Venezuela y Rusia despliegan estrategias comunes de desinformación para imponer su relato en la agenda pública, crear matrices de opinión en apoyo a sus políticas y desviar la atención de contenidos contrarios. El objetivo final, además de defender sus intereses, es socavar el modelo democrático mayoritario en la región y profundizar la influencia rusa en el patio trasero de Estados Unidos.
Por Daniel Lozano /El Mundo
Una alianza que se inició hace más de una década pero que se ha incrementado desde la «misión especial» (como se repite en los canales chavistas) ordenada por Vladimir Putin contra Ucrania. Además de las tres dictaduras regionales (Venezuela, Cuba y Nicaragua), estrechas aliadas de Moscú, el Kremlin cuenta con gobiernos populistas proclives, como Brasil y México, quienes practican una equidistancia calculada con Occidente.
Estas son parte de las principales conclusiones de la investigación realizada por Transparencia Venezuela, Probox, Cazadores de Fake News y Es Paja, organizaciones venezolanas que gracias a las confidencias de un trabajador de los medios chavistas accedió a las instrucciones de obligado cumplimiento en el gigantesco aparato de propaganda revolucionario. Las órdenes son claras: es fundamental «desmontar las matrices antirrusas» y dejar claro que Venezuela «no es imparcial, porque somos atacados desde hace más de 20 años por los mismos actores de la OTAN, como son EEUU y la Unión Europea».
También es importante «estar muy atentos a los comunicados de Putin y del Ministerio de Defensa ruso», además de insistir en que no se trata de una invasión a Ucrania sino de «operaciones especiales para proteger a la población del genocidio del gobierno neonazi ucraniano». Repetir el calificativo neonazi, insisten, es de vital importancia, así como dejar claro que «hay un avance silencioso de la OTAN» contra la aliada Rusia, «que recrudeció después del golpe de Estado de Ucrania».
Los medios de Maduro también se empeñan en presentar a EEUU como una nación imperialista, de corte racista, explotadora de las naciones más pobres en comparación con Rusia y sus aliadas, que en el relato chavista conforman el bloque progresista que defiende a los trabajadores.
De esta forma, los contenidos de los canales rusos Russia Today (RT) y Sputnik se han multiplicado en las plataformas revolucionarias desde el inicio de la invasión. Sólo en marzo se publicaron 331 artículos citando a Sputnik y 234 a RT.
La intoxicación se extiende a las redes, y no es la primera vez: en las protestas de Chile de 2019 rusos y venezolanos trabajaron de forma conjunta para desestabilizar a su adversario ideológico. La estrecha alianza ya fue detectada por la Universidad de Oxford a través de una investigación que concluyó que Rusia y Venezuela son líderes en el uso de Twitter y Facebook para realizar operaciones de influencia extranjera, además de China, India, Irán, Pakistán y Arabia Saudí.
Una desinformación que trasciende las fronteras de Venezuela y, empujada por los medios aliados de Venezuela y Rusia, se extiende por todo el continente. «La presencia de medios masivos permite al Kremlin cuestionar el modelo democrático vigente en la mayor parte de América Latina y defender las posturas oficiales del gobierno ruso, al tiempo que se alinean con las perspectivas de las fuerzas iliberales, en especial de la izquierda radical, del espectro político regional», concluyen por su parte Johanna Cilano y María Isabel Puerta en su ensayo Así nos habla el Kremlin.
Las politólogas coinciden en destacar que más allá de la estrecha cooperación económica, diplomática, de Inteligencia y militar, «Rusia, como poder autocrático global y Venezuela, como régimen autocrático latinoamericano, establecen sinergias en lo relativo a la defensa y proyección de su cosmovisión política». Mientras Caracas le sirve a Moscú como puerta de entrada al patio trasero de EEUU, Putin ofrece «un contrapeso diplomático como aliado global contra EEUU».
La conclusión final es del historiador Armando Chaguaceda, uno de los principales investigadores de las revoluciones rusa, cubana y venezolana: «La cooperación autocrática entre Rusia y sus socios latinoamericanos está recargando el alcance de Rusia en la región. Se fortalece, por tanto, una confluencia bilateral de valores y posiciones opuestas a la defensa de la democracia entre fuerzas políticas autocráticas de la región y actores relevantes de la intelectualidad».