¿Expansión o recesión? Proyección de la economía en Venezuela durante 2023

¿Expansión o recesión? Proyección de la economía en Venezuela durante 2023

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Una persona entrega cambio en moneda estadounidense a un cliente en Caracas, Venezuela.
ARIANA CUBILLOS (AP)

 

 

 

 

Con Venezuela saliendo de la hiperinflación, el país experimentó por un corto lapso una estabilidad que pudo haber engañado a algunos ávidos especialistas en economía. Sin embargo, en la actualidad se acrecientan los temores de que se vuelva a entrar en una recesión que impacte severamente los bolsillos de los ciudadanos.

En poco tiempo, la nación se encontrará nuevamente en una contienda electoral que pondrá en juego el futuro de los venezolanos y, de tal manera, comienzan a surgir inquietudes en cuanto a cómo el régimen chavista enfrentará la materia económica durante el 2023. ¿Habrá aumento salarial en la administración pública?, ¿se reducirá el déficit fiscal?, ¿impondrán un control de precios? Todas estas interrogantes las abordó Henkel García, director de Albusdata, quien ofreció a La Patilla un pronóstico financiero de cara a un nuevo año.

Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.1eye.us

Crecimiento económico

La Comisión Económica para América Latina (Cepal), publicó a mediados de octubre sus proyecciones de crecimiento económico para América Latina y el Caribe de estos dos años. En ellas, estiman que Venezuela terminaría el 2022 con un desarrollo del 12 % -la cifra más alta de la región-, mientras que para el venidero 2023 podría crecer otro 5 %. Precisaban que el conflicto entre Rusia y Ucrania afectó de manera global, aunque el país se pudo haber beneficiado de ello, pese a las sanciones petroleras impuestas por Estados Unidos.

No obstante, para Henkel García, una de las principales razones del crecimiento es que el país está en proceso de “recuperar la normalidad” de la actividad económica que había antes de la pandemia.

“Producto de la pandemia hubo que meter a la gente en sus casas. La actividad económica retrocedió muchísimo. De hecho, el decrecimiento estimado para 2020 fue de 30 % e insisto aquí, buena parte de ese decrecimiento se debió a la paralización económica de las cuarentenas para poder lidiar con la pandemia, cosa que hizo un número importante de países. Lo que pasa es que en otros países los gobiernos metieron planes de ayuda y una expansión fiscal, que aunque causó una inflación a nivel global, se hizo para poder enfrentar [las consecuencias del Covid] y que el impacto económico fuese el menor posible. Venezuela no lo tuvo, así nos metimos una contracción de 30% solamente en 2020”.

Al ceder las cuarentenas y por consiguiente la pandemia, la economía comenzó a agilizarse nuevamente y por ello queda en evidencia el fin de la recesión con números que pudieron resultar alentadores. García también justifica que buena parte del desarrollo económico, se debe a la apertura de concesiones de operaciones con el sector privado, que creó un mejor ambiente en lo comercial, pero no hay cambios estructurales en la dinámica que auguren un mejor pronóstico, de allí, que la estabilidad se hiciera ver por un corto período.

“No hemos visto cambios realmente importantes. El cambio de postura sí es bienvenido, pero es eso, es como un ambiente de concesiones. La gente no se lo cree, la gente no está dispuesta a invertir, entonces torcer la economía sin cambios realmente fundamentales y no solamente en lo económico, sino en nuestra dinámica de país, política, social y sobre todo, lo institucional. Sin esos cambios era totalmente previsible que esa recuperación tuviese patas cortas”, detalló.

A pesar de que para García, ya se preveía tanto el crecimiento como la desaceleración, la devaluación de los últimos meses, obligó a ajustar las estimaciones iniciales.

“La desaceleración que hemos visto a finales de año es mucho más profunda que lo que nosotros estábamos estimando. Si ese crecimiento antes estaba entre cinco y siete, ahora lo estamos viendo más entre tres y cinco, porque sí, hay algo más de crecimiento y obedeciendo a la misma dinámica de que todavía se va a recuperar algo del terreno perdido para poder llegar a lo que éramos en 2019”.

