El triste cumpleaños de Harry: marginado en la despedida de la reina y con el recuerdo del día que lloró a su madre

El triste cumpleaños de Harry: marginado en la despedida de la reina y con el recuerdo del día que lloró a su madre

El hijo menor de Carlos III cumple 38 años, en medio del histórico momento que atraviesa el Reino Unido por la muerte de la reina Isabel Nariman El-Mofty/Pool via REUTERS

 

Cumplir años es distinto para cada persona. Algunos eligen celebrarlo con amigos y familiares en una gran fiesta. Otros prefieren que la fecha pase rápido, como un día más y están los que optan por una situación intermedia, algo íntimo y con pocas personas. Pero seguramente ninguna persona del mundo elegiría celebrarlo ante cientos de cámaras, con un protocolo a seguir y en el multitudinario funeral de una persona que para todos fue la Reina pero para él fue su abuela. Y sin embargó así es como el príncipe Harry transita su cumpleaños 38.

“Abuela, aunque esta despedida final nos produce una gran tristeza, estoy eternamente agradecido por todos nuestros encuentros, desde mis primeros recuerdos de infancia, hasta nuestro primer encuentro como Comandante en Jefe, pasando por el primer momento en que conociste a mi querida esposa y abrazaste a tus bisnietos”, fueron las primeras públicas que el hijo menor de Carlos III pronunció ante la muerte de la monarca que marcó la vida de los británicos.





Cuando supo la noticia, Harry se encontraba en una gira por Europa, se sabía que rechazó hospedarse con el entonces príncipe Carlos y encontrarse con William Kate, también que había planeado desplazarse a Londres para participar en un acto y despedirse de su abuela. Aunque acudió al castillo de Balmoral no logró su cometido porque al llegar, Isabel ya había fallecido. Mientras la noticia de la muerte de la soberana se difundía, comenzaban las dudas protocolares. ¿Qué lugar ocuparía Harry, despojado de sus títulos después de que él y su esposa Meghan Markle renunciaran a sus deberes reales y se fueron del Reino Unido a California?

La primera ofrenda de paz la hizo su padre, el ahora rey Carlos III cuando en su primer discurso como monarca dijo sin vueltas: “Quiero expresar mi amor por Harry y Meghan mientras siguen construyendo sus vidas en el extranjero”. Antes, ese hijo tan amado como rebelde había mostrado su respeto: “Ahora honramos a mi padre en su nuevo papel como rey Carlos III. Gracias por su compromiso con el servicio. Gracias por sus buenos consejos”.

El segundo gesto de acercamiento se vivió el sábado cuando las rejas del Castillo de Windsor se abrieron. Una multitud de ciudadanos movilizados por la muerte de Isabel II, asombrada, vio aparecer cuatro siluetas: por primera vez desde 2020 los príncipes William y Harry, acompañados de sus esposas, se mostraban juntos… La imagen de “los cuatro fantásticos”, reunidos por el dolor dio vuelta al mundo.

Vestidos de riguroso luto, William, Kate, Harry y Meghan contemplaron las ofrendas florales, las cartas y los regalos que la gente dejaba en homenaje a la reina Isabel II. Las parejas caminaron, observaron, conversaron con algunas personas mientras otros los aplaudían. Se los veía tristes pero no angustiados, conmovidos pero no sorprendidos. No había modo de no asociar las imágenes de estos hombres con la de aquellos niños de 12 y 15 años que 25 años atrás debieron despedir a su madre, también ante los ojos de una multitud que la lloraba y dejaba ofrendas florales.

El tercer gesto no sirvió para acercar posiciones pero demostró que Harry aceptaba las consecuencias de sus decisiones. Se le prohibió usar su uniforme militar y solo podría aparecer vestido de civil en todos los eventos públicos en honor a Isabel II. Lo que podría haber sido un motivo de escándalo fue resuelto con discreción. “El príncipe Harry usará un traje durante los eventos en honor a su abuela”, dijo un portavoz del duque y duquesa de Sussex y agregó “Su década de servicio militar no está determinada por el uniforme que viste y pedimos respetuosamente que el enfoque permanezca en la vida y el legado de Su Majestad, la reina Isabel II”.

