Cuando Javier Vanegas llegó al hospital de Kennedy, en octubre de 2013, no había mucho que los médicos pudiesen hacer para salvar su vida: una puñalada a la altura del corazón -específicamente en la aurícula izquierda-, amenazaba con expulsarlo del mundo terrenal.
Por El Tiempo
El doctor Miguel Ramírez, sin embargo, no se iba a rendir ante la gravedad de la herida. Con una lesión realizada con arma cortopunzante que comprometía una de las cavidades más importantes del corazón, dolor y mucho miedo desbordado, Javier Vanegas ingresó al quirófano aún con signos vitales.
Pese a los esfuerzos del especialista y de su equipo, un grupo de estudiantes de medicina, por reparar la herida de dos centímetros en el órgano palpitoso, Javier, un reciclador bogotano quien para ese entonces tenía 39 años, entró en paro cardíaco. Mientras sus signos vitales se apagaban, solo quedaba hacer dos cosas: realizar masaje cardíaco y esperar lo mejor, que la técnica de reanimación abierta salvara su vida.
A medida que pasaban los minutos, la situación, lejos de mejorar, se tornaba cada vez más crítica. “Colocamos todos los medicamentos: la adrenalina, que es un gran vasoconstrictor que está indicado en estos casos, y atropina. El paciente empezó en una arritmia cardíaca grave que es fibrilación ventricular”, detalló el doctor Ramírez, por ese momento jefe del departamento quirúrgico del hospital y doctor encargado de Vanegas, para el programa ‘Los Informantes’.
De acuerdo con MedlinePlus, el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la fibrilación ventricular es una contracción o temblor incontrolable de fibras musculares y, según otros portales especializados, como Mayo Clinic, puede llegar a ser mortal. En otras palabras, el corazón de Javier estaba muriendo delante de las miradas impotentes de los especialistas.
Las manos de los médicos se aferraron al corazón de Vanegas por unos cuantos minutos; hasta que, de repente, el anestesiólogo de la cirugía se quitó los guantes y anunció la peor de las noticias. “Doctor Ramírez, ya el corazón está dilatado. Es un corazón cadavérico, ya no trabajemos más”, señaló el especialista al programa citado anteriormente.
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