El día para los habitantes del sector Tiguadare, municipio Carirubana del estado Falcón, comienza antes que salga el sol para aprovechar de colar mucha más arena antes de que el fuerte sol característico de la zona se apodere de la mañana.
Corresponsalía La Patilla
La vida para ellos se reduce en reciclar la basura que llega al vertedero más grande de Venezuela, que está ubicado en la localidad y que no es controlado por ningún organismo de seguridad ni gubernamental.
Es así como un centenar de familias divididas en unos 50 ranchos y 10 viviendas viven de reciclar vidrio, plástico, hierro y acero, aunque su mayor anhelo es conseguir joyas de oro y plata que generen un ingreso extra.
Desde hace al menos 8 años, los niños que crecen en la localidad comienzan a imitar a sus padres en la selección de los desechos. Algunos han corrido con “suerte” y se han topado con piezas de valor que luego sus padres venden para comer mejor unos días y tener un poco de respiro económico.
Según los datos del Instituto Municipal de Aseo Urbano (Imaseo), el relleno sanitario más grande de Venezuela que pretende reciclar la basura de los tres municipios de Paraguaná, se creó hace 11 años, pero nunca funcionó.
Pero Bertha Guzmán tiene otra versión. Esta pescadora de 76 años, que es reconocida en la comunidad como la primera mujer que llegó a habitar el lugar, asegura que fue hace 50 años que se formó este depósito de basura, justo cuando apenas nacía Punto Fijo, la principal ciudad de la Península.
Sin servicios públicos
El cronista de Carirubana, Guillermo de León Calles, no tiene grandes registros del lugar, solo que es una localidad que se ha ido poblando con ranchos, aunque una gran parte de estas familias fueron mudadas a la entrada de Tiguadare, donde la alcaldía junto a la empresa Cardón IV construyó 70 viviendas para estos habitantes.
El propósito era acabar con la clandestinidad del reciclaje de la basura, pero esto no fue una solución, ya que las familias en el lugar continúan con la faena diaria de seleccionar objetos para luego venderlos por kilo, porque es la única forma que tienen para subsistir.
Estas viviendas tienen servicios básicos, como agua por tuberías y servicio eléctrico, pero las necesidades abundan en el lugar. El reciclaje apenas da para “medio comer” y esto depende de la cantidad de hijos que tenga cada familia, aunque la mayoría supera los tres hijos.
Esta localidad ha sido atendida por fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales, entre otras, Una Mano para Venezuela y el Mundo (Umavem), que ofrecen jornadas de salud, pues se registran numerosos casos de escabiosis y desnutrición en niños y adultos.
Una comunidad familiar
Tiguadare se divide en dos zonas: la comunidad que está en la entrada al sector y donde se construyeron las 70 casas; y la otra que se va observando a medida que se recorre la carretera que lleva a la construcción del relleno sanitario y culmina en la orilla de la playa.
Justamente allí es donde vive la familia de Bertha Guzmán, formada por 11 hijos y más de 50 nietos y bisnietos. Ellos se sustentan también con la pesca artesanal y la cría de cochinos y chivos. Actualmente hay 10 casas esparcidas entre las montañas de basura y objetos reciclados. Allí la pobreza extrema muestra su rostro más dramático.
Bertha con sus 76 años encima, ya no pesca ni recicla basura, pero afirma que está feliz de haber escogido ese lugar para formar su hogar. Está satisfecha de haber criado a sus 11 hijos en la zona donde solo había médano, monte y playa. Recuerda que llegó al lugar cuando su esposo le construyó un rancho a orilla de playa hace unos 50 años.
Se alimentaban de la pesca con dos embarcaciones: una de ella y otra de su esposo. “Éramos felices en nuestro ranchito, pero una ola no los tumbó y perdimos todo. Solo quedamos con la ropa que cargábamos puesta. Fue entonces cuando decidimos construir más a los médanos”. Bertha tiene una casa grande, con varios cuartos, pero se le ha hecho muy difícil mantenerla con los años, porque el dinero apenas alcanza para alimentarse a medias.
Cuando sus hijos fueron llevando sus parejas, cada uno fue construyendo su casa adyacente a la de Bertha y entre sí han convivido para ayudarse unos a otros. “Aquí todos somos familia, este es nuestro hogar”, dice muy contenta.
Aunque ellos llegaron a la zona hace más de 50 años, en la localidad nunca instalaron el servicio eléctrico ni agua por tuberías, pese a que a pocos kilómetros está ubicada la empresa Cardón IV S.A, una transnacional energética constituida por la compañía española Repsol y la petrolera italiana global Eni. Esta transnacional es titular y operadora del bloque Cardón IV, en el Golfo de Venezuela.
Incorporada en 2006, su actividad principal es la producción y venta de gas a nivel nacional. En 2009, Cardón IV, S.A descubrió el campo de gas natural Perla, ubicado en el bloque Cardón IV, en aguas poco profundas en el Golfo de Venezuela, a 50 kilómetros de la costa al oeste de la Península de Paraguaná, Venezuela.
