El cruel final de la guardia de vírgenes asesinas entrenadas para proteger a Gadafi

El cruel final de la guardia de vírgenes asesinas entrenadas para proteger a Gadafi

(foto Manuel P. Villatoro)

 

En 2007, Muamar el Gadafi tomó Sevilla cual ciclón. El dictador libio, amante de la farándula y el oropel, se personó en la ciudad andaluza con un séquito de cuatrocientas personas e instaló en mitad de la calle su ‘campamento del desierto’, camello incluido. Para colmo, solicitó al gobierno de José María Aznar medio centenar de Mercedes –no quería otros coches para moverse por la urbe– y varios corderos para sacrifircarlos «de forma pura». España puso a su disposición una legión de agentes de la Policía Nacional. Sin embargo, él prefirió la protección de su cuerpo de Amazonas, una treintena de mujeres vírgenes que hacían las veces de su guardia pretoriana.

Por abc.es

Guerreras con pintalabios; asesinas obligadas a usar tacones.

El ejército privado del dictador fue alumbrado a finales de los años setenta, cuando Gadafi asumió el título de ‘Líder fraternal y guía de la revolución de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista’. Su germen fue una escuela… «En 1979 se inauguró la Academia Militar para Mujeres en Trípoli como símbolo de la emancipación femenina», explica ABC en 2011. Corrían años en los que el militar se había puesto en el centro de las miradas mundiales al convertirse en la bandera del terrorismo internacional. Momentos tensos y peligrosos para él, en definitiva. Y necesitaba de una guardia que le protegiese.

Amazonas del XX

Gadafi siempre mantuvo que creó la unidad con un solo objetivo: la integración del sexo femenino en el país. «Le prometí a mi madre mejorar la situación de las mujeres en Libia», explicó en el momento en que creó la Academia Militar. La realidad, sin embargo, permanece todavía bajo tierra. Por ello, las historias que rodean a las guerreras de esta guardia privada –llamadas ‘Haris al-Has‘ en Oriente– navegan entre la realidad y ficción. En su momento se corroboró, por ejemplo, que eran vírgenes que hacían voto de castidad y que juraban entregar la vida por su líder. El dictador, amante de la propaganda, avivó todas estas leyendas.

En todo caso, las amazonas estaban bien preparadas, como bien explicó la periodista Jane Kokan en 1995: «Reciben un entrenamiento de tres años que incluye el manejo de artillería pesada y lanzacohetes, combate cuerpo a cuerpo y comunicaciones». En palabras de ABC, las alumnas –alrededor de un centenar– vivían en una academia creada de forma específica para ellas. «Se levantaban cada mañana a las cuatro y media para correr durante una hora y media antes de comenzar las clases», explicaba ABC. Las mejores, supuestamente, eran seleccionadas por el dictador en persona.

El problema es que, según confirmaron varias amazonas tras la caída del dictador, a Gadafi no solo le importaban las aptitudes de las chicas… «Teníamos que ser altas, guapas y tener el pelo largo para ser elegidas», explicó otra amazona en un reportaje para ‘The Guardian’. Las instantáneas desvelan que también eran muy jóvenes. Entre 19 y 21 años, para ser más exactos. Eran casi una suerte de trofeo que el líder militar llevaba como parte de su comitiva cuando viajaba por el mundo. «Solía reservarse a las más guapas para sus visitas al extranjero», confirmaba este periódico.

Tras su muerte, algunas todavía le defendían y le adoraban. «Luché por él y estoy orgullosa de haberlo hecho. Era un hombre bueno y le amaba», confirmó Jamila Calipha al-Arun.

Con todo, la pregunta es obligada: ¿eran verdaderas combatientes o trofeos humanos? Cuesta saberlo, pues no parece que llegaran a entrar en combate. De hecho, ninguna de ellas protegía al coronel cuando, en 2011, una turba le sacó de una tubería de drenaje y le linchó. Incumplieron su juramento, ya fuera porque habían muerto, habían sido detenidas o habían huido por miedo. Una de las pocas veces en las que sí fallecieron por su líder fue en 1998. El 1 de junio, la caravana de Gadafi sufrió un atentado perpetrado por integristas islámicos. Aunque él solo tuvo que lamentar una herida en el codo, una de sus amazonas se dejó la vida.

Crueles violaciones

Las amazonas de Gadafi quedaron olvidadas durante un lustro. Tras la muerte de su líder, prefirieron ocultarse de la luz de los focos. En 2011, sin embargo, volvieron a salir a la luz gracias al diario ‘The Guardian’. Y no fue por su lealtad o su entrenamiento, sino porque desvelaron que el dictador y los principales jerarcas del ejército libio habían abusado de ellas durante su servicio. Los testimonios se multiplicaron. «Ahí fue donde me violaron. Venían, nos tomaban de la mano y nos acompañaban por el pasillo. Sabíamos lo que sucedería», explicó Nisrine Gheriyanih, de 19 años, apenas siete meses después de la caída del antiguo régimen.

Nisrine Abdul Hadi, también de 19 primaveras, sufrió un destino similar. «Teníamos tres trabajos. Apoyar al ejército, participar en actos ceremoniales y luchar si era necesario». Fue violada en repetidas ocasiones e, incluso, la obligaron a buscar a menores de edad para fiestas privadas del tirano. Porque, según corroboró, tuvieron una ingente cantidad de labores ocultas.

Lejos de las cámaras eran los ojos y los oídos de Gadafi. Sus espías personales contra aquellos viejos señores de la guerra que anhelaban derrocar al dictador. «Nos dijeron que informásemos a la familia de cualquier cosa extraña que viéramos o escucháramos y que no hablásemos con nadie al respecto. Es posible que se fiara de nosotras, pero también que, simplemente, le gustásemos», explicó Abdul.

Según explicó Miguel Muñoz en un reportaje elaborado para ABC en 2011, un total de cinco amazonas «denunciaron que Gadafi solía violarlas y, luego, las cedía a altos oficiales» para que hicieran lo propio. «Seham Sergewa, una psicóloga de Bengasi, está recopilando las denuncias para presentarlas ante la Corte Penal Internacional», añadía el periodista. Las acusaciones distaban mucho de los preceptos básicos iniciales de la unidad y, por descontado, de lo que el coronel había dicho de sus amazonas y de las mujeres en general: «Debemos entrenarlas para el combate para que no se conviertan en presa fácil para sus enemigos».

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