Ganesh, la divinidad con cabeza de elefante, vuelve a lo grande a Bombay, que desde este miércoles celebra una de las grandes festividades hindúes del año en India.
Los dos años pasados, la pandemia obligó a las autoridades a restringir las dimensiones de la festividad, empezando por las representaciones de Ganesh, para atraer así a menos gente.
Ahora las estatuas han recobrado su tamaño de paquidermos de al menos nueve metros de altura. Su peso es tal que se necesitan decenas de personas para levantar las figuras y trasladarlas de un sitio a otro.
La fiesta dura 11 días y atrae a decenas de miles de peregrinos hindúes a las calles de esta gran ciudad costera.
El artesano Bharat Masurkar, que lleva cuatro décadas en este negocio, se felicita de que los pedidos hayan vuelto, sentado entre decenas de sus criaturas talladas en arcilla o yeso y recubiertas luego de colores brillantes.
“Este año han vuelto la arcilla y el yeso con una efervescencia total”, declara a AFP en su frecuentado taller.
En la esquina se afanan unos obreros subidos a unos andamios de madera.
“Pasamos hasta 15 horas al día con estas figuras”, cuenta uno de ellos, Raju Patel, que vino desde el estado de Bihar, a 2.000 km al norte de Bombay, como cada año desde 1996.
Tradición y ecología
Los Ganesh se fabrican por lo general con yeso de París, un material consistente y ligero que permite un transporte cómodo por carretera.
La mayoría de los ídolos son transportados en carros tirados por hombres hasta los barrios que los han encargado, para las celebraciones callejeras en las que miles de fieles bailan durante horas.
Según los artesanos, la arcilla es demasiado pesada y frágil como para fabricar figuras de grandes dimensiones. Igualmente, las estatuas de papel maché se exponen a quedar empapadas en esta temporada del monzón.
El festival concluye con las procesiones de Ganesh en dirección del mar Arábigo, donde las divinidades son sumergidas.
El yeso sin embargo no se disuelve y acaba luego en las orillas contaminando el agua y dañando la vida submarina, según critican los ecologistas.
El impacto medioambiental de las estatuas de yeso se ha convertido en fuente de preocupación para las autoridades, que han decidido prohibirlas a partir del año próximo.
Este año la estatuas de yeso están autorizadas con la condición de que al final sean sumergidas en lagos artificiales.
Un giro este que tiene angustiados a quienes vienen de lejos para ganarse la vida fabricando figuras de yeso.
“Alguien que trabaja con yeso de París se morirá de hambre” con esta medida, afirma Masurkar, que incide en todos los que cada año vienen desde Bihar a trabajar unos meses en Bombay porque no tienen otra alternativa.
AFP