Cientos de migrantes se prepararon para acampar en el frío durante la Navidad en la frontera norte de México, con la esperanza de una rápida reversión de las restricciones migratorias de Estados Unidos, mientras soportan la embestida de una tormenta invernal.
Por Daniel Becerril y Daina Beth Solomon |Reuters
Después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminara esta semana que las restricciones conocidas como Título 42 podían mantenerse temporalmente, muchos migrantes se enfrentan a un fin de semana navideño que el servicio meteorológico mexicano calificó de “masa de aire ártico”.
“Me quedo aquí ¿a dónde me voy a ir?”, manifestó Walmix Juin, un migrante haitiano de 32 años que se prepara para el fin de semana en una endeble tienda de campaña en Reynosa, una ciudad al otro lado de la frontera con McAllen, en Texas. “Nunca pensé que me iba a pasar una Navidad así”, añadió.
Se espera que las temperaturas en las ciudades fronterizas Matamoros y Reynosa, donde varios miles de personas acampan al aire libre o en refugios precarios, ronden el punto de congelación este sábado y sólo mejoren ligeramente el domingo.
Más al oeste, en Ciudad Juárez, donde cientos de migrantes han hecho fila para solicitar asilo en la frontera con El Paso, en Texas, se prevé que las temperaturas desciendan hasta los seis grados centígrados bajo cero. Muchos han dormido en la calle.
Funcionarios han proporcionado más espacio en los refugios en los últimos días, pero algunos migrantes desconfían.
Con una gorra de béisbol y una chaqueta con cremallera hasta la barbilla, el venezolano Antony Rodríguez, de 29 años, ha intentado mantenerse caliente en Matamoros acurrucándose bajo mantas en una tienda de campaña con cinco familiares, según ha mostrado en un vídeo compartido con Reuters.
Tras una ardua travesía por Centroamérica y México, Rodríguez dijo que rechazó la oferta de un refugio porque temía que las autoridades los llevaran en autobús hacia el sur.
«No queremos ir porque sentimos que nos van a mandar para atrás», sostuvo.
Otro venezolano en Matamoros, Giovanny Castellanos, agregó que estaba acampando en una tienda de campaña en la frontera, envuelto en mantas, para mantenerse al tanto de los acontecimientos.
“Uno se va a un refugio y uno se aleja de acá, donde están las verdaderas informaciones», señaló el migrante, de 32 años.
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