La invasión de Rusia a Ucrania no solo ha generado miles de muertes sino que ha contaminado al país europeo de tal forma que tendrá consecuencias que perdurarán por décadas. Recientemente, Moscú bombardeó un planta en donde había un tanque que contenía ácido nítrico, un químico que es peligroso si se inhala. La explosión desató una gran columna de humo rosa en la ciudad de Severodonetsk que se pudo apreciar a kilómetros de distancia.
Ante el hecho, el gobernador de la región, Sergiy Gaiday, pidió a todos los ciudadanos que se resguardan. “¡No salgan de los refugios!” dijo Gaiday en Telegram, luego del ataque. “El ácido nítrico es peligroso si se inhala, se ingiere y entra en contacto con la piel”, advirtió.
No era la primera vez que Rusia bombardeaba una planta química en Ucrania: desde que comenzó la invasión ha atacado a decenas de fábricas de ese tipo en todo el país. Las consecuencias que esto pueda generar en la población preocupa a expertos, quienes aún no pueden cuantificar los daños.
Además, en los meses de marzo y abril, incendios cerca a planta de Chernobyl amenazaron con expulsar partículas radioactivas que no solo ponían en peligro a Ucrania sino a toda Europa. Los cohetes y misiles son otro grave problema, ya que contaminan las aguas subterráneas y el suelo donde se cultivan alimentos.
Los costos ambientales que desató la invasión rusa a Ucrania son incalculables. La guerra causará una disminución de la fauna y vida silvestre, además de la enorme emisión de gases de efecto invernadero. Esto, sin contar los problemas que causará la contaminación de los cuerpos de agua y aire en la vida humana, con consecuencias que pueden generar algunos tipos de cáncer y defectos de nacimiento en los recién nacidos.
Hasta el momento, un grupo de ecologistas ucranianos intentan hacer un seguimiento de los daños. Sin embargo, las características del conflicto no permiten por el momento dar un diagnóstico preciso y cuantificar los daños causados al medio ambiente. Algunos expertos abogan porque los daños ambientales se consideren como crímenes de guerra, informó el medio estadounidense Vox.
Por el momento, se han registrado casi 270 casos de daños potenciales, que van desde daños a centrales eléctricas hasta impactos en los ecosistemas marinos.
Ucrania es sumamente importante para Europa, ya que alberga más de un tercio de la biodiversidad del continente. Además de su riqueza natural, en el país hay cientos de plantas químicas, cientos de minas de carbón y más de una docena de reactores nucleares.
En marzo, en la ciudad de Novoselytsya, los bombardeos rusos a una fábrica de fertilizantes provocaron una fuga de amoníaco. Las autoridades pusieron a la población en alerta ante el peligro de contaminación del agua y el suelo.
Pero Moscú no solo ha atacado plantas químicas, también ha bombardeado instalaciones que almacenan petróleo y gas. Estos ataques han contaminado el aire liberando dióxido de carbono.
Otro tema que preocupa a los expertos es la contaminación que generan los restos de cohetes. En abril un misil ruso derribado por el ejército ucraniano cayó en un zona agrícola, filtró químicos al suelo y contaminó el agua de la región.
Además, según informa Ecoaction consultado por Vox, a explosión de artillería desata sustancias que son nocivas para la salud, como vapor de cianuro de hidrógeno y óxidos de nitrógeno, que pueden causar lluvia ácida.
“Ahora y en el futuro, los metales pesados estarán en nuestras aguas subterráneas y suelos”, dijo Evgenia Zasiadko, quien dirige Ecoaction, a Vox. “Somos un país agrícola, y cuando no haya una guerra activa, no sé cómo vamos a reconstruir nada porque va a estar contaminado”, agregó.
Por otra parte, un grupo de científicos advirtió que un aumento reciente en las muertes de delfines en el Mar Negro puede haber sido causado por la guerra.
Según los investigadores, el aumento de la contaminación acústica en el norte del Mar Negro, causado por unos 20 barcos de la armada rusa y las actividades militares en curso, puede haber conducido a los cetáceos hacia el sur, hacia las costas turcas y búlgaras, donde quedan varados o atrapados en redes de pesca en cantidades inusualmente altas.
Desde el comienzo de la guerra, Turquía ha registrado un aumento en los varamientos del delfín común (Delphinus delphis) en la costa del Mar Negro. Más de 80 de los animales fueron encontrados muertos en el Mar Negro occidental del país, lo que la Fundación Turca de Investigación Marina (Tudav) describió como “un aumento extraordinario”.