Helena Merlín es una de esas personas para quien la reciprocidad en el amor es una forma de pagar el afecto que se recibe. Es por eso que esta exmiss Barinas lleva 18 años de su vida dedicados al rescate, recuperación y atención de los perros de la calle. Asegura que nació entre perros y que siempre ha sentido un afecto profundo por las mascotas, especialmente por las caninas.
Dexcy Guédez // Corresponsalía lapatilla.1eye.us // #LaOtraVenezuela
Recuerda que cuando se inició en esas labores, vivía en la población de El Tirano, municipio Antolín del Campo, en Margarita, donde no solamente tenía 25 perros, sino también gansos, patos y hasta loros, además de otras especies que hacían de su hogar casi un zoológico.
La exmiss asegura que su labor se afianzó hace 12 años cuando sus hijas Natasha, Lilyen y Stefany, decidieron darle todo el apoyo para que rescatara, cuidara y devolviera la vida a las mascotas de la calle.
Hoy, Helena Merlín tiene a su cargo alrededor de 70 perros de diferentes razas, tamaños y colores, entre los que se cuentan siete cachorritos recién nacidos de una perra que rescató preñada. “Ellos me devolvieron la vida a mí cuando caí en el mundo de las drogas y ellos incentivaron mi rehabilitación. Me devolvieron la vida y me han mantenido bien parada y firme. Ya tengo 18 años rehabilitada y de esos, 12 años dedicados por completo a ellos”.
Increíblemente se sabe los nombres de cada una de sus mascotas y en ese sentido argumenta que los ama desde que nacen y más allá de la muerte. Es por eso que en su casa construida a orillas del río El Valle, tiene un camposanto para que sus perros y los de personas que requieran ese servicio, puedan dormir eternamente.
Cada mascota sabe dónde debe permanecer, incluso, con solo mencionarlos, ellos mismos se ubican en su espacio. Las mascotas de Merlín llevan nombres de personajes de películas, series de televisión, de países y hasta de personas. Uno de ellos se llama Santiago, justamente como se llama uno de sus nietos.
Una fundación familiar
A esta rescatista no le resultó fácil convencer a sus tres hijas para crear una fundación que facilitara la labor que cumple con los perros de la calle. Fue así como hace ocho años dio forma a lo que hoy es la fundación “Las narices frías, Las Merlín”, la cual tiene a la cabeza a la ex participante en el Miss Venezuela 1975. Su hija Stefany repitió sus pasos al portar la banda del estado Barinas en el certamen de 2014.
Recuerda que antes de la fundación, llegó a tener 17 perros en un apartamento de la urbanización Jorge Coll, en la zona Este de Margarita, donde se enfrentaba a diario con los vecinos que no les gustan las mascotas. “Ellos tenían que aceptar a mis perros, porque yo me ocupaba de limpiar por donde ellos pasaban, incluso, en el ascensor cuando hacía uso del mismo acompañada por ellos. Las normas del condominio casi se adaptaron a mi rutina y eso es de agradecerse siempre”, acotó.
Gente de buen corazón
La exreina de belleza considera que los autoridades nacionales, regionales y municipales no están cumpliendo con lo que establece la legislación venezolana, la cual prevé que las alcaldías deben tener y mantener espacios para el rescate y refugio de las mascotas en condición de calle.
Está convencida, porque dice vivirlo a diario, que cada vez más la gente adquiere consciencia de la necesidad de rescatar animales y sacarlos del maltrato que sufren en las calles. “Los rescatistas necesitamos más apoyo para poder cumplir con nuestras labores. La pasión no alcanza para proteger a las mascotas de la calle. Hay muchos veterinarios muy considerados que colaboran sin límites con nosotros, pero estamos conscientes de que ellos también deben recibir paga por su trabajo”, subrayó.
En su caso, tiene el apoyo de la Fundación V Fauna, fundada en Estados Unidos por su amiga, la también exmiss, cantante y actriz María Conchita Alonso. Asimismo, recibe ayuda de un joyero que reside en la ciudad de Caracas, pero que no quiso mencionar por mantener la discreción que exige esa persona. “El resto de los gastos lo enfrento yo con mi trabajo, porque desde el nivel público no tenemos ningún apoyo. Yo, por ser una persona muy reconocida, tengo un poco más de suerte para recibir algunas ayudas, sobre todo en medicamentos para atender a mis perros”, apuntó.
A tiempo completo
Helena Merlín asegura levantarse todos los días antes de las 6:00 de la mañana, y después de tomarse su primera taza de café, se dedica a limpiar el área de su casa que sirve de hogar temporal a los peluditos más pequeños, así como también a los huéspedes de su hospedaje.
Hasta las 10:00 de la mañana aproximadamente, cumple a diario esa rutina para garantizar que tanto sus mascotas como las que residen como huéspedes, habiten en un ambiente aseado y acorde con los estándares exigidos. “Eso es lo primordial y es la mejor manera de demostrar el amor infinito que siento por ellos”, agregó.
Lamenta no haber estudiado Veterinaria, porque admite ser muy floja para los estudios. Sin embargo, aúpa las pretensiones de su nieta Camila de irse Australia a estudiar la carrera para reforzar la labor de su abuela. “Yo estoy segura de que ella lo va a lograr, y aunque sea en otro país que va a estudiar Veterinaria, me va a traer su título. Dios así lo va a permitir y yo lo voy a disfrutar”, dice Merlín.
La decisión más difícil
Una de las acciones más fuertes que enfrenta dentro de su labor, es dar en adopción a las mascotas recuperadas. Asegura que mientras más difícil es la situación del animal, más fácil le resulta enamorarse de este y aún más duro, desprenderse del mismo.
No obstante, sabe que es imposible quedarse con todos y es allí donde empieza una labor titánica: escoger el futuro hogar de esa mascota. “Hacemos un estudio socioeconómico para conocer la situación en que viven los adoptantes. Se han dado muchos casos en que quienes adoptan, someten a los perros a vivir un infierno peor del que fueron rescatados. Eso es lo que no queremos que se repita”.
En tal sentido, Merlín exhortó a las personas que deciden adoptar una mascota, a cumplir con sus obligaciones en lo que respecta a la atención en todos los sentidos, especialmente en la alimentación.
Asegura que después de ubicarlos en nuevos hogares, la fundación se ocupa de visitar periódicamente al adoptante para verificar que la persona está cumpliendo con sus obligaciones. “Lamentablemente algunas veces nos ha tocado recuperar a esas mismas mascotas que han sido adoptadas, porque observamos que están físicamente deterioradas, enfermas y hasta amarradas sufriendo mucho más que cuando fueron rescatadas”, insistió.
De tal palo, tal astilla
La animalista quiso resaltar que la labor de su fundación no se circunscribe al espacio que ella ocupa en la sede de la misma, ya que sus hijas Lilyen y Natasha, quienes residen en una calle cercana, se dedican a alimentar a los animalitos de su cuadra, especialmente gatos que parecieran correr la voz de que allí son bien tratados. Cada una por su parte, mantienen al menos una decena de perros y como mínimo dos gatos dentro de sus familias.
Helena piensa que debe legislarse para ahondar en la protección a los animales de la calle. Aunque en tiempos recientes algunos organismos como el Ministerio Público y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, han aplicado un castigo ejemplar para los maltratadores, las sanciones son muy débiles.
“Dos o tres días de presidio no son suficientes para quienes violan y asesinan perros. El castigo debe ser similar al que recibe quienes violan o asesinan a personas”, recalcó Helena.