No es disparatado pensar que, entre los millones de Cristos representados en el mundo sobre lienzos y murales, uno reclame venganza.
Por Clarín
Tampoco es una locura creer que la humedad pueda ser una forma de revancha.
Venganza y revancha que hoy encarnan en la imagen de Jesús que un catedrático pintó a principios del siglo pasado en una capilla de Aragón, en España, y que fue asfixiada por la restauración casera de una vecina del pueblo que amaba pintar otoños y naturalezas muertas.
¿Se acuerdan del Cristo de Borja, ese pueblo cerquita de Zaragoza que se ganó un recuadro en las guías de viajes por la versión libre de una vecina que se atrevió a restaurar, con más ganas que pericia, un retrato del hijo de Dios hecho hombre y lo convirtió en una caricatura con la cara hinchada como si Cristo padeciera dolor de muelas?
Sucedió hace una década…
El Ecce Homo diez años después de volverse viral
Diez años después, el Ecce Homo (Este Hombre) dolorosamente restaurado por doña Cecilia, la vecina, ya recibió más de 235.000 visitas.
Aún hoy hay gente que no puede creer en qué se transformó aquel retrato de un Cristo sufriente que, sin haberse consagrado en la historia del arte, ilustraba la pasión de Nuestro Señor en el muro izquierdo de uno de los altares laterales del santuario de la Misericordia, la capilla módica dentro del Caserón de Borja, la hospedería más antigua de España.
Era un mojón en la ruta de los peregrinos lanzados a recorrer el Camino de Santiago. Y hasta fue escenario de algunas escenas que la actriz Imperio Argentina rodó para la película Nobleza baturra, de 1937. Hoy es un condominio de 36 departamentos que se alquilan durante los meses de buen tiempo.
Los 3 euros que cuesta entrar a ver el Ecce Homo cachetón ayudan a cubrir los gastos de la residencia de ancianos donde pasan sus días los abuelos del pueblo, incluida doña Cecilia, que ya cumplió los 91.
Su restauración, la más bizarra de la historia reciente, inspiró una ópera, fue citada en la crítica de un disco de Madonna y aun hoy le da vida a infinitos memes.
Hay tortas, remeras, tazas, prendedores y llaveros con la imagen deformada del Ecce Homo.
Una máquina al ingreso del santuario invita a acuñar una moneda con el rostro del Cristo de Cecilia, que parece llevar puesto un pasamontañas.
“Espere. Tiene que pagar”, retumban en el santuario las palabras de Pepa.
Borja, el pueblo que revive gracias a Doña Cecilia
Pepa es María José, una de las dos vecinas de Borja que cobran el donativo forzoso “destinado a la residencia Hospital Santi Spiritus de Borja” y que relatan la propia versión de cómo fue que Cecilia Giménez Zueca, nacida en enero de 1931, se decidió a subir al santuario con sus pinceles y se sentó a retocar el Cristo que un año antes de que ella naciera había pintado por pura devoción el catedrático de la Escuela de Arte de Zaragoza Elías García.
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