No sólo sedentarismo, colesterol e hipertensión atacan al corazón, también el clima extremo, fumar y no dormir bien propician enfermedades coronarias, según tres estudios que se han presentado en el Congreso Europeo de Cardiología (ESC-2022) que ha comenzado hoy en Barcelona (España).
El primer estudio, presentado por el cardiólogo del Instituto Nacional de Salud y Medicina de Francia Aboubakari Nambiema, ha demostrado que quienes duermen mejor tienen un menor riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular, aunque nueve de cada diez personas no duermen bien.
El estudio ha establecido que “el sueño subóptimo” está asociado con una mayor probabilidad de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular, según Nambiema.
“La importancia de la calidad y cantidad del sueño para la salud del corazón debe enseñarse temprano en la vida, cuando se establecen comportamientos saludables. Minimizar el ruido nocturno y el estrés en el trabajo ayudan a mejorar el sueño”, ha explicado el cardiólogo.
El estudio ha utilizado una puntuación de sueño saludable combinando cinco hábitos de sueño para estudiar los casos de 7.200 voluntarios, hombres y mujeres, de entre 50 y 75 años y libres de enfermedades cardiovasculares, reclutados entre 2008 y 2011.
Los participantes se sometieron a un examen físico y cuestionarios sobre estilo de vida, historial médico personal y familiar y hábitos de sueño.
Los que más puntuación obtuvieron dormían de 7 a 8 horas por la noche, nunca o rara vez tenían insomnio, sin somnolencia diurna, ausencia de apneas y eran madrugadores.
Luego, los investigadores verificaron incidentes de enfermedad coronaria en los participantes cada dos años durante una década.
Al inicio del estudio, el 10 % de los participantes tenía una puntuación de sueño óptima y el 8 % tenía una puntuación deficiente, y durante un seguimiento medio de ocho años, 274 participantes desarrollaron una enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular.
El resultado del estudio es que el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular disminuyó un 22% por cada aumento de 1 punto en la puntuación del sueño al inicio del estudio y que los que tenían más puntuación tenían un 75% menos de riesgo de sufrir del corazón.
“Nuestro estudio ha revelado que se necesita mayor conciencia sobre la importancia de dormir bien para mantener un corazón sano”, ha concluido Nambiema.
FUMAR ATACA AL CORAZÓN
Otro estudio presentado en el congreso ha confirmado que fumar e inhalar humo empeoran el impacto de los ataques cardíacos y que el riesgo de muerte o mal pronóstico tras un infarto es 20 veces mayor en fumadores con niveles de monóxido de carbono exhalado superiores a 13 ppm (partes por millón).
“La cantidad de monóxido de carbono en el aliento está directamente relacionada con los cigarrillos que se consumen y también con cómo se fuma”, ha señalado el investigador Patrick Henry, del Hospital Lariboisiere de París (Francia).
“Las personas pueden inhalar humo profundamente o no inhalar nada, y pueden fumar cigarrillos de principio a fin o dejar que los cigarrillos se consuman en el cenicero. También la ubicación donde se fuma juega un papel crucial; fumar en una habitación pequeña y sin ventilación aumenta la concentración de monóxido de carbono en comparación con fumar en el exterior”, ha aclarado.
“Los pacientes con eventos cardíacos agudos como ataques al corazón tienen oxígeno insuficiente en sus arterias coronarias. Si parte del oxígeno es reemplazado por monóxido de carbono, el evento puede ser más severo”, ha explicado Henry.
Durante abril de 2021, los investigadores midieron el monóxido de carbono expirado en los 1.379 adultos hospitalizados por problemas cardíacos agudos en 39 UCI de Francia, un 33% eran no fumadores, un 39% ex fumadores y un 27% fumadores activos.
El nivel de monóxido de carbono fue similar en no fumadores y ex fumadores (3,6 y 3,3 ppm, respectivamente) y significativamente mayor en fumadores activos (9,9 ppm de media).
Los investigadores comprobaron que por cada ppm de aumento del carbono monóxido hubo un 14% más de probabilidades de un evento cardíaco en los pacientes e identificaron 13 ppm como el umbral para predecir un peor pronóstico.
Las probabilidades de un problema cardíaco importante fue 23 veces mayor en fumadores con un nivel de monóxido de carbono superior a 13 ppm.
“El hallazgo sugiere que el monóxido de carbono exhalado podría medirse en el corazón de pacientes para evaluar mejor su pronóstico”, ha concluido Henry.
CAMBIO CLIMÁTICO CORONARIO
Un tercer estudio presentado en el congreso ha demostrado que el cambio climático también tiene consecuencias para el corazón, tras analizar datos de casi 2,3 millones de europeos en los que han visto que tanto el clima cálido como el frío se relaciona con un exceso de muertes por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares si padecen afecciones cardíacas.
El autor del estudio, Stefan Agewall, de la Universidad de Oslo (Noruega), ha recordado que “durante el verano de 2003 hubo un exceso de 70.000 muertes en Europa por las olas de calor, aunque el clima frío también causa exceso de muertes y hospitalizaciones”.
El análisis incluyó a 2,28 millones de adultos de cohortes de Italia, Alemania, Reino Unido, Noruega y Suecia entre 1994 y 2010, con edades de entre 49 y 72 años.
Los investigadores registraron las enfermedades cardiovasculares de los participantes, contaron registros de defunciones e hicieron encuestas de seguimiento que cruzaron con datos de temperatura de estaciones meteorológicas locales.
Así encontraron mayores riesgos de muerte por enfermedad cardiovascular en general y cardiopatía isquémica en particular, asociada con clima frío: un 19% más casos si la temperatura caía de 10ºC a -5ºC.
“La relación entre temperaturas frías y muertes fue más pronunciada en hombres y personas de barrios con nivel socioeconómico bajo, y resfriados y cardiopatía isquémica de nueva aparición fueron más entre mujeres y mayores de 65 años”, ha destacado Agewall.
El estudio también ha constatado que un aumento de la temperatura eleva un 25% el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular o ictus en personas con enfermedades cardíacas.
EFE