Elon Musk estaba durmiendo en la oficina.
Por Clarín
Despidió a empleados y ejecutivos a voluntad.
Y lamentó que su empresa estuviera al borde de la bancarrota.
Eso fue en 2018 y la compañía era Tesla, mientras el fabricante de automóviles eléctricos de Musk luchaba por construir su vehículo para el mercado masivo, el Model 3.
“Fue insoportable”, le dijo a The New York Times en ese momento.
“Hubo momentos en los que no salí de la fábrica durante tres o cuatro días, días en los que no salí”.
La experiencia del multimillonario con lo que llamó el “infierno de la producción” de Tesla se ha convertido en un modelo para la crisis que ha creado en Twitter, que compró por 44.000 millones de dólares el mes pasado.
A lo largo de los años, Musk ha desarrollado un libro de jugadas para administrar sus empresas, incluidas Tesla y el fabricante de cohetes SpaceX, a través de períodos de dolor, empleando tratamientos de choque y alarmismo y presionando a sus trabajadores y a él mismo a dejar de lado a sus familias y amigos para gastar toda su energía en su misión.
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