Juan Guerrero: Votar bajo una mata de mamón

Juan Guerrero: Votar bajo una mata de mamón

Las elecciones presidenciales se realizaron en Venezuela, el domingo 1 de diciembre de 1963. Tendría no más de 9 años y recuerdo escuchar las noticias donde se mencionaba que en Caracas, las filas para votar eran inmensas. Pero en algunas zonas del oeste de la capital y en los barrios más densamente poblados, los grupos de ultra izquierda, con sus brigadas armadas, disparaban sobre las cabezas de los ciudadanos, para que abandonaran las filas. Llegaban de improviso, lanzaban piedras, palos, amedrentaban, sin embargo, las personas permanecían haciendo las largas colas para ejercer su derecho al voto. Con sol, bajo la lluvia o con disparos, los ciudadanos nunca abandonaron las inmensas colas para ejercer su derecho al sufragio.

Desde esos tiempos en Venezuela se ha instalado en la memoria del venezolano, la cívica y democrática consciencia de votar como expresión de libertad. Eso ha sido lo que pude observar cuando el pasado domingo 22 de octubre, asistí a ejercer mi derecho al voto, junto con mi esposa, en una casa de un vecino en La Piedad. Nos tocó hacer una larga fila de poco más de una cuadra, en un sector que todavía presenta ciertos rasgos rurales. La mañana fue aclarando un sol que se hizo intenso mientras avanzábamos. Ya para el mediodía la fila estaba más larga y seguían llegando nuevos votantes. Me acerqué a guarecerme del inclemente sol frente a una casa. Las ramas del inmenso árbol de mamón cubrían un poco los intensos rayos del sol. Dos vecinos, que ya habían sufragado, conversaban sobre lo que acontecía. De pronto uno de ellos, dice: “¡Mira éste que viene por acá!” “¿No te acuerdas de él?” Responde el de mayor edad. “Ese es, Jairo. Dejó de ser chavista. Se cansó de pasar tanta necesidad” El más joven se encoge de hombros y se termina el último sorbo de cerveza. “Pues eso está muy bien. Eso le pasa por estar de chupamedias” El de mayor edad, comenta que en su sector de La Piedad Sur, ya casi no quedan oficialistas. “Todos se dejaron de eso. Se cansaron de tantas mentiras, promesas y engaños de los directivos de los Consejos Comunales”

Les escucho y mientras siguen conversando, el sol centra sus rayos del mediodía. “Es que cuando por la noche cortan la corriente, acá es donde me echo a dormir” Señala, frente a su casa, la acera encementada que las ramas del mamón sombrean. Le digo que acá deberían instalar una mesa para votar. “¿Debajo del mamón?” Sonríe pícaramente mientras niega con la cabeza. El más joven, riposta: “Es que si por la noche pega este viento que se siente, yo me traigo una hamaca” Reímos y seguimos viendo la gente llegar para hacer su cola. “Este es un desfile de doñitas” Comenta el más joven (había regresado del abasto con otra cerveza), mientras se sigue refrescando del tremendo calorón. “Eso es verdad. Pero es que la gente joven se fue del país y solo quedan abuelos, doñitas y nosotros, que ya vamos pa’ viejos.





La cola de votantes avanzó y dejé a mis improvisados tertulianos en su oasis del árbol de mamón. El de mayor edad entró a su casa y al rato salió con una botella de sangría, pero que había llenado de agua y se la veía toda congelada, ¡puro hielito!

Es así. Con el sol en medio del cielo, intenso, clavando sus rayos como agujas afiladas, …y la gente seguía en su cola.

Entre sombrillas, gorras, sombreros, hasta pedazos de cartones. Pero nadie, ni los quejosos, y menos los de la tercera edad, abandonaban la fila.

La gente común, lejos de estar ociosa, por el contrario, cumple con su deber cívico de votar cada vez que las circunstancias lo permiten y sabe que puede, con su voto, cambiar su calamitosa situación socioeconómica. Además, y por los múltiples comentarios y razonamientos, sencillos, directos y honestos; la gente está más informada que muchos dirigentes, líderes y jerarcas políticos. Pero recuerdo el comentario que hizo el más joven: “En mi casa solo queda mi papá que sigue siendo oficialista. Ese no quiere cambiar por nada del mundo. Perdió la granja de pollos por estar regalándolos a la revolución. Se lo chulearon los del Consejo Comunal y no tiene ni medio pollo pa’ comer” “Sí, -sentencia el vecino mayor. Esos son tan cerrados de mente, que prefieren pasar hambre antes de ceder en sus ideas. Saben que este gobierno los está exprimiendo y siguen apoyando sus marramucias”

Ya nos acercamos a la esquina. El sol rompe tejas y yo le respondo a la muchacha que se queja: “Si pudiste hacer una cola de cuatro horas para comprar pañales, puedes hacer esta que es más pequeña” La gente ríe y otros le animan para que se vaya al final de la cuadra a comenzar su cola.

Sé que será difícil, muy cuesta arriba derrotar electoralmente al poder instalado en Venezuela. No porque se tenga una población menor de votantes opositores. ¡Todo lo contrario! Es por la demostrada capacidad para la maldad de hacer fraude, ejercer la violencia, imponer la bota militar, de un poder hegemónico, arbitrario y criminal.

Contra todo ese mundo de odio, resentimiento y engaño, llamado socialismo del siglo XXI, o como todavía le llaman, chavismo, los ciudadanos venezolanos de bien, estamos empeñados en derrotarles, cívica, democrática y electoralmente.

(*) [email protected] X @camilodeasis IG @camilodeasis1 FB camilodeasis