“He tomado la decisión de una operación militar especial”. Con esas palabras, Vladimir Putin lanza el 24 de febrero de 2022 la invasión de la vecina Ucrania, desencadenando el peor conflicto en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial.
Por larazon.es
En un contexto de crecientes tensiones con Occidente, el presidente ruso abre las hostilidades poco antes de las seis de la mañana a través de una declaración por sorpresa en la televisión.
El objetivo es una “desmilitarización y desnazificación de Ucrania”, machaca, con tono duro, el líder del Kremlin, quien reitera sus acusaciones infundadas de un “genocidio” orquestado por Ucrania en el este de habla rusa del país y denuncia una política “agresiva” de la OTAN
Dos días antes, Putin había declarado la “independencia” de territorios separatistas ucranianos Donbás, que Ucrania combate con las armas desde 2014.
Putin amenaza a Occidente de “consecuencias aún nunca vistas” en caso de interferencia.
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Poderosas explosiones resuenan en el cielo de la ex república soviética. Los ataques tienen como blanco la capital, Kyiv, Kramatorsk (cuartel general del ejército ucraniano en el este) y Járkov, la segunda ciudad más grande ubicada cerca de la frontera rusa. También Odesa, en las costas del Mar Negro, y Mariúpol, el principal puerto. De una punta a la otra del país suenan las sirenas de alerta aérea.
El ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, denuncia el inicio de una “invasión de gran amplitud”.
Desde el amanecer, los ucranianos se agolpan en el metro de Kyiv, transformado en refugio. “Me desperté por el ruido de las bombas. Preparé unos bolsos y me fui”, confíó a AFP Maria Kashkoska, de 29 años, acurrucada en estado de “shock”.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski promete “vencer”, proclama la ley marcial e insta a sus 40 millones de conciudadanos a “no entrar en pánico”, en un vídeo en Facebook.
A primera hora de la mañana, blindados rusos penetran en suelo ucraniano por el norte -desde Bielorrusia, aliada de Moscú-, el sur y el este. Dotado de una “superioridad aérea total” sobre Ucrania -limitada en medios antiaéreos a pesar de una creciente ayuda militar de los occidentales-, el ejército ruso avanza hacia Kyi, donde se impone un toque de queda.
Rusia quiere “decapitar el Gobierno ucraniano” e instalar dirigentes favorabes a Moscú, según el análisis de fuentes militares occidentales.
Fuerzas rusas transportadas por helicóptero atacan el aeropuerto militar de Gostomel, en las puertas de la capital ucraniana.
Con el correr de las horas, tropas procedentes de las península ucraniana de Crimea -anexionada en 2014 por Putin- progresan en el sur y toman el control de Genishesky, en la región de Jersón. En el noreste, hay violentos combates en Járkov, donde se lanzan paracaidistas rusos.
“No pensé que ocurriría esto mientras estuviese viva”, afirmó a AFP Olena Kurilo, de 52 años, con el rostro cubierto de vendas a raíz de heridas provocadas por un ataque. “Haré todo por Ucrania, tanto como pueda”, aseguró esta enseñante de Chuguev, cerca de Járkov.
En los países occidentales llueven las condenas. El presidente estadounidense, Joe Biden, anuncia un arsenal de sanciones económicas y financieras que tienen como objetivo convertir al líder del Kremlin en “un paria en el escenario internacional”.
Estados Unidos, dice Biden con tono solemne, defenderá “la menor pulgada de territorio de la OTAN”, pero no enviará tropas a Ucrania, que no es miembro de la Alianza del Atlántico. El Pentágono anuncia el envío de 7.000 soldados adicionales a Alemania, lo que eleva a 90.000 el número de tropas estadounidenses en Europa. Las fuerzas armadas de los países de la OTAN son colocadas en estado de alerta.
Los dirigentes de la Unión Europea (UE) adoptan sanciones financieras “masivas” contra Rusia.
China, rara voz disonante y que mantiene estrechas relaciones con Moscú, dice “entender las preocupaciones” de Rusia.
Por la noche, Ucrania denuncia que la central de Chernóbil, cerca de Bielorrusia y escenario del peor accidente nuclear de la historia en 1986, cayó en manos de los invasores.
Rusia afirma haber destruido más de 70 instalaciones militares, entre ellas 11 aeródromos. Ucrania dice haber derribado cinco aviones rusos y un helicóptero. Al final de este primer día de guerra, Zelenski deplora la muerte de “137 héroes” ucranianos y decreta la movilización militar.
El presidente presenta a su país como el “escudo de Europa” frente a Rusia y señala la falta de ayuda de sus aliados occidentales. “¿Quién está listo para combatir con nosotros? No veo a nadie”, dice, lamentando el rechazo de la OTAN a enviar tropas a Ucrania.
Adoptando el papel de comandante en jefe con vestimenta militar, el exhumorista de 44 años jura que se queda en la capital con su Gobierno e inicia así un poderosos movimiento de resistencia militar.
Las bolsas europeas pierden hasta 5% y los precios de las materias primas se disparan. Los inversores se preocupan por posibles rupturas de suministro de gas y petróleo, de los cuales Rusia es uno de los principales productores. Los temores sobre las exportaciones rusas y ucranianas llevan al precio del trigo a un nivel inédito.
La ofensiva rusa fuerza a abandonar sus hogares a unos 100.000 ucranianos. Varios miles de ellos fluyen a las fronteras de la UE, especialmente Polonia, Hungría y Rumania. El conflicto provoca el éxodo más rápido desde la Segunda Guerra Mundial.