El nivel del agua en las zonas inundadas de Grecia central empezó este lunes a disminuir, una semana después de que la tormenta “Daniel” azotara la región, dejando por ahora al menos 15 muertos y numerosos desaparecidos.
Según informaron los Bomberos locales, las aguas empezaron a retroceder en las zonas más afectadas en las regiones de Karditsa, Trikala y Larisa, mientras concluyeron las operaciones de rescate de las personas que se encontraban atrapados en la zona.
El número de muertos confirmados subió este domingo a quince, después de que la Guardia Costera hallara en el Golfo Pagasético el cadáver de un hombre de 42 años cuyo vehículo fue arrastrado por un aluvión el pasado 5 de septiembre.
Mientras, una joven pareja de austríacos recién casados que celebraban su luna de miel en la región de Magnesia siguen desaparecidos.
Pese a que la situación ha mejorado un poco, pueblos enteros siguen hoy sumergidos en el barro, mientras que los daños en la infraestructura son “enormes“, según el ministro de Protección Civil, Vasilis Kikilias.
Además, el volumen del agua que retrocede de las zonas inundadas se dirige hacia el norte y el valle de Tempe, por lo que las autoridades están en alerta para impedir que se produzcan nuevas inundaciones en esa región.
Asimismo, el riesgo de la aparición de enfermedades infecciosas aumenta debido al agua estancada que permanece en la zona y los miles de cadáveres de animales de ganado que se ahogaron por las riadas.
La capital de Magnesia, Volos, de 150.000 habitantes, sigue por séptimo día consecutivo sin suministro de agua potable, mientras que miles de personas se encuentran aisladas en la península de Pelión en esta región sin agua o electricidad.
Desde el pasado martes hasta este lunes más de 4.500 personas han sido rescatadas, según los Bomberos.
El primer ministro, el conservador Kyriakos Mitsotakis, señaló que Grecia ha sufrido el “fenómeno meteorológico más extremo en su historia” y aseguró que pedirá “el máximo apoyo por parte de la UE” para atajar las consecuencias de la catástrofe.
El Gobierno griego anunció el domingo ayudas de hasta 16.000 euros por cada casa que fue afectada o destruida.
Además de la infraestructura, la catástrofe es también un duro golpe para la agricultura helena, ya que en las áreas damnificadas se encuentra el mayor campo de cultivos del país. EFE