Bosques de taiga y áreas rurales escasamente pobladas salpican los más de 1.300 kilómetros de la actual frontera entre Finlandia y Rusia, remodelada tras la Segunda Guerra Mundial con los tratados que obligaron al país nórdico a ceder parte de su territorio a la Unión Soviética. Ahora Putin vuelve los ojos a estas longitudes, después de que sus vecinos hayan mostrado un férreo apoyo a Ucrania en la invasión y caminen hacia la integración en la OTAN.
Por: 20 Minutos
La guerra en Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente a Rusia han congelado las relaciones comerciales entre Moscú y Helsinki, y la anunciada solicitud de adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte de Finlandia -prevista para las próximas semanas- no ha mejorado la situación. Ante esta intención de entrar en la OTAN, compartida por Suecia, la reacción del Kremlin no se ha hecho esperar y ha comenzado a amenazar a ambos países: primero, con “graves repercusiones político-militares”, y segundo, con la posibilidad de desplegar armas nucleares en las inmediaciones del mar Báltico.
En Finlandia, la atmósfera se ha enrarecido desde el inicio de la guerra en Ucrania, o “el ataque de Rusia”, como prefieren llamarlo los medios del país nórdico. “El cambio en el ambiente es claro. La gente parece más nerviosa, porque Putin es impredecible. De todas formas, no diría que temen un ataque ni emplearía la palabra miedo para definir la sensación imperante. No hay pánico en absoluto, la gente lleva su vida. Están nerviosos, más bien, y tensos”, explica a 20minutos Simo Ritari, un antiguo profesor y actual estudiante de producción audiovisual y redacción de guiones de Tampere.
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