Luego de la muerte del capo del Cartel de Medellín, su familia quedó desamparada frente a la violencia de los que manejaban los otros carteles de la droga colombiana. Sus rivales fueron por sus bienes y buscaron evitar que su heredero tomara su fortuna y su poder. Esta es la historia íntima contada por sus protagonistas, según INFOBAE.
El grito de Juan Pablo Escobar fue desgarrador:
—¿Qué mataron a mi papá? ¡No puede ser!
Victoria Henao, la viuda, recuerda que diez minutos después entró una llamada y Juan Pablo contestó como si todo fuera una pesadilla que iba a terminar. Era la periodista Gloria Congote, que en aquel entonces trabajaba en el noticiero de televisión QAP. El corto diálogo que sostuvieron fue dramático.
—Aló—, dijo la reportera.
—Ah, no me moleste ahora que estamos viendo si es verdad o es mentira lo de mi papá.
—Acabaron de confirmar… la Policía lo acabó de confirmar.
—¿Ah? —.
—Estaba en el centro comercial Obelisco en Medellín, en el centro.
—¿Pero haciendo qué allá?
—No sé… la Policía acaba de dar un dictamen… una información oficial.
—Ah, hijueputa vida. Nosotros no queremos hablar en estos momentos, pero eso sí el que lo mató, los voy a matar a todos esos hijos de puta, yo solo los mato a esos malparidos.
La mujer que había amado a Escobar desde sus trece años, recordó en sus memorias:
“Juan Pablo colgó la llamada y todos nos mirarmos.
—¡No puede ser, no puede ser hijo! No puedes decir eso, tú eres el hijo de Pablo Escobar. Las palabras violentas, jamás, jamás, Juan Pablo. Tú no puedes ser violento, te van a matar. No puedo, no puedo más con tanto dolor—, dije desesperada y llorando.
Cuando escuché las palabras de Juan Pablo el mundo se me vino encima. Sin medir las consecuencias acababa de hacer una declaración de guerra. Su papá acababa de caer. ¿No se daba cuenta de las cosas? Juan Pablo había perdido los estribos. Su dolor era tan grande, se sentía tan abandonado, que habló sin pensar. Nunca, nunca, me sentí tan perdida como en ese momento.”
Juan Pablo Escobar acaso torció su destino: cuando tenía siete años, su padre Pablo Escobar Gaviria, el mayor y más peligroso narcotraficante y jefe del Cartel de Medellín, le dijo:
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