María Eugenia Rodríguez: La tauromaquia, evidente maltrato animal

María Eugenia Rodríguez: La tauromaquia, evidente maltrato animal

Durante la época del Imperio Romano se produjo un capítulo deplorable con los animales, miles de ellos fueron masacrados para diversión de los ciudadanos que acudían cada mañana al circo o anfiteatro para ver las sangrientas peleas de animales enfrentados entre sí o con gladiadores preparados para luchar contra ellos.

Esta costumbre de utilizar el sufrimiento de animales para recreación de los humanos, la vemos reflejada en la Tauromaquia (arte de lidiar toros) que se inicia en España aproximadamente en el siglo XVIII, y con la colonización de América por parte de los españoles, llegó a nuestro continente estos espectáculos taurinos con algunas adaptaciones locales, los cuales, aún se producen en la actualidad. Por lo tanto, la Tauromaquia es un espectáculo que pertenece a la cultura Española, no a la nuestra, y en ese sentido la Ley Orgánica de Cultura de fecha 19 de Noviembre de 2014, en sus artículos 4 y 24 indica que nuestras políticas culturales nos deben llevar a la “DESCOLONIZACION DE LA CULTURA”, así como también, obliga al Estado a garantizar recursos necesarios para contribuir a generar vías estructurales para tal fin. Y, entendiendo por “DESCOLONIZACION el proceso de independización política, económica, social y cultural de una nación que ha sido dominada por un gobierno extranjero”, las corridas de toros deberían ser abolidas en Venezuela, pues, no representan cultura autóctona de nuestro país, son definitivamente un espectáculo dantesco heredado de los tiempos del Imperio Español.

Por otra parte, el toro de lidia es un animal doméstico, se cría y vive bajo la supervisión del hombre, por ende ha adquirido y desarrollado caracteres morfológicos, fisiológicos y de comportamiento, muy distintos a los toros comunes, si existe una raza de vacuno en que la intervención del hombre en su ciclo reproductivo sea total, es la de los toros de lidia. Su reproducción y desarrollo de vida está meticulosamente dirigida por el hombre, para obtener ese espécimen armónicamente construido, de elegante imagen y de piel fina y brillante, esto es prueba determinante de que, el toro de lidia es una animal doméstico, porque el humano ha intervenido en su creación.

Nuestra Ley para la Protección de la Fauna Doméstica libre y en cautiverio, en su artículo 3 se refiere al bienestar de la fauna doméstica impulsando acciones que garanticen la integridad física y psicológica de los animales domésticos, y evitando condiciones que puedan entrañarles “maltrato, abandono, daños, crueldad y sufrimiento”, siendo que, el contenido del referido artículo así como muchos otros de la mentada Ley, no se están aplicando para proteger a los toros de Lidia en este país.

En efecto, las corridas de toros no son combates equitativos entre el matador y el toro, ya que, el animal sufre psíquica y físicamente a la vez, el transporte previo, la excesiva actividad muscular, los gritos de la multitud, rodeado de los hombres a caballo (picadores) que introducen una púa en su lomo para irlo debilitando cada vez más, verse rodeado sin poder escapar de sus verdugos, el torero arengándolo, todo ello le produce al toro miedo y angustia, es un animal asustado que no tiene por donde escapar, y lo que le queda para salvar su vida es embestir contra todo lo que vea por delante, le hacen correr en círculos para marearlo, los banderilleros lo rodean encajándole arpones en el cuerpo y, finalmente el torero hunde sus espada en el lomo del animal y este muere muchas veces tras intensa agonía.

Por lo tanto, los espectadores acuden a la llamada “Fiesta Brava” con la finalidad de ver a “la muerte” en acción, ya sea del toro o del propio matador, cabe aquí lo que dijo Blasco Ibáñez: “La única bestia en la Plaza de toros es la multitud”. Y, esto es muy cierto, ya que, los fanáticos de esta tradición española, parecieran no tener empatía por el dolor ajeno, hay que recordarles que los animales no son cosas, ellos son seres vivos que sienten, que se atemorizan, que sufren, pero dichos espectadores aplauden fervorosamente al torero cuando da muerte al toro, lo aplauden como a un héroe, y el matador se siente como tal “el héroe de la arena”.

Pero, cabe preguntarse ¿verdaderamente el torero es un héroe?, yo diría que el matador pudiera ser un héroe para sociedades primitivas, tan antiguas como la del Imperio Romano donde imperaban los combates y las guerras, no para sociedades que han evolucionado como las actuales, para nosotros “un héroe” es un médico que salva una vida, es un bombero que se expone en el fuego para rescatar a las personas, es decir, los héroes modernos dan mensajes de vida, aportan valor agregado a los que los rodean. Por el contrario, el torero es un héroe vetusto, opaco, su mensaje es drama y muerte a la vez, ya no tiene cabida en la actualidad, y su existencia desaparecerá en nuestras nuevas generaciones, para quienes su diversión está circunscrita al ámbito digital, y no a un espectáculo sangriento y pasado de moda como lo son las corridas de toros.

MARÍA EUGENIA RODRÍGUEZ RUIZ.

ABOGADA INTEGRANTE DE ADEA.

ABOGADOS DEFENSORES DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES.

@somos.adea

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