Winston Churchill replicó a los Nazis con la paz que debió ser, en su discurso Sangre, sudor y lágrimas. Una forma elegante de comer frutas… Gandi respondió a un profesor que le increpó diciéndole que “un puerco y un pájaro no se sientan a comer juntos”, a lo que el aún imberbe [Gandi] le contestó: “Esté usted tranquilo, profesor, yo me voy volando” y Mandela-desde el banquillo de los acusados en el juicio de Pretoria [20/04/1964] sentenció: “He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas convivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro a alcanzar. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. No albergo dudas. También a Gandhi y Mandela…si, le gustaban las frutas.
Parafraseando a Ayuso, no tenemos por qué darles rosca a los insultos, ofensas de los resentidos como tampoco soltar las barras contra los ataques al estado de derecho y la democracia. Responder comporta una gran sabiduría, verbo y la razón, para no desviar el estricto sentido de lo que quisimos decir. José Martí dijo: “pueblo que se somete, perece”. Y remató el poeta: “las revolucionarias deben obrar en silencio, y sus fines deben ser públicos…” A Martí le gustaba comer Chirimoya con sus manos y bien lavada… Sin lanceta ni carabina, porque la paz del pueblo es un fin público.
Y al pueblo, si, le gusta la fruta….
@ovierablanco