Con carreta y burro
Bertha fue una de las beneficiarias cuando se construyeron las 70 casas en la entrada de Tiguadare, pero se la dio a una de sus hijas, porque para mudarse debía dejar los animales y la casa que le construyó su esposo con todo el esfuerzo de años de trabajo.
“Cómo dejo mis animales y la casa, si este es mi hogar. Un hogar que hemos construido con mucho esfuerzo y trabajo. Si ellos (gobierno) nos quisieran ayudar, traerían agua y la luz, construyeran una carretera y así estaríamos mejor”.
Las familias hacen toda su rutina diaria mientras haya luz natural. En las noches toda la comunidad queda a oscuras. El agua potable la cargan desde las casas construidas en la entrada de Tiguadare, cada dos semanas cuando Hidrofalcón suministra el servicio. Para llenar sus tanques y pipas, cargan tobos en carretas que construyeron con madera reciclada y la empujan con un burro que recorre unos cinco kilómetros.
Mientras que para los animales, se abastecen con el agua que sale por la rotura de una tubería de la planta desalinizadora de Cardón IV que queda cerca de la orilla de la playa. “Esa agua la cargamos con la carreta y el burro desde Cardón IV, porque es agua salobre, pero sirve para los animales. La policía nos ha prohibido que agarremos agua de ahí, pero como hacemos si para acá no llega agua y no vamos a dejar morir a los animales de sed”, dijo Bertha Guzmán.
Hace algunos años, la comunidad se organizó e introdujo un proyecto en Cardón IV para que les permitiera empalmar una tubería a la de la planta desalinizadora para la cría de animales, pero no obtuvieron respuestas.
Reciclar para sobrevivir
Angélica Núñez tiene 26 años, es nieta de Bertha Guzmán. Desde los 12 años de edad comenzó a trabajar como recicladora. Su jornada comienza a las 5:00 de la mañana hasta las 9:00 am, los días que sus hijos están de vacaciones escolares.
Se casó y tiene dos hijos de dos años y cuatro años de edad. Para ella, reciclar es un trabajo que se realiza de generación en generación, y con lo que genera ingresos para los gastos familiares. “Lo más anhelado es conseguir una prenda de oro o plata que se venda por un poquito más. Nosotros no somos malandros como la gente cree, somos trabajadores, reciclamos y criamos cochinos. Yo me caminaba toda esa recta para ir a la escuela y hoy soy bachiller. Quiero seguir estudiando, pero como soy madre, ahora la camino para llevar todos los días a mis hijos a la escuela”, dijo.
Pese a que es una comunidad familiar, no escapan de la delincuencia. Al lugar han llegado personas de otros lugares y ha sido necesario unirse para sacarlos. “Aquí todos nos conocemos y cuando llega alguien extraño, lo abordamos para que se vaya. Nosotros no queremos problemas y vivimos sanamente aquí”, que expresó Núñez.
También hay personas que han hecho sus ranchos, más alejados de la comunidad de Bertha. Algunos llegan con familia y otros llegan a esconderse de las autoridades. Hay familias de varias zonas del estado Falcón, incluso, algunas solo llegan a reciclar diariamente y se van con los que consiguen. “Siempre y cuando no invadan nuestros espacios, estamos bien. En los ranchos pasan cosas feas, pero nosotros no tenemos competencia para allá”.
Autoridades prometieron regular el reciclaje
Hace ocho meses, durante el balance del primer mes de gestión de gobierno, el alcalde de Carirubana, Abel Petit, junto al presidente de Imaseo, Miguel González, prometieron recuperar el relleno sanitario y hacer del reciclaje un negocio rentable para el municipio y las familias que por años se han dedicado a esa actividad.
La intención también es que los organismos de seguridad volvieran a tener control del lugar, porque Tiguadare se ha convertido en el lugar preferido para liberación de cuerpos, atracos y hasta fungía como refugio para delincuentes.
Se conoció que el Cicpc ejecutó un procedimiento en la zona y mató en un presunto enfrentamiento a Luis Angelo Yuguri Colina de tan solo 18 años, conocido como “el Pelón” y quien figuraba en la investigación por el homicidio de Donaldo Zamora, consumado el pasado 13 de noviembre en la misma localidad. El adolescente pretendía imponer un pranato en el lugar, mientras operaba una peligrosa banda.
Este jueves 18 de agosto, el presidente de Imaseo, Miguel González, respondió a La Patilla en rueda de prensa, que ocho meses han sido insuficientes para cumplir con las metas en el relleno sanitario, que incluso se hizo un censo para determinar el número de familias que habitan en el lugar y se han hecho tres abordajes sociales a la localidad.
Entre los planes está recuperar el relleno sanitario, uniformar y dotar de insumos a quienes trabajan de manera informal, crear un módulo de seguridad en la entrada de la localidad, otorgar créditos productivos para las familias y crear el comité de protección ambiental. “Nuestro gobierno está empezando, apenas tenemos ocho meses en el poder, no tenemos una varita mágica”, dijo.