Hace exactamente un año, para su cumpleaños 37, Harry recibía una fría felicitación de su abuela. “Deseando al duque de Sussex un feliz cumpleaños”, se leía en un story colgado en la cuenta oficial de Instagram de la soberana, junto a un combo de tres imágenes en las que se veía al ex nieto favorito en diferentes facetas. El mismo mensaje se publicó en Twitter. Ambos mensajes habían sido muy diferentes a los de su cumpleaños 36. No hubo stories, pero sí imágenes más emotivas en el feed, acompañadas de un texto más elaborado. Es que entre un cumpleaños y otro, Harry y su esposa habían concedido la polémica entrevista a Oprah lo que obligó a la reina Isabel a hacer una de las cosas que más detestaba: pronunciarse públicamente sobre hechos que consideraba privados. “Toda la familia está entristecida al conocer el alcance total de cuán difíciles han sido los últimos años para Harry y Meghan. Las cuestiones planteadas, especialmente la racial, son preocupantes. Si bien algunos recuerdos pueden variar, estos problemas van a ser tomados muy en serio y la familia se ocupará de ellos en privado. Harry, Meghan y Archie siempre serán miembros muy queridos de la familia”, admitió la soberana días después de la polémica entrevista.

Hoy el cumpleaños de Harry es muy distinto al que seguramente pensó. Muchas imágenes y situaciones que debe transitar lo retrotraen al que fue el momento más doloroso de su vida: la muerte de su mamá, Lady Di. Como hace 25 años ve como un pueblo que se caracteriza por su carácter estoico, calmado pero también apático para expresar emociones, se vuelca a las calles para despedir a un miembro de la familia real. Lo hicieron con su madre, a la que llamaron la “Reina de los corazones”, lo hacen con su abuela, la soberana que les recordaba con su vida el orgullo de pertenecer a ese país que alguna vez fue imperio.

Ante ese recorrido a pie de un 1,6 kilómetros, con las salvas de cañón disparadas por las tropas reales desde Hyde Park , los tañidos del Big Ben y sobre todo, enmarcado por los miles y miles de ciudadanos anónimos con la tristeza reflejada en sus rostros, Harry debe haber recordado cuando, con apenas 12 años, participó del funeral de su madre.

Hasta el día de hoy y 25 años después de esa ceremonia siguen conmoviendo las imágenes de William y Harry -de 15 y 12 años en esa época- que aunque príncipes no dejaban de ser dos adolescentes que habían perdido a su mamá. De ese día -una caminata de 3,5 kilómetros ante dos millones de personas- Harry recordó en Newsweek que caminar tras el ataúd de su madre era algo que “no se le debería pedir” a ningún niño. Meses antes en el documental de la BBC Diana, 7 days había asegurado que no tenía opinión sobre si participar había sido correcto o no, pero que mirando atrás, estaba satisfecho de haberlo hecho.

Ante la ceremonia por la muerte de su abuela, quizá Harry siente lo mismo. Participar es algo que debe hacer. Por eso y como hace mucho tiempo no se lo veía, volvió a aparecer junto a su hermano y su padre. Ellos vestían sus uniformes militares, él lucía lo que se conoce como morning suit, es decir, un jaquet. Eso sí, pudo llevar sus medallas militares, algunas ganadas en Afganistán.

Como el de su madre, el ataúd con los restos de su abuela estaba envuelto en el estandarte real el féretro. En el de su madre se veían tres arreglos florales, cada uno con un significado particular. El de lirios blancos, que se usa para las ocasiones de luto, era de la familia Spencer. Los ramos más simples eran los más conmovedores. Uno de rosas blancas acompañado con una tarjeta con la palabra Mummy, con la letra del príncipe Harry, y detrás, tulipanes blancos, elegidos por el príncipe William.

En la parte superior, el féretro de su abuela llevó una simple corona de flores blancas y colocada sobre una almohada de terciopelo violeta, se puso la corona imperial. Porque si de algo no caben dudas es que Isabel era su abuela, pero ante todo y ante todos era la Reina. Por eso, había una corona y no una tarjeta con un tierno y conmovedor Granny.

Durante todo el funeral, junto a Harry estuvo su esposa Meghan Markle, vestida de riguroso negro y capelina con encaje. Al final tomó la mano de su marido y no se la soltó. Quizá no quiso repetir lo que ocurrió con su suegro en el funeral de Lady Di, cuando todo el tiempo hizo contacto visual con sus hijos pero en ningún momento los abrazó o mínimamente los tocó.

Harry celebra 38 años y la muerte de su abuela resignifica la fecha. Sabe que el Reino Unido atraviesa un momento histórico. Cuando pase la conmoción, las ceremonias se acaben y los homenajes cesen, Harry retomará su vida. Había anunciado que para fines del 2022 publicaría sus memorias. Aventuras, pérdidas y lecciones de vida, es todo lo que se prometió del libro hasta el momento, además de “un relato sincero escrito en primera persona”. ¿Lo publicará? Demasiado pronto para decirlo. Quizá su dolor de nieto se impongan a sus deseos de patear el tablero y volver a poner en jaque a una Reina que para dolor de muchos, ya no está.