“Yo creo que el deporte más importante del mundo es el fútbol, pues todo niño nace y cuando se para, le pega una patada a algo, yo digo, imaginariamente es una pelota“, dijo con una sonrisa pícara Ramón Echenause, un ícono del fútbol venezolano, mejor conocido como “El Pocho”.
Luz Dary Depablos // Corresponsalía lapatilla.1eye.us
Mientras decía estas palabras con su acento argentino bien marcado, 60 balones rodaban en las canchas, en medio de un entrenamiento en el que participaban niños y adolescentes de varias categorías.
“El Pocho” es un argentino nacionalizado en Venezuela, quien ha dedicado más de 50 años de su vida al fútbol, como jugador, director y maestro, desde que llegó a este país el 6 de abril de 1972.
Formó parte de la primera división y de la selección Venezuela, donde se destacó entre los mejores futbolistas del país. Igualmente, dirigió los reconocidos clubes de Portuguesa, Estudiantes de Mérida y el Deportivo Táchira.
Hoy, junto a sus tres hijos, también exfutbolistas destacados en diferentes clubes y de la Vinotinto, Ramón sigue formando nuevas generaciones y se ha convertido en una referencia obligada en el suroccidente del país con su escuela Fundación Pocho Echenause, ubicada en la ciudad de San Cristóbal.
Bajo una tarde soleada, en el campo deportivo donde nunca paran los entrenamientos, así caiga un diluvio, “El Pocho” señala con orgullo a uno de sus hijos, “Miguelito” (Miguel Ángel Echenause, exfutbolista de la selección Venezuela), quien también es parte de los entrenadores. Desde las 6:00 de la mañana y hasta las 8:00 de la noche, “Miguelito” entrega su vida en la cancha para seguir el legado de su padre.
Disciplina y constancia
La finalidad de esta escuela “es orientar y formar buenas personas, no futbolistas. Todos los niños que están en la cancha no van a ser jugadores. Ellos necesitan ser buenas personas, prepararse para la vida y si logran esto, pueden formarse en la carrera como futbolistas. Así es como vamos a llevar la buena persona que queremos”, enfatizó Echenause.
Valores como el respeto, la puntualidad, el orden y el compañerismo, son parte de la estricta disciplina que deben cumplir quienes entrenan en este campo deportivo, lo que a su vez se evidencia en la vida cotidiana de sus alumnos.
Por casi 30 años, centenares de niños y adolescentes de todas las clases sociales de varios municipios del Táchira, han pasado por esta escuela de fútbol, la cual desde hace 9 años abrió sus puertas con el nombre de Pocho Echenause.
Ramón lamenta que en algunos casos han recibido niños desde los 2 años de edad y cuando logran destrezas en la cancha, aparecen “busca talentos”, pero “un niño de 8 años es un talento circunstancial y no real”, lo que los obliga empezar a formar otro niño que cumpla las mismas condiciones.
El fútbol en tiempos de crisis
“La pandemia nos puso mal. Lamentablemente la escuela no está muy bien en lo económico“, acotó “El Pocho”.
Recordó que en tiempos de bonanza esta fue la escuela de Táchira que más viajó con 60 niños a campeonatos en otros países como Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, México, Colombia y Argentina. Mencionó que debido a la falta de recursos, hace unos días atrás tuvieron que suspender un viaje pautado para el mes de julio con el fin de participar en un campeonato que se llevaría a cabo en Bogotá.
Su amor por el fútbol y por Venezuela se lo transmitió a toda su familia, a quienes logró convencer venir a hacer su vida en este país. Su esposa, también de nacionalidad argentina y nacionalizada en Venezuela, falleció el año pasado por la pandemia, lo que fue un golpe muy duro y un momento difícil en su vida, pues también era su mano derecha por muchos años en la fundación.
Pese a las circunstancias, aún continúa entregándoles a niños y a adolescentes tachirenses su pasión, entrega y compromiso a través del fútbol, como una forma de agradecer el apoyo que recibió en sus inicios en esta profesión.
Espera que alguna empresa privada ponga vallas dentro del campo deportivo para poder generar ingresos que le permitan cumplir con el debido mantenimiento de las instalaciones, la compra de uniformes y de balones.
Quiere que a mediano plazo la fundación siga creciendo y volver a llevar equipos a compartir experiencias en otras partes del continente.
Indicó que los niños y adolescentes de menos recursos económicos son becados, y por tratarse de un número grande, requieren de apoyo económico.
Echenause pide a quienes pasaron por esta escuela y aprendieron valores para ser buenos hombres y exitosos en la vida, brindar su apoyo con, al menos, un balón, que podría cambiarle el futuro a nuevas generaciones.
Sería una lista larga nombrar a quienes tuvieron el honor de ser formados por este maestro del fútbol, y que han dejado en alto la bandera tricolor en otras fronteras.
“Gallardo, Pacheco, Angelucci, Camejo, Pestana, Miguelito, Rubén Bachini, es una lista muy larga y se me escaparían muchos. Hay uno que se ha consolidado como un jugador bandera, aunque él no lo sienta: Marlón Fernández para nosotros es un orgullo”, comentó Echenause.
Táchira seguirá siendo el estado donde niños y jóvenes se sienten más atraídos por el fútbol y donde se encuentra una de las mayores fanaticadas del balompié venezolano.