Javier Darkona es un nómada por herencia, nació en los Magallanes de Catia y a los 16 años se mudó a Los Teques, en Miranda. Es risueño, humano y muy familiar.
“Es duro el primer año, es duro el segundo año pero no hay que rendirse“.
En #SoyVenezolano este ingeniero en computación le cuenta a @nandasalas cómo la depresión lo hizo despertar un día en Santiago de Chile, y por qué ha decidido convertir su hogar en un refugio temporal para quienes deciden emigrar al país más largo y angosto de Suramérica.
“Con mi esposa arrendamos un apartamento grande, hemos tenido el espacio para ayudar a otros, para que estén con nosotros un tiempo hasta que se estabilice y pueda conseguir su trabajo y hacer su vida“.
Cuenta que está feliz con su nueva vida, pero que inevitablemente extraña a la familia. Recuerda con nostalgia a su abuela, y a los amigos que no pudo despedir por su distancia.
“El día que salí de la casa yo me despedí de mis perros, me despedí de mis gatos y nunca más los volví a ver, y es duro porque ellos no saben que tú te estás yendo y no vienes más, eso siempre me ha roto el corazón“.