David Smolansky, comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, afirmó a la Voz de América que “la gente va a seguir huyendo de Venezuela” de prolongarse la “tiranía” de Nicolás Maduro y mientras tengan que seguir lidiando con “escasez de alimentos, escasez de medicina, alto costo de la vida y seguridad”.
Por vozdeamerica.com
Smolansky explicó a la VOA el lado oculto detrás de crisis humanitaria de los venezolanos, argumentando por ejemplo sobre la muerte de 71 migrantes que se registró este año en las rutas migratorias y la situación de los más de siete millones que ya han huido del país en un éxodo que no da señales de disminuir.
21 migrantes venezolanos fallecieron en la Selva del Darién.
18 murieron en rutas de Centroamérica y México.
14 se ahogaron o fueron asesinados en ruta del Mar Caribe.
13 se ahogaron en el Río Bravo tratando de llegar a EEUU.
5 fallecieron en rutas de Suramérica.
— David Smolansky (@dsmolansky) December 28, 2022
“Murieron tratando de llegar a otra parte”, dijo Smolansky, “y sigue siendo una cifra muy alta. La verdad es que en todo el continente registramos venezolanos falleciendo que huían del régimen de Nicolás Maduro. Entonces, mientras se siga prolongando la tiranía, pues lamentablemente siempre van a haber”.
De hecho, señaló que “el año está cerrando con aproximadamente 1.700 venezolanos huyendo diariamente”.
“Estamos hablando que aproximadamente 50.000 personas huyen al mes, entonces eso tú lo proyectas a un año y bueno, podrían ser 600.000 personas más que se vayan el año que viene. En 2022 fueron un millón”.
Smolansky opina que “a esta crisis hay que hay que darle la dimensión que se merece, que es una dimensión global. América Latina y el Caribe, todo el continente… tienen la crisis migratoria más grande del planeta. Solamente se asemeja hoy por hoy a la de Ucrania”.
La respuesta ha sido inconsistente, añadió y espera que sea “mucho más propositiva y acogedora y solidaria para 2023”.
“Todos los años desde 2019 se venía haciendo una conferencia global de donantes para dar respuesta a la crisis migratoria venezolana y en el caso de este año se postergó”, debido a la otra crisis en Ucrania.
“Este ha sido uno de los años más difíciles desde el punto de vista de cooperación para poder proteger, atender e integrar a los migrantes y refugiados y además darle apoyo a los países receptores”, explicó Smolansky.
Cuando se habla en la cooperación económica solamente se piensa en inmigrantes y refugiados, dijo, “pero también aquí se habla del país receptor o país receptor, donde muchos países en América Latina están en vías de desarrollo y tienen su propias limitaciones para poder integrar a los migrantes venezolanos”.
“Quiero ser muy claro que mi mayor anhelo es que todos los venezolanos tengamos la oportunidad de volver a nuestra nación y que podamos disfrutar de una nación donde haya libertades y estado de derecho de oportunidades, donde haya democracia y donde, sobre todo, poder reencontrarnos con nuestra familia”, declaró Smolansky.
Sin embargo, “esta época del año es muy dura para para los venezolanos porque pasamos la Navidad y el Año Nuevo alejados los seres queridos”.
Las necesidades planteadas por la ACNUR
La Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), codirigida por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), presentó a comienzos de diciembre su plan regional de 1.720 millones de dólares para apoyar las necesidades actuales de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela y sus comunidades de acogida en 17 países de América Latina y el Caribe.
El comunicado indicó que a varios años del comienzo de esta emergencia, millones de personas refugiadas y migrantes venezolanas en la región “todavía no pueden costear tres comidas al día, no tienen un alojamiento seguro y digno, se enfrentan a obstáculos para acceder a atención médica y no pueden trabajar para mantenerse a sí mismos y a sus familias”.
El texto afirmó que los fondos serían destinados a responder a esas necesidades humanitarias, complementando y apoyando los esfuerzos de los gobiernos de acogida, que son los principales responsables de la respuesta. A su vez promoverán la integración socioeconómica, mediante el acceso a oportunidades de empleo, educación y regularización, así como a programas de bienestar social para que puedan lograr estabilidad financiera y una integración efectiva que les permita alcanzar su pleno potencial y contribuir al desarrollo de los países que les han acogido con generosidad.
“Las personas refugiadas y migrantes de Venezuela no pueden ser olvidadas. Muchas han visto sus vidas paralizadas y millones luchan por alimentar a sus familias o encontrar oportunidades para reconstruir sus vidas”, señaló Eduardo Stein, Representante Especial Conjunto de ACNUR y OIM para los refugiados y migrantes venezolanos. “Están deseosos de contribuir a sus comunidades de acogida con sus conocimientos, habilidades y creatividad, y lo han estado haciendo, pero necesitan nuestro apoyo para superar sus retos más acuciantes”.
De acuerdo con ACNUR, más de 7 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela han abandonado su país en busca de seguridad y estabilidad. La gran mayoría, casi seis millones de personas, viven en 17 países de América Latina y el Caribe.