Aunque el orgasmo es una parte natural y placentera de la actividad sexual, centrarse únicamente en alcanzarlo puede llevar a una perspectiva limitada y potencialmente insatisfactoria de la sexualidad. Desde el punto de vista médico y psicológico, el hecho de que el orgasmo se convierta en el objetivo primordial, puede generar presión y ansiedad sexual. Esta presión puede dificultar la capacidad de disfrutar de la intimidad sexual y llevar a disfunciones sexuales.
Por: TN
Además, centrarse únicamente en el orgasmo puede dar lugar a una preocupación excesiva por el desempeño sexual que nunca es positiva. Las personas podemos sentirnos presionadas para alcanzar supuestos estándares que, en realidad, son poco realistas y llegar a compararnos con otros, lo que puede afectar negativamente nuestra autoestima y nuestra satisfacción sexual.
Las relaciones sexuales son una gran oportunidad para aumentar la conexión emocional entre los miembros de una pareja y, si bien cada uno es un mundo y puede tener su propia manera de hacerlo, existe un método que puede resultar muy útil para hacer esto. Se trata del método karezza, un término que se deriva del italiano carezza y que en castellano significa caricia.
El objetivo de este método es precisamente no llegar al orgasmo sino disfrutar de una relajada sesión de unión con nuestra pareja. El énfasis del método karezza no tiene tanto que ver con la pasión sexual desatada, sino que funciona también a un nivel espiritual, fomentando la conexión, aunque sin olvidarse del placer.
La historia del método karezza y cómo realizarlo
El primer libro que explicó el término fue el que escribió en 1931 el médico John William Lloyd, titulado simplemente ‘The Karezza Method’ (El método karezza), aunque en el mismo el especialista reconoce a la doctora Alice B. Stockham como responsable de nombrar y popularizar la práctica en los Estados Unidos.
Lloyd, sin embargo, defiende en su libro que el creador y desarrollador del método habría sido John Humphrey Noyes, quien le dio forma a esta práctica a partir de “experiencias y experimentos en su propia vida conyugal”. Noyes llamó a su práctica “continencia masculina”, porque él consideraba que era permisible que una mujer alcanzara el orgasmo durante este tipo de experiencia sexual.
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