Asimismo, apuntó que pudiese ocurrir que el crecimiento de 2023 no sería suficiente para alcanzar los niveles del último año sin pandemia.

Salario y déficit fiscal

En cuanto al impacto que tuvo el aumento salarial en el primer trimestre del 2022 y el balance con el que cierra el año, el asesor financiero apuntó que “la economía tiene algo bonito que te hace tocar la realidad” ya que financieramente se ajustó el monto de lo que realmente podría pagar el régimen chavista a la administración pública.

“En ese momento me parecía que realmente tenía que haber una recuperación importante en los niveles de recaudación. También los ingresos petroleros tenían perspectivas de mejorar. Yo decía: ‘oye, los que gobiernan, se sienten algo seguros con esos ingresos como para aumentar’, que fue considerable, porque el salario mínimo estaba cerca de 2 dólares y lo subieron a 30. Realmente no me cuestioné mucho que eso fuera inviable y al final era inviable. Tanto así que la economía se ajusta y hoy eso equivale a siete dólares. O sea, lo que el gobierno realmente podía pagar era 7 dólares y no 30”.

En ese sentido, explicó que actualmente el chavismo no tiene holgura en lo fiscal como para realizar un nuevo aumento. “Este brote inflacionario tiene que ver con eso que tuvieron que empezar a financiar con emisión monetaria porque calcularon mal. No creo que haya una intención, sino que fue sobrevenido: ‘mira, no tenemos para pagar esto, bueno, vamos a volver a las viejas prácticas del pasado. Vamos a emitir dinero con el BCV y a pagar las cuentas’ y ahí tenemos las consecuencias, tanto el tipo de cambio como la inflación”.

Para García es importante que regresen a la disciplina fiscal que había antes de agosto, que fue el mes que “desajustó todo”, y a pesar de que no descartó la posibilidad, consideró que las probabilidades de que eso ocurra cada vez son menores, sobre todo con lo que representa 2023 y 2024 en la materia política.

Un vendedor ambulante muestra billetes de bolívar, en Caracas (Venezuela), en una fotografía de archivo. EFE/Rayner Peña R.

Con todo ello, no hay soluciones mágicas para garantizar una mejora en la calidad de vida de los venezolanos, y la dolarización del salario tampoco es una de ellas. El especialista en economía mencionó que a pesar de que buena parte de la deuda del sector privado ya está dolarizada, en la administración pública no es así porque no existen los recursos necesarios para cubrir ese gasto y asumir el riesgo implicaría un desastre.

“La realidad económica impone otras restricciones más allá de la voluntad de dolarizar o no el salario mínimo”, dijo.

Aunado a ello, el régimen tendría que comenzar a recaudar impuestos en dólares, lo que para García representaría el “último clavo del ataúd para el bolívar”.

“Una vez que se tome ese paso, ya es un cambio importante y volver atrás es difícil. Una vez que tu dolarización esté plenamente, que eso incluye pagar impuestos en divisas o en dólares, ya ese paso para devolverte es prácticamente imposible. Es un paso que hay que pensarlo bastante”.

Pero con la inflación, golpeando cada día el bolsillo de los venezolanos, es difícil de prever cuál sería el monto ideal con el que se debería ajustar el salario mínimo.

“El salario va a ir acorde con los niveles de producción. Ya en Venezuela lo tenemos. Tú puedes decretar 1 millón de aumentos del salario mínimo, pero si la producción no da como para pagarlo, entonces se ajusta el poder de compra a lo que realmente la economía puede dar (…) Sí creo que Venezuela tiene un potencial tanto para producir mucho más como para pagar mejores salarios, pero no tenemos las condiciones”.

García puso de ejemplo el Plan Agenda Venezuela, un programa económico que llevó a cabo el expresidente Rafael Caldera durante su segundo mandato, para demostrar el potencial que puede tener Venezuela de una recuperación.

“El salario mínimo pasó en tres años de 75 a 300 con el Plan Agenda Venezuela. Algo así es a lo que me refiero, que nosotros tenemos mucho potencial y va a depender de los cambios que se vayan dando”.

Restricciones y gasto público

En cuanto a nuevas restricciones económicas, como regresar a los controles de precios de productos o servicios, García no cree que se imponga este modelo, aún cuando parece estar alineado con un factor del chavismo que lo promueve.

“Pareciera que fue una iniciativa de un grupo y desde arriba se lo mandaron a echar para atrás. Pero de llegar, ya sabemos, todo control de precios genera escasez. Eso es un ABC económico y en Venezuela tenemos bastante experiencia de eso y la gente le empezó a agarrar algo de rabia al control de precios, cosa que me parece maravillosa y ojalá nos quede esa enseñanza por mucho tiempo”.

Pero el enfoque para los empresarios, comerciantes e inversores, está también en una mayor reducción del encaje bancario, que permita obtener mejores beneficios crediticios.

“Desde el punto de vista técnico, el encaje incide. Fíjate que en la práctica el encaje efectivo es mucho menor al 75%, y es menor por decisiones o prácticas que lleva Sudeban (…) para mi la entrega de créditos no solamente pasa por el encaje, pasa también por el mismo estado de la economía, es como un ciclo que se retroalimenta. Si la venta está bajando, y esperamos que para 2023 continúe desacelerando la economía y buena parte de las industrias con una capacidad ociosa, para qué necesito un crédito que además está indexado”.

Señaló que se necesitan proyectos rentables para que se pueda repagar ese crédito y una economía pujante. “No solamente es el encaje, son las mismas condiciones de la economía que para mí también están teniendo una incidencia en el crédito”.

2023 y 2024 son años claves en materia política y así lo hizo saber el director de la firma Albusdata. Se acercan nuevos comicios electorales que podrían determinar el futuro del país por los próximos seis años.

El consultor financiero comentó que anteriormente la efectividad que tenía “la maquinita” del BCV era mucho mayor de la que tiene ahora, por lo que será complicado para el régimen usar este recurso e inflar una campaña a su favor.

“El gobierno pudiese querer aumentar el gasto público, pero otra cosa es que pueda y antes te servía la maquinita, ahora no tiene el mismo efecto porque se traslada inmediatamente en aumento del tipo de cambio e inflación. En términos reales es muy difícil que tenga un efecto el financiamiento monetario por parte del Banco Central de Venezuela. Entonces, el gasto público lo van a tener que hacer con algo más real. ¿Aumenta la producción de petróleo y los ingresos? Ahí si yo veo un argumento válido para justificar que van a aumentar el gasto público de cara a 2023, pero creo que eso escapa de las manos de todos, incluyendo la de ellos, porque en el corto plazo yo no veo que se pueda aumentar la producción”.

Hizo énfasis en que va a ser determinante aprovechar esta oportunidad para que la idea de un cambio político vaya ganando espacios, que hoy no tiene, pero que poco a poco vaya convenciendo a los venezolanos de que es posible y que no solamente es posible, sino que es necesario.

Finalmente, el riesgo de que Venezuela caiga nuevamente en hiperinflación aumenta cada día. García examinó que las posibilidades, aunque son relativamente bajas, se tornan mayores a las que tenían unos meses atrás.

“Cayeron otra vez en la tentación y cuando ves la tendencia tanto de tipo de cambio como de la variación interanual de agregados monetarios y de la inflación que habían tenido una tendencia descendente, después esa tendencia se aplanó, ahora esas tres variables empiezan a tener una tendencia al alza. Cada vez que pasa un mes con esa tendencia subiendo, las probabilidades de volver a una hiperinflación van aumentando, porque hay un cambio de lo que estamos viendo, un cambio de tendencia, de variables”, puntualizó.

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