El ambicioso plan de unos científicos para volver a congelar los polos de la Tierra

El ambicioso plan de unos científicos para volver a congelar los polos de la Tierra

Océano Glacial Ártico FOTO: FLCKR

 

 

 

El cambio climático apremia cada día más. Los expertos lo definen ya como el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad. Los sucesivos datos obtenidos por los científicos evidencian que el Ártico y partes de la Antártica se están calentando entre dos y tres veces más rápido que el promedio mundial. De hecho, a principios de este año se informaron olas de calor sin precedentes en estas regiones.

Por La Razón

El derretimiento del hielo y el colapso de los glaciares en latitudes altas aceleraría el aumento del nivel del mar en todo el planeta, provocando una grave amenaza para las ciudades costeras, que comprometerían la seguridad de millones de personas en todo el mundo. Afortunadamente, “sería factible y notablemente económico” volver a congelar los polos, según una nueva investigación publicada en Environmental Research Communications.

Científicos de la Universidad de Yale esbozaron un controvertido plan para mantener fríos y proteger de la radiación solar los polos. Los casquetes polares son como escudos gigantes que nos protegen del aumento de la temperatura. A medida que el hielo se derrite, hay menos para reflejar la luz, por lo que la temperatura aumenta y se derrite más hielo. Prevenir una mayor pérdida de hielo o recuperar una parte, contribuiría en gran medida al clima mundial.

El programa propuesto usaría lo que se conoce como inyecciones de aerosoles estratosféricos para liberar partículas diminutas a la atmósfera. Para lograr recongelar los polos, se necesitaría una flota de aproximadamente de 125 aviones cisterna militares capaces de volar a gran altitud que liberarían millones de toneladas de dióxido de carbono en unos 175.000 vuelos al año. Las partículas se liberarían en latitudes de 60 grados norte y sur, aproximadamente Anchorage y el extremo sur de la Patagonia.

Si se inyectan a una altura de 43.000 pies (por encima de las altitudes de crucero de los aviones), estos aerosoles se desplazarían lentamente hacia los polos con los vientos de gran altitud, sombreando ligeramente la superficie de la Tierra por debajo.

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