Descubierta por casualidad por la farmacéutica Pfizer, la “píldora azul” se convirtió en una máquina de hacer dinero. Solo en los primeros tres meses, los estadounidenses gastaron unos US$400 millones en el medicamento para la disfunción eréctil.
Por BBC
La industria no tardó mucho en fijar su vista en la otra mitad del mercado, las mujeres, y ver allí una oportunidad para duplicar sus beneficios.
“Empecé a estudiar fisiología sexual justo cuando apareció el viagra. Y la sensación era que, en ese momento, empezó a fluir mucho dinero hacia la investigación en sexología”, recuerda Nicole Prause, neurocientífica e investigadora de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
“Nunca hemos visto nada de esa magnitud. Nuestra ciencia [la fisiología sexual] todavía está algo marginada, se considera un área riesgosa. Hay muchas empresas que ni siquiera quieren acercarse a este tema”.
Pero casi 25 años y muchos millones de dólares después, la industria farmacéutica nunca ha podido obtener una versión de la “píldora azul” para mujeres.
El fracaso, que abrió espacio para una discusión más amplia sobre la sexualidad femenina, también es una historia sobre tabúes y conceptos erróneos sobre el deseo y la libido de las mujeres, como lo destacan los expertos consultados.
La búsqueda de la “píldora rosa”
La historia del viagra masculino es bien conocida.
El medicamento que se usa hoy para la disfunción eréctil fue descubierto por casualidad: “Estábamos desarrollando un medicamento para la angina, un problema cardíaco”, le dice a BBC Brasil la doctora Mitra Boolell, quien trabajaba en el departamento de investigación de Pfizer en Reino Unido en ese momento.
“En eso algunos de los participantes del ensayo clínico comenzaron a informar que tenían más erecciones de lo normal. Inicialmente no prestamos mucha atención, pensamos que se debía a que los participantes eran hombres jóvenes”